“Hasta que nos reencontremos, a Mario siempre lo voy a llevar en el corazón” – GENTE Online
 

“Hasta que nos reencontremos, a Mario siempre lo voy a llevar en el corazón”

Nos conocimos en el ’99, cuando los dos trabajábamos en FM Horizonte. Yo hacía Música y Noticias de 7 a 9 de la mañana. Y Mario venía después; yo le entregaba el estudio. Al principio me miró fijo y, como se dice, ‘me tiró los galgos’. Lo saqué corriendo, pero hoy reconozco que me gustó esa actitud. Después empezó a hacerse el amigo y me conquistó. Recuerdo una vez que él se iba de vacaciones, y el día anterior, se me acercó y me dijo: “¿Sabés cómo te partiría la boca de un beso en este momento?”. Me hizo temblar y tentar, pero no me reí ni lo besé. Cuando regresó del veraneo fuimos a tomar un café al driving de Costa Salguero. Ahí empezó nuestra historia de amor...”.

Las manos de Marcela Giorgi (41) transpiran, su mirada cae al piso, sus ojos enrojecen, una lágrima recorre su pómulo derecho, y su boca tiembla. Esa parte de su cuerpo, que a Mario Mazzone (48), tanto le fascinaba. “Siempre me gustaron las morochas bien boconas, ¿por qué creés que la elegí a Marce?”, bromeaba siempre el querido periodista y locutor, que murió el domingo 20 de mayo, víctima de un cáncer. Ahora, su compañera de los últimos ocho años se recompone un poco. Es hora de hablar de lo divertido que era Mario, y ella lo va a hacer por primera vez desde su muerte. “¡Ay, era terrible! Una de las principales cosas que me conquistaron fue su sentido del humor. Siempre era muy ocurrente. Y como los dos somos tanos, cuando nos peleábamos se armaba lindo, pero luego, a la hora de reconciliarnos, también lo hacíamos con todo...”

“Al tiempo que empezamos a salir ya disfrutábamos muchísimo de estar juntos. Yo pasaba por su departamento y cuando me despedía, sacaba un cartel que había hecho a mano y decía: ‘Te amo’. Y apenas me iba, ya lo extrañaba”.

Marcela Giorgi es locutora, periodista, y su voz es conocida porque pasó en sus inicios por la mejor etapa de FM Horizonte, hasta consagrarse sobre todo en radio Mitre y La 100, donde llegó a ganar dos Martín Fierro por el programa De 7 a 9 en la 100 junto a Mario Portugal. Hoy conduce, de 5 a 6, Aire de noticias, y acompaña a Santo Biasatti de 6 a 9, ambos por radio Mitre. Pero Marcela no quiere hablar de ella, sino rendirle un merecido homenaje a Mazzone. Y entonces cuenta que ella lo llamaba Mi amor, Negro o Tiger –era un apasionado del golf–. Y que él prefería decirle Muñequex: “Mario era una sorpresa tras otra y te desarmaba… Un día, al comienzo de nuestra relación, me susurró al oído: ‘Estoy buscando una mujer, pero una mujer en serio’. ¿Qué más quiere una chica que escuchar cosas dulces de un hombre, no? Mario era un tipo simple, de barrio, nacido en San Telmo, en la calle Venezuela, buena persona, buen hijo, buen padre, y tenía una cualidad que yo le admiraba: se adaptaba a cualquier circunstancia. Podía participar de una reunión con personas de alta sociedad o disfrutar de un asadito con amigos para hablar de fútbol o mujeres. Sí, mujeres, porque era muy picaflor. Siempre andaba coqueteando. Me encantaba verlo impecable, pero a veces se aprovechaba de su pinta para agradar a otras... Los dos éramos muy celosos. Yo siempre le elogiaba sus piernas gruesas y su espalda. Era muy fuerte; había jugado al rugby en Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, y contaba que más de una vez había llegado con los dientes rotos. Hasta que empezó a jugar al golf. Le gustaba tanto que me hizo tentar a mí, y empecé yo también a pegarle a la pelotita”.

