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La cara oculta de los piqueteros

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Lunes 10. El Puente Pueyrredón está cortado una vez más. Los grupos
piqueteros más radicales -Polo Obrero, Coordinadora Aníbal Verón, MTL
(Movimiento Territorial de Liberación), entre otros- exigen una entrevista con
Alfredo Atanasof, jefe del gabinete de ministros, pero no la consiguen. Sin
embargo, para sorpresa de muchos observadores y millones de ciudadanos afectados
por los constantes cortes, y apenas tres días después, el presidente Duhalde
recibe en su despacho a los que se autocalifican de "moderados", con Luis D'Elía
(FTV, Frente Trabajo y Vivienda) y Carlos Alderete (CCC, Corriente Clasista y
Combativa) a la cabeza, y salen de la reunión con la firme promesa de un millón
de planes más. Así es el ejemplo que se vierte desde el poder: ceder a la
extorsión de los cortes de ruta, mientras miles de otros necesitados no pueden
siquiera soñar con llegar hasta el umbral de la Casa de Gobierno. ¿Nace una
nueva alianza gestada al calor de las necesidades electorales del duhaldismo?

EL PAIS PARADO. Lunes 10, Puente Pueyrredón. Casi dos mil piqueteros bajo la
lluvia. Algunos toman mate, mastican pan casero y abrazan sus estandartes. Otros
acomodan los barbijos que les tapan la cara (reminiscencia de días muy negros y
sangrientos…) y revisan sus palos: los que se autotitulan "grupos de seguridad".
Exigen, compulsivamente y por la fuerza, más planes Jefes y Jefas de Hogar, un
subsidio mensual de 150 Lecops que hoy llega a casi dos millones de argentinos
(entre ellos, más de 150 mil son piqueteros).

"¿Qué te pensás, que a mí me gusta estar acá aguantando la lluvia y los palos de
la policía? Yo vengo por la guita"
. La confesión parte de un joven piquetero de
la zona sur del Gran Buenos Aires que pide, ruega, exige anonimato porque "si
no, me bajan del Plan"
. Y sigue su monólogo: "Me metí hace dos meses en el
movimiento para cobrar. Si faltás a las marchas tres veces, te borran de las
planillas y te sacan el Plan. Yo lo necesito, tengo pibes. A mí no me gusta
venir acá y molestar a la gente, cortar caminos y no dejar entrar a obreros a
sus fábricas, pero no me queda otra…".
Se confirma así una sospecha que en
realidad es ya un secreto a toda voz: los líderes piqueteros amenazan con
quitarles los Planes a sus militantes si no se unen a sus cortes de rutas. Como
le dijo sin tapujos a GENTE Nicolás Lista, cabeza de la Coordinadora Aníbal Verón: "El que está con nosotros tiene que participar y luchar. Si no participa,
lo damos de baja y lo derivamos al municipio. ¿Cómo le vamos a dar al que no
participa? Nosotros no luchamos por el que se queda en su casa".
Tan claro como
terrible: para cobrar los 150 Lecops hay que encapucharse, armarse, cortar
calles y rutas y atormentar al prójimo -acaso no menos necesitado- violando su
derecho "a transitar libremente", según lo consagra el artículo 14 de la
Constitución Nacional.

El Plan Jefes y Jefas de Hogar -financiado con 300 millones de pesos mensuales
que provienen de la retención del Estado a las exportaciones- está bajo
sospecha: cada mes son rechazadas 300 mil personas por no reunir los requisitos,
lo que habla claramente de una avalancha de postulantes y permite presuponer
fisuras ("vista gorda", en buen criollo), privilegios, y un reparto que acaso no
llega estrictamente a los muy necesitados. Y para colmo, los piqueteros dicen
que esa cifra no alcanza, y que debería ser duplicada: 300 pesos mensuales
extendidos no sólo a jefes de familia desocupados -el requisito actual-, sino a
jóvenes de 18 a 23 años y hombres mayores de 60, más cobertura médica. No
conformes, los líderes piqueteros acusan al Estado de usar los planes para
favorecer a los punteros de barrio y otros clientes políticos. Un cargo que
desató las iras de Graciela Camaño, la ministra de Trabajo: "Es un argumento
falaz. En diciembre hubo 1.843.255 planes. En enero, 1.904.110",
y que disparó
el retruque de Néstor Pitrola, coordinador de Polo Obrero: "Es una patraña. El
Gobierno maneja el 90 por ciento de los planes a su gusto porque esa es la base
de su poder"
. ¿Cuál de los dos frentes dice la verdad? O mejor: ¿quién miente
menos?

