Fueron a una fiesta, encontraron la muerte – GENTE Online
 

Fueron a una fiesta, encontraron la muerte

Son una, dos, tres pequeñas luces, no más. El chico sostiene la candela en
una mano mientras rebota, mientras la música de Callejeros lo hace saltar sobre
los hombros de un amigo, mientras los parlantes escupen rocanrol y la banda
descerraja un tema del último disco, Distinto. Y Pato, como es el cantante,
canta: "A consumirme, a incendiarme, a reír sin preocuparme hoy vine hasta
acá
". Nunca terminarán. Las pequeñas luces vuelan, se estrellan contra la
tela negra, la media sombra que pronto ensombrecerá todo y a todos. Son las diez
y veinte de la noche del jueves 30 de diciembre. Y el fuego, como un infierno,
se desata. Lo advierte el papá de Christian Dios Torrejón, el bajista, quien les
grita que hay que escapar. Desde un micrófono sale un grito como un latigazo: "¡Rajen,
que se quema todo
!". El salón, de 30 por 40 metros, se llena de un humo
denso. Se apagan las luces. Las tres mil personas que sobrepasan la capacidad
del boliche República de Cromañón (con capacidad para 1037) se apretujan,
chocan, quedan atrapadas en una hoguera. Van hacia la puerta de emergencia, en
un costado. Está cerrada. Empujan y los empujan, los pisan. Van cayendo de a
poco, sudorosos, envenenados por el humo, con los ojos abiertos, rasguñando las
paredes. Al cierre de esta edición, el saldo espanta: murieron 182 , permanecen
heridos 264 -de los más de 700 iniciales-, y 117 de ellos agonizan en distintas
terapias intensivas, casi todos con severas infecciones respiratorias. La
pequeña luz de una bengala, como un monstruo de dos caras, sumió el fin de año
en la oscuridad total.

POR QUE. Las pericias de las autopsias ponen en blanco sobre negro lo
macabro de esos momentos de agonía. Uno de los peritos legistas le dijo a GENTE
"Los decesos se produjeron por asfixia, por inhalación de monóxido de
carbono. Y los cuerpos estaban amontonados porque quien aspira ese veneno
comienza con alteraciones de la conciencia -llamado delirio onírico- y va
perdiendo fuerzas en sus miembros inferiores. La única manera de salvarlos era
aplicando de inmediato oxígeno de alta presión. En los casos que todavía están
en coma profundo, se consideran que en las 72 horas se define el diagnóstico
final
".

La noche había empezado con otro rostro, salvajemente feliz. Callejeros,
banda en ascenso, grupo de códigos barriales, cerraba el año con tres recitales.
La relación con República de Cromañón y su dueño, Omar Chabán, era
intensa: habían tocado en su inauguración, el 10 de abril de 2004. Esta vez
cerraban el año con tres recitales, uno por cada disco editado. El jueves le
tocaba al último: Rocanroles sin destino. El destino, sin embargo, estaba
marcado a fuego.

Antes de comenzar el recital, las bengalas comenzaron a iluminar la sala. De
fondo sonaba Ji, ji, ji, hit de los Redonditos de Ricota: "Ibas
corriendo a la deriva, no lo soñé, los ojos ciegos bien abiertos…
". Omar
Chabán, por un micrófono en off, dos veces, pidió que terminaran, porque
"hay seis mil personas". Una rechifla fue la recepción. Luego hizo lo
mismo Pato, el vocalista de Callejeros: "