“Hablé con la policía para salvar a mi familia de la locura de mi marido” – GENTE Online
 

“Hablé con la policía para salvar a mi familia de la locura de mi marido”

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Alicia Di Tullio nunca tuvo suerte con los hombres. Luego de un primer matrimonio frustrado –que sólo le dejó dos hijos–, mantuvo un tórrido romance con un empleado del Sindicato de Pescadores de Mar del Plata. Pero la relación terminó en tragedia: durante una disputa familiar, el hombre recibió tres balazos que lo llevaron directo al cementerio. En el penal de Batán, Alicia conoció a Rubén de la Torre. Los presentó su hermana, Margarita Di Tullio, una cabaretera marplatense más conocida en el mundo criminal como Pepita La Pistolera. “Fue amor a primera vista”, dicen. Tras aquellas rejas, Alicia y Beto engendraron a su único hijo: Damián, un chico que hoy tiene once años. Vivieron juntos en el barrio porteño de San Cristóbal por más de un lustro. Pero luego sucedió el asalto al Banco Río…
Por teléfono, Alicia Di Tullio concedió a GENTE su primera entrevista desde lo que muchos investigadores aún llaman “el robo del siglo”.

–¿Por qué delató a Alberto de la Torre?

–Yo en ningún momento lo delaté. Esas son mentiras que no sé quién le dijo a la prensa. Nunca hubiera hecho algo así.

–¿Entonces cómo llegó usted a la policía y la policía a él?
–Todo surgió a partir de una dura pelea que se desbordó por el estado de mi pareja, el día anterior a su detención.

–¿Ustedes convivieron hasta ese día?
–No. Hacía una semana que él no dormía en mi departamento. En realidad, nunca supe dónde estaba, pero veníamos de varios días con llamadas telefónicas y mensajes amenazantes. Por ejemplo, él quería llevarse a nuestro hijo, que vive conmigo.

–¿Quiere decirme que la pelea se dio por el nene?
–No. Cuando vino a verme ese día lo dejé que llevara al nene a tomar un helado. Incluso los acompañé y estaba todo bastante en orden. Pero al regresar a casa estalló la locura. El quería que yo le diera mil pesos para arreglar mi auto… ¡que él mismo había roto!

–¿Lo chocó?
–No. Rompió mecanismos electrónicos, como el levanta-vidrios, por ejemplo.

–A ver si entiendo, ¿robó más de un millón de dólares y le reclamaba mil pesos a usted?
–Sí. Así de inexplicable también resultó para mí. Como yo no le daba el dinero, me pidió aritos, pulseras y una cadenita de oro que me había regalado. Yo se los mandé con mi hija porque nos dejó en su casa, pero no resultó suficiente. ¡Quería que le devolviera todo lo que él me había comprado! Ahí le dio un ataque de locura.

–¿Qué pasó entonces?
–Empezó a tocar todos los timbres del portero eléctrico y rompió a patadas la puerta del edificio. Una vecina del segundo piso llamó a la policía. Entonces yo bajé y le dije que nos fuéramos, que sería lo mejor. Llegamos a mi casa y como estaba armado le pedí que me matara, porque yo no quería seguir viviendo así. Tenía encima dos armas de fuego, pero no quiso hacerlo...

–¿Se fue?
–No. Me llevó nuevamente a la casa de mi hija, que queda a cinco cuadras. Me dijo que por lo menos iba a matar a un cana, pero por suerte no ocurrió nada de eso. Volvimos a mi casa y me dijo que vendría al día siguiente, a las diez de la mañana… ¡a matarnos a todos! A mí, a mis hijos, mi yerno, mi nieto e incluso a su propio hijo.

Denuncia frustrada. Alicia relata con voz serena que “todo eso pasó en poco más de una hora”. Reconoce que su estado de ánimo estaba “algo controvertido” y que temía por la integridad física de su familia. Entonces procuró seguridad. “Fui a la comisaría Octava, pero no me tomaron la denuncia”, insiste.

–¿Intentó a través de la Justicia?
–Volví a la casa de mi hija, estaban todos con pánico. Busqué en la guía, donde hay varios organismos para hacer denuncias, pero en uno solo me dijeron que podrían atenderme a la mañana siguiente.

–¿Y la atendieron?
–A las 7 de la mañana vinieron a buscarme de la DDI para ir a San Isidro. Me hicieron escuchar todas las comunicaciones telefónicas, me mostraron fotos de mi marido y me dijeron que en pocas horas lo iban a detener por el robo al Banco Río.

–¿Y ahí fue cuando usted contó todo?
–Ahí fue cuando me llevaron con el fiscal (Jorge Ariel) Apolo. El me ofreció seguridad. Me dijo que podría ingresar al programa de protección de testigos, me prometió una casa en otro destino, que venderían mi casa y que nadie se enteraría si yo contaba lo que sabía. Incluso me juró que lo que yo declarara iba a ser mantenido en un sobre cerrado más allá de la investigación. Pero no cumplió y mi familia está expuesta a la delincuencia.