UN PLAN POLEMICO. Cuando algo huele a podrido en Dinamarca (Shakespeare,
Hamlet)… es que algo está podrido. Por un lado, al promediar el 2002 -inicio de
los planes- se anotaron tres millones, pero sólo cobran menos de dos millones.
¿Por qué? "Por errores en la entrada de datos al sistema", es uno de los
argumentos: primer signo de sospecha y de fragilidad… Otro argumento: "Por no
cumplir con los requisitos básicos: ser jefe de hogar, desocupado, y con hijos
menores de 18 años"
. Ante esta exigencia, Luis D'Elía, diputado por la provincia
de Buenos Aires y cabeza mayor de la Federación Tierra y Vivienda al mando de
120 mil activistas de los cuales 40 mil gozan del Plan, desafía: "Encerraría a
cualquier político en nuestros barrios, le daría 150 Lecops y le diría que con
esa plata viva hasta fin de mes. Vamos a ver qué hace". Y cuando alguien le
recuerda que la palabra corrupción suele teñir a los jefes del movimiento
piquetero, se defiende así: "En el 2002 hubo 2.973 denuncias de corrupción:
2.901 contra políticos, 72 contra el movimiento piquetero en general, y tres
contra mi organización... ¿Quiénes son los verdaderos corruptos?
". Según su
filosofía, lo importante no es la corrupción cero (lo realmente deseable) sino
quién es un poco menos corrupto.

Carlos Ibarra, coordinador nacional de la Corriente Clasista y Combativa, dice:
"Tramitamos los planes en conjunto a través de los Consejos Consultivos
Municipales, los municipios y el Ministerio de Trabajo. Presentamos los
formularios con la declaración jurada de cada desocupado. Los datos se cruzan
con la ANSES, y si está todo bien, nos dan los planes. Muchos dicen que esto se
presta a manipulaciones, pero es lógico que el trabajador deba recurrir a
nosotros para acceder al Plan. Las cosas tienen que estar bien organizadas…
".
Quizá a esa organización se refiera Freddy Mariño, miembro de la mesa nacional
del Movimiento Territorial de Liberación, cuando confiesa que "cada uno de los
compañeros que cobra el plan aporta cinco pesos. De esa plata, tres pesos quedan
en el grupo, uno va para la organización regional y otro para la nacional
". Dato
que ningún jefe piquetero menciona: sus teléfonos celulares (activísimos…) los
pagan los desocupados. Los que menos tienen. Y cuando la pregunta aprieta,
recurren a un eufemismo: "Gastos organizativos".

El Plan Jefes y Jefas de Hogar es una muleta, no una auténtica solución en un
país cuyo índice de pobreza trepa al 57,5 por ciento. Más de un millón y medio
de jubilados cobra menos de 300 pesos por mes luego de toda una vida de aportes.
Un millón novecientos mil argentinos trabajan de sol a sol por menos de 200
pesos por mes. El índice de desocupación roza el 20 por ciento. Y detrás de los
casi dos millones de Planes, y sobre todo de los cientos o unos pocos miles de
piqueteros que cortan a su antojo las rutas, los puentes y las calles, está el
resto de la sociedad. Millones tomados como rehenes. Millones que no pueden
llegar a su trabajo o que llegan tarde y pierden su recompensa por presentismo y
puntualidad. Médicos y enfermos que no alcanzan su urgente destino: el hospital.
Hombres y mujeres con los centavos justos que pierden su día de trabajo o la
chance de conseguir un empleo. Millones de historias que se frustran, se
trastrocan, naufragan, sometidas al tormento casi diario del compulsivo "Por
aquí no pasa nadie porque aquí mandamos nosotros, los piqueteros
". Tibiamente,
alguien habló hace un tiempo de la patria piquetera. Hoy, la definición ha
cambiado. Hoy es ya la dictadura piquetera. A espaldas de toda razón, ley y
justicia. Y casi bendecida por el Gobierno.

por Federico Fahsbender
informe: Agustín Machado
fotos: Fabián Uset, Carlos González y Presidencia de la Nación

El aparato de seguridad (¿?) piquetero, en pleno Puente Pueyrredón, mira de reojo a la custodia policial escudado tras barbijos y pasamontañas y armado con palos: la arbitrariedad y la violencia como ejercicio político.

El aparato de seguridad (¿?) piquetero, en pleno Puente Pueyrredón, mira de reojo a la custodia policial escudado tras barbijos y pasamontañas y armado con palos: la arbitrariedad y la violencia como ejercicio político.

2.336 cortes de rutas en todo el 2002. Este último enero, 104. En la foto, el viaducto Carranza (Palermo) copado por columnas piqueteras. Muchas veces los activistas van a las marchas armados con bastones de madera, a pesar de predicar que sus marchas

2.336 cortes de rutas en todo el 2002. Este último enero, 104. En la foto, el viaducto Carranza (Palermo) copado por columnas piqueteras. Muchas veces los activistas van a las marchas armados con bastones de madera, a pesar de predicar que sus marchas "son pacíficas".

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