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Gustavo Gagliardo

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Gustavo Gagliardo compone música tecno, pinta, diseña ropa, hace instalaciones y exhibe orgullosamente el hecho de ser uno de los pioneros del Street art en la Argentina. Sin embargo, trabaja desde las sombras y es difícil de encontrar. Muchos lo conocen como Defi, pero ninguna de sus obras está firmada.

Es parte del grupo que decoró el patio del Centro Cultural Recoleta y diseñó varios murales de la ciudad de Buenos Aires. En una época ataba puertas de autos decoradas a los postes de luz. Una presencia constante en la Capital Federal y esta es su historia:

–¿Cómo nació la idea de hacer Street art?
–Empecé en la UBA, cuando era profesor de la carrera de diseño gráfico. En esa época no había ninguna actividad en la facultad, estaba todo my chato. Y con una amiga comenzamos a publicar una revista que se llamaba Fase. Esto fue por el ’99 ó 2000.
Para promocionar lo que hacíamos pegábamos afiches, fotocopias gigantes, y de ahí surgió la necesidad de expresarse en la calle. Encontrábamos un auto abandonado y lo forrábamos de papel. Era un momento en el que no usábamos Internet y las paredes eran un medio. Estaba buenísimo porque la gente sabía que algo estaba pasando, pero no tenía nombre como ahora, que el Street Art es una moda.

–¿Qué técnicas usabas?
–Cuando salíamos a pintar murales de gran escala utilizaba rodillos, que no se tenían en cuenta entonces, y a partir de ahí se empezó a gestar un estética nueva dentro del estilo mundial, pero en la Argentina. Y eso se dio gracias a otros artistas que vinieron de diferentes países a visitarnos. Salíamos a enchastrarnos con ellos y aprendíamos.

–¿Cómo elegís un lugar para pintar?
–Simplemente elijo el muro que más me gusta, aunque las casas se pusieron de moda en este último año. Me parece una lástima, porque de esa manera se pide permiso para hacer un dibujo. Es muy distinto a ir por la calle y tomar un lugar, que es lo que busca el Street art.

–¿Y qué significado le das a esa apropiación?
–Fue una necesidad en 2001 y 2002, cuando Buenos Aires estaba llena de pintadas políticas. No estaba bueno, era como una guerra.

–¿Querìas ver algo más estético?
–Sì, ponerle un poco de onda a la ciudad cuando todo era un quilombo. La gente veía los dibujos y decía: “Está bueno”. Eso buscaba generar con los chicos con los que trabajaba. En la radio nombraban a un grupo que pintaba en la calle y al principio estuvo bueno, porque no se sabía quiénes éramos.
Después llegaron las agencias de publicidad y empezaron a filmar en locaciones donde había graffitis. Ese fue el comienzo de la moda del Street art y el fin de nuestras apariciones. Supimos que algo malo estaba pasando.

–¿No querían salir del anonimato?
–El problema era que las agencias ganaran plata con algo que nosotros hacíamos totalmente gratis para la gente. Ahí se empezó a dividir el grupo. Por un lado quedaron los que pintaban para empresas, por el otro los que no. Y en el último tiempo nos empezamos a aislar. Yo tomé ese camino.

–¿Te encontraron alguna vez cuando estabas dibujando?
–Un montón de veces. Cuando pasa, viene la policía y te dice: “Basta”, y entonces vos le decís: “Pero dejame terminarlo”. Tal vez aparece el vecino que hizo la denuncia y te dice que si parás de pintar no levanta el acta. Le hacés caso y vas al otro día y lo terminás.

–¿Qué estás haciendo en este momento?
Pasto quemado. Tengo lugares vistos y cuando paso y está bien verde voy y lo incendio. A nadie le gusta, todos me dicen: “¿Por qué el césped?”. Pero sí, yo armo un fueguito y el colectivo pasa por al lado y te tira una montaña de humo. ¿Y? Estamos en la ciudad y hay que bancársela. Hacer esto es encontrar un soporte nuevo. Si más gente se sumara sería un caos, aunque si todos hicieran lo mismo aburrirìa, porque no podés aprender nada.

–Y la música, ¿qué espacio ocupa en tu vida?
–Cuando empezamos a trabajar con Fase, produciendo videos, necesitamos hacer melodías. Tuve una aproximación a los programas de edición y me gustó. Entonces con mi compañero Pedro Perelman empezamos a aparecer en vivo. Antes era como una rareza hacer música con computadoras.

–¿Dónde tocás?
–Vinimos de gira hace un mes de Nueva York y antes estuvimos en Berlín.

–¿No hacen presentaciones en el paìs?
–Argentina es un lugar para producir, no para mostrar lo que hacés. Porque falta público, gana lo masivo y cuando eso pasa se bastardea la vanguardia.

–Pero tu ropa apareció en locales de Palermo.
–Vendí el año pasado, pero me di cuenta que afuera gusta diez veces más. La gente le da el valor que tiene la prenda única. Ahora hago pequeñas tiradas y las mando a afuera. Van cambiando los países siempre.

–¿Cómo se hacen las remeras?
–Pintás en papel y después los sublimás. El diseño dura una sola planchada, por lo tanto es único. Está bueno porque es pintar 100 cuadros que podés llevarte puestos.

–¿Dejás entrar a la gente a tu taller para que te vea trabajar?
–No, sólo a mis amigos. Porque cuando no conozco a alguien no me interesa mostrarle mi obra. Aunque, contradiciéndome, hace poco hice una expo dentro de una habitación de un albergue transitorio. Se llamó Sohotelomuestra. Era un telo que iban a demoler y antes, la empresa constructora le dio una habitación a cada galería. Agalma me llamó para que lookee el lugar.
Entonces me quedé a vivir cinco meses y ese era un taller al que sí iba cualquiera. Si tenía una entrevista, el periodista tenía que sentarse en medio de ese atelier bizarro. Tenía mi guarida, llamaba a mis amigos y les decía "hoy fiesta en la habitación 210".

–¿Y cuándo te fuiste?
–Un mes y medio antes de que lo tiren abajo se abrió el edificio y fue una galería pública. Pero ya me había establecido: tenía Internet, un jardín y hasta pintaba ahí. Era mi casa y me encontraba gente adentro de repente, leyendo.

–¿Por qué no contás en ningún lado quién sos?
–Porque una imagen vale más que mil palabras, me quedo con eso. En mi sitio web, cuando tengo que contar un proyecto, pongo bla bla bla. ¿Qué te voy a decir? ¿Por qué quemo el pasto? No sé, tengo un escape violento y quiero que la gente lo vea y diga: ”¿Qué es esto?” Acuñé muchos seudónimos y no me gusta aparecer, por eso hago dibujos pero no pongo mi nombre. Lo importante es que alguien se pare delante de una de tus obras sin firma y sepa que es tuya.

Más información: Lindo Killer, Mundo Fase o Flickr de Defi Mural de 150 x 150 cm. Buenos Aires, 2005.

Mural de 150 x 150 cm. Buenos Aires, 2005.

Colección de remeras para adultos, <i>Zumo07</i>.

Colección de remeras para adultos, Zumo07.

<i>Es lo que no tienen que hacer</i>, 2008.

Es lo que no tienen que hacer, 2008.

<i>Tu jardín, mi césped</i>, Palermo, 2008.

Tu jardín, mi césped, Palermo, 2008.

Habitación 210, muestra de arte en un albergue transitorio, agosto 2008.

Habitación 210, muestra de arte en un albergue transitorio, agosto 2008.

Honduras y Gorriti, Buenos Aires, 2007.

Honduras y Gorriti, Buenos Aires, 2007.

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