Marcela hace una pausa en el recuerdo, respira hondo, y muestra la foto más querida que él le dedicó de puño y letra: “Te amo, con vos soy feliz”, redactó Mario, simple pero contundente. Ella toma el retrato entre sus manos, lo aprieta, y llora, pero con felicidad: “Es que los momentos que vivimos fueron muy intensos –rememora–. Cuando teníamos un momento libre nos escapábamos adonde podíamos. Nos encantaba Río de Janeiro, que tiene ese clima especial que a uno siempre lo hace sentir optimista. Sin embargo para Mario era un clásico pasar sus vacaciones en Miramar: allí se juntaba con sus amigos; era como una cita impostergable todos los veranos”.

En el momento de hablar de la familia de Mario, Marcela sólo tiene palabras de cariño: “Tengo una muy buena relación con sus hijas, Florencia y Lucía, con la mamá de Mario, a la que todos llaman cariñosamente Bochita, con su hermana, y con todos los que no paraban de mimarlo y brindarle cariño en esta etapa tan dura de su vida que le tocó afrontar. Se enteró de la enfermedad en julio de 2006. Empezó con un dolor en la cadera, como cualquiera puede sufrir, y luego vino lo peor. Pero Mario nunca mostró flaquezas. Sacó fuerzas de cualquier lado, y siempre se mostró íntegró. Me decía: ‘Muñequex, mañana me hago una transfusión y en un par de días me van a dar hierro’. Tenía todo programado, y mucha voluntad para curarse, luchaba y luchaba...”

Entonces, Marcela se quiebra y es imposible no conmoverse. Es que Mario era muy querido y respetado como persona y profesional. “Me halaga mucho lo que pasa con él; no hay quién no le demuestre cariño –continúa Marcela–. En TN y en Canal 13 lo amaban. Sus compañeros de Mañanas informales con Jorge Guinzburg a la cabeza cuentan maravillas de él. Ni hablar de Gastón Recondo –tan fanático de River como Mario–, que fue quien le dio una mano grande cuando mi marido se había quedado sin trabajo”.

El momento más duro de la charla llega cuando Marcela recuerda aquel 20 de mayo, cuando el periodista se descompuso: “Había hecho su programa, Mirá vos, por la mañana en radio Continental sin problemas. Y fuimos al Pilar Golf, porque él era un fanático de ese deporte. Manejó todo el trayecto por Panamericana, llegó al club, compró pelotitas, y cuando estábamos yendo hacia el campo se desplomó. Ni siquiera pudo decirme ‘Me siento mal’. Nada. Enseguida dos amigos que nos acompañaban –uno es médico– lo asistieron. Llegó la ambulancia, en el lugar hicieron de todo para ayudar, pero fue imposible. El venía sufriendo una trombosis en una pierna, consecuencia lógica de la medicación que tomaba para combatir la enfermedad. No puedo creer que ya no esté a mi lado. A Mario siempre lo voy a llevar en el corazón, hasta que nos reencontremos. Cuando estoy muy, pero muy triste, me consuelo pensando que fue el hombre de mi vida, el que me hizo vivir los mejores años”.

Marcela y su mirada profunda hacia el retrato que Mario le había obsequiado y donde le declaró su amor: <i>“Con vos soy feliz. Te amo”</i>, escribió de puño y letra Mazzone.

Marcela y su mirada profunda hacia el retrato que Mario le había obsequiado y donde le declaró su amor: “Con vos soy feliz. Te amo”, escribió de puño y letra Mazzone.

Con Marcela Giorgi, en Río de Janeiro en octubre de 2006. En todas las fotos, la inconfundible sonrisa de Mazzone.

Con Marcela Giorgi, en Río de Janeiro en octubre de 2006. En todas las fotos, la inconfundible sonrisa de Mazzone.

Con sus compañeros de Mañanas informales.

Con sus compañeros de Mañanas informales.

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