No le llevó mucho tiempo decidirlo, de hecho, no tuvo que hacerlo: fue un impulso, a secas, la decisión de una actriz mamá que un día se da cuenta de que, por un tiempo, la mamá manda y la actriz debe esperar. Por eso, el 2004 de Celeste Cid, mamá de André, cinco meses, no tuvo el vértigo insufrible de los años de pantalla caliente: fue un año con, apenas, una participación en Locas de amor (ella y su panza, claro) y un cameo en El Deseo. El resto, pequeñas delicias de la vida conyugal.
Hipólito y Fedra, obra de Alejandro Ullua inspirada en el teatro clásico griego, buscará homenajear, en el escenario del Centro Cultural Konex, los 25 siglos del nacimiento de Pericles, máximo referente del esplendor cultural de Atenas en el 495 AC.
Después de una vida (la infancia más la adolescencia, bah) en la casita de los viejos, Celeste se mudó de su barrio de siempre. Dejó San Cristóbal y se fue a Palermo. Fue el primer gran envión. Hoy, vuelve a mudarse, esta vez con su novio, el músico Emmanuel Horvilleur. "Es fabuloso vivir con Emma. Por primera vez desde que me fui de la casa de mis padres siento que tengo un hogar y que formé una familia", dijo recientemente.
La pareja eligió la zona de Santa Fe y Coronel Díaz (ahí nomás de la casa de Charly García). Allí Celeste se prepara para afrontar su primer desafío teatral: nunca hizo más que televisión. En carpeta hay una tira de Pol-ka, Botines, que la tienta, pero Celeste aún prefiere asegurarse de que las horas de grabación no les van a comer la vida, a ella y a André.
Celeste pasó un año sabático en compañía de su flamante familia.
