Hace dos años fue víctima de los saqueos…Hoy volvió a confiar en la Argentina – GENTE Online
 

Hace dos años fue víctima de los saqueos...Hoy volvió a confiar en la Argentina

No se fue, Wang Zaohe. Sigue aquí, sigue trabajando aquí, con sus 41 sufridos

años, a 19 mil kilómetros de la ciudad de Fuzhou, capital de la provincia de
Fujian, en el sudeste de la China, su casa. Y a dos años de que -nunca se sabrá
del todo quién nunca se sabrá del todo por qué- saqueran por completo el
mercadito del que era dueño junto a su cuñado, en Ciudadela.

No se fue, Wang Zaohe, aunque por un tiempo quiso hacerlo. Había pedido, a
amigos y familiares, 120 mil dólares para abrir su mini mercado. Lo perdió todo,
dinero y local, y hasta hoy no recuperó un solo peso, un solo dólar (cuando los
pidió eran la misma cosa). Así que lo pensó: irse, dejar todo, volver con la
frente marchita pero a salvo donde aún está su familia, sus padres ancianos, su
esposa, su hijo de doce años entonces, de catorce hoy.

"En China se vieron por televisión las imágenes de los saqueos. Mi familia llamó
por teléfono y me pidió que me cuidara y que siguiera trabajando, que no
perdiera la confianza",
dice el traductor de Wang que Wang le acaba de pedir que
nos diga. El español de Wang no le alcanzaría para preguntar la hora por la
calle y su chino cantonés es para mí un enredo gutural de consonantes dispersas.
Así que un traductor hará posible la charla, es decir, la nota.

-¿Por qué se quedó?
-Después del saqueo estuve muy triste, con mucho dolor y quería morir, pero con
la ayuda de vecinos argentinos y amigos chinos estuve mejor, espiritualmente
mejor. Por ejemplo, mis vecinos de Ciudadela, donde tenía mi negocio, juntaron
setenta pesos para que pudiera comer unos días. Eran vecinos muy pobres, pero
igual me ayudaron como pudieron. Eso me hizo confiar.

Hoy Wang sigue trabajando en un minimercado chino, pero ya no como su dueño.
Gana 300 dólares al mes (el dólar es la moneda de referencia ante la
colectividad), vive en una pieza sobre el mismo local y gasta lo mínimo que la
vida en Buenos Aires le permite gastar. No sale, no consume, no se deja tentar.
Lo que ahorra lo manda a China y, cuando puede, devuelve. Pero puede muy poco.
De todas formas, ganó confianza Wang. Cree en el nuevo gobierno y ya no teme,
aunque le preocupan los asaltos. "Hace un año, ladrones se metieron de noche, un
domingo, y llevaron 1500 pesos"
, recuerda con la naturalidad de quien ya no se
asusta de nada. Después, con una sencillez devastadora, dirá: "Soy chino, nací
para el sacrificio".

Wang llegó a la Argentina hace cuatro años. Venía de ocho en el ejército chino y
de ganar 500 dólares al año en la municipalidad de Fuzhou. Dejó a su familia en
casa y llegó a Buenos Aires para cumplir su sueño americano. Pero el sueño
americano es muy distinto del sueño latinoamericano. Nadie se lo dijo y después
del 20 de diciembre que le transformó el sueño en pesadilla se pasó 10 meses
deprimido: "cabeza, muy malo", explica él en su primer intento castellano por
prescindir de la traducción. Vivió de lo que su colectividad le daba para comer
y no salió hasta que un paisano lo llevó como encargado. Un aparición en Por
qué, el programa de Jorge Lanata, le ayudó a que Aníbal Fernández, ministro del
Interior, se preocupara primero y se ocupara después de sus situación
migratoria. "Ya está en trámite su regularización", explica Shao Ji Zeng, el
traductor y luego Wang, traducido, agrega: "Cuando tenga mi radicación
definitiva quisiera conseguir papeles para mi esposa y mi hijo, para poder
traerlos a vivir y trabajar en la Argentina. Yo voy a levantar de nuevo, sé que
voy a levantar de nuevo, cada vez tengo más confianza. El gobierno cambió y eso
es bueno para proteger a los comerciantes. Es cierto, sentí odio por los
ladrones y quise irme, pero también conocí a muchos argentinos buenos y cambié
de idea".


-¿Qué siente hoy por la Argentina?

-Yo no odio. Yo tengo esperanza.

Son las dos de la tarde de 20 de diciembre de 2001: el minimercado Del Sol, en Gaona al 4600, Ciudadela, es íntegramente saqueado. Unas 500 personas vaciaron las góndolas en apenas minutos. Wang no encuentra explicación ni consuelo.

Son las dos de la tarde de 20 de diciembre de 2001: el minimercado Del Sol, en Gaona al 4600, Ciudadela, es íntegramente saqueado. Unas 500 personas vaciaron las góndolas en apenas minutos. Wang no encuentra explicación ni consuelo.

Una imagen de aquel 20 de diciembre: una mujer, intenta explicarle a Wang lo inexplicable: que muchos de sus propios clientes saquearan el negocio.

Una imagen de aquel 20 de diciembre: una mujer, intenta explicarle a Wang lo inexplicable: que muchos de sus propios clientes saquearan el negocio.

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