Identikit facemakers – GENTE Online
 

Identikit facemakers

Una cabeza con cabello real, totalmente intimidante, yace sobre la mesa en la que Mariángeles Capparelli y María Emilia Poy dan la entrevista. A los costados hay piernas mordidas y cabezas masturbadoras, que son algunos de los trabajos que estas especialistas en efectos especiales han acumulado a lo largo del tiempo. Se dedican a hacer cine, televisión, publicidad, artes plásticas, y son capaces de fabricar cualquier cosa que se les pida.

–¿Cuándo nació la pasión por los efectos especiales?
MA: Empezamos a explorar ese mundo porque poner linda a una persona es grato, pero muy limitado, y en este ambiente un día te piden un moretón, al otro un brazo que vuela y si sos curioso te enganchás.

–¿Cómo se fabrica una cabeza?
MA: El primer paso es sacar un modelo con un material parecido a un gel, que copia todo perfectamente, incluso los poros. A partir de ahí es posible hacer, por ejemplo, una nariz con una plastilina especial, pegarla y sellarla al actor. Si no, se puede rellenar el molde con espuma de látex, y hacer un positivo para crear la cabeza. Una vez que ya tenés la prótesis, empatás el color con maquillaje. Lo importante es que no se note el pase ni en el volumen, ni en el tono.

–¿Qué tipo de maquillaje usan?
MA: Depende de si se tiene que mojar o si va a haber mucha acción. No podés decirle al director: “No, ahora no puede nadar”. El producto tiene que ser impecable y funcionar bajo cualquier condición.

–¿El cabello es de verdad?
ME: Sí, se pega uno por uno. Pelo por pelo se llama la técnica.

–¿Cuál fue su modelo más famoso?
MA: Klaus Maria Brandauer, un actor alemán que estaba trabajando con Francis Ford Coppola en la película que filmó Argentina, Tetro. En la escena, él hacía de sí mismo y de su hermano gemelo, en un momento uno de ellos muere, el otro va al funeral y lo ve en el cajón.
Me acuerdo que no le podían hacer el molde, habían intentado en Londres, París y Estados Unidos y nunca lo aguantó. Porque hay que estar cuarenta minutos con los ojos cerrados, respirando por la nariz, sin moverse, como con una escafandra de yeso a la que sólo se le dejan los agujeritos de la nariz. Además, es una sensación extraña porque no se escucha muy bien y no se puede hablar. Por eso si una persona es muy claustrofóbica, entra en pánico. Igual es todo psicológico, nosotras logramos que se tranquilizara y pudiera soportarlo.

–¿Probaron de hacerlo primero con ustedes mismas?
ME: Sí, es fundamental saber qué siente el que está ahí, a cada paso, para poder decirle qué va a ocurrir y que nos tenga confianza. A parte es una garantía de que funciona bien.

–¿Fue buena la experiencia de trabajar con un director tan reconocido?
ME: Sí, con nosotras fue bárbaro, incluso terminamos actuando en la peli. Fuimos a asesorar a un actor sobre una escena y llevamos a dos amigos que cada tanto nos ayudan y que querían ser extras. Ya estaban vestidos para grabar y de repente Coppola dice: “No, corte. Yo quiero a las profesionales”. Nos cambiaron en dos minutos y tuvimos que hacer la toma como 20 veces. Después él nos decía: ”¡Bravo, bravo!”. Fue muy gracioso.

–¿Cuál fue el proyecto más divertido que hicieron?
MA: En una época trabajamos con un sex shop, hacíamos de todo para ellos, sobre todo sacábamos moldes a muchas chicas. Ahí nos volvimos expertas en anatomía. Fabricábamos consoladores, cabezas masturbadoras, cinturones con prótesis. Llegamos a tener la heladera llena de penes de gelatina saborizada y perfumada. Fue una experiencia muy cómica.

–¿Ustedes deciden la estética de sus trabajos?
ME: En realidad nos documentamos sobre la época en que transcurre la escena y trabajamos en conjunto con el director de arte. Hace poco estuvimos como caracterizadoras en la película argentina Felicitas, en la que se mantuvo una línea muy naturalista. Las actrices tenían que verse hermosas pero no se tenía que sentir el maquillaje puesto, porque en ese momento las mujeres no usaban nada. Parece que no, pero es un desafío, porque la persona tiene que confiar en que en pantalla gigante se va a ver bien para dejarte hacer tu trabajo.

–¿Cómo fabricaron el cuerpo de Luis Machín en Epitafios?
ME: Fue un desafío hacer una pieza tan grande, pero en parte siempre lo es, porque por lo general los productores vienen con propuestas bastante alocadas y tenemos que idear cómo realizarla. Con el torso, elegimos un doble y primero teníamos que sacar el molde con él parado, porque se tiene que tomar en la misma posición en la que se va a desarrollar la acción. Tuvo que depilarse por completo y soportar el peso del caparazón de yeso, las piernas se le empezaban a dormir y tuvimos que inventarle una base, una especie de mesa con dos agujeros.

–Para que la pieza se asemeje al actor: ¿se basan en imágenes?
MA: Claro, siempre tenemos fotos de referencia. Pero cuando es un cuerpo X, que no pertenece a ningún personaje, usamos estereotipos para que la gente lo crea. Por ejemplo, si vos hacés un cadáver y lo pintás de verde, porque se ponen de unos colores horribles, te dicen: “Eh, no, esto está muy maquillado, te pasaste”. Entonces tenés que respetar lo que el público imagina.

Más información: Identikit Facemakers.

1º se toma un molde.

1º se toma un molde.

Después se saca un positivo.

Después se saca un positivo.

Se trabaja a mano cada detalle.

Se trabaja a mano cada detalle.

Se pegan uno a uno cabellos reales.

Se pegan uno a uno cabellos reales.

Se la maquilla.

Se la maquilla.

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