–¿Tiene miedo?

–El miedo lógico, por mis hijos y mi nieto. Imagínese: los que robaron el banco o cualquier delincuente puede atentar contra nosotros.

–¿Por qué?
–Porque a mí me entregaron públicamente como buchona y eso, para los códigos de esta gente, es muy grave. Lo peor es que yo no buchoneé a nadie.

–¿Pero usted estaba molesta porque su marido se iba con Liliana Fernández, no?
–No. Es más, no creo que eso sea cierto. Nuestra pelea no fue por eso, fue por ese ataque que le dio a él… Te diría que él hundió a sus compañeros por mil pesos, algo insólito.

–¿Conoce a Liliana Fernández?
–Sí, es la mujer de un compañero de mi pareja que está detenido. Nosotros le dimos ayuda económica. Tienen dos hijos y mi marido se ocupaba de que fuera a visitarlo.

–¿Nunca sospechó de un engaño?
–No, para nada. Con mi marido estábamos bien. Todavía no creo en esa relación. Yo trabajo todo el día y no tengo tiempo para vigilarlo. Atiendo cabinas, vendo celulares, estoy con el tarot…

–¿Usted sabía del robo?
–Sí.

–¿Entonces usted habló con la policía por temor a una represalia luego de la pelea?
–Sí, así es. Por la seguridad de mi familia ante la locura de mi esposo.

–¿El le entregó parte de ese botín?
–No. Tampoco le pedí nada. Las casas y el auto están a mi nombre. Invité a la Justicia para que vean que no tengo nada de eso.

–¿Usted conoció a su marido en Batán?
–Sí. Estuve ocho años atendiéndolo cuando estaba preso. Llevamos 15 años juntos y tenemos un hijo de 11. También fui su enfermera y su madre cuando quedó paralítico por un problema neurológico. Fueron cuatro meses…

–¿El no iba a escapar con Liliana Fernández?
–No, creo que eso fue difundido para hacerme daño y dejarme como la entregadora. No sé quién inventó todo eso. Tampoco creo que ella fuera a abandonar a sus dos hijos.

–¿Nunca le habló de ella?
–¡Era la mujer de un compañero preso!

–¿Qué cree que le pasó a su pareja?
–No sé. Pienso que se mareó con tanto dinero, no puedo entenderlo. Enloqueció de golpe. No sé si se habrá arrepentido y buscó que lo encuentren. Cuando rompió la puerta de vidrio nos arruinó la vida a todos, incluso a mis hijos mayores, que perdieron sus trabajos.

–¿Se habrá enamorado?
–No creo, no creo que perdiera la cabeza por eso. Pero si es así, no supo ser feliz.

–¿Usted está enamorada de él?
–Sí, claro, profundamente.

–¿Piensa ir a visitarlo?
–No, porque él siente mucho odio por mí. Pero estoy informada diariamente de su situación personal, me preocupo por él.

–Si le hubiera hablado de otra mujer, ¿lo habría entendido?
–Perfectamente. Sé que eso puede pasar. Además no le hubiera reclamado nada, nunca lo hice. Yo puedo vivir muy bien con lo que tengo y lo que gano todos los días.

–Si no hubiese roto la puerta, ¿usted lo hubiera delatado?
–No, yo no soy capaz de hacer algo así.

–¿Conoce a los demás asaltantes?
–No, no tengo nada que ver con ellos.

–Su hermana dice que usted es una “buchona” y cada vez que se refiere a usted dice “el enemigo”. ¿Cómo es su relación con Margarita?
–No, vivimos lejos, pero estamos comunicadas. Mi sobrino suele venir a mi casa, pero yo mantengo a mis hijos alejados de todo el pasado. No tengo problemas con ella.

Alicia (en el círculo, de remera blanca) y su hermana Margarita, también conocida en el mundo del hampa como Pepita La Pistolera, en la última foto juntas.

Alicia (en el círculo, de remera blanca) y su hermana Margarita, también conocida en el mundo del hampa como Pepita La Pistolera, en la última foto juntas.

Alicia Di Tullio en el cumpleaños de una inquilina (tal como apareció en las revistas Semana y Noticias). Su enojo    habría terminado con la impunidad de la banda.

Alicia Di Tullio en el cumpleaños de una inquilina (tal como apareció en las revistas Semana y Noticias). Su enojo habría terminado con la impunidad de la banda.

Silvia Liliana Fernández, la supuesta amante de De la Torre, cuando fue detenida.

Silvia Liliana Fernández, la supuesta amante de De la Torre, cuando fue detenida.

Margarita Di Tullio hoy, en la puerta de su casa en Mar   del Plata, deplora la actitud de su hermana.

Margarita Di Tullio hoy, en la puerta de su casa en Mar del Plata, deplora la actitud de su hermana.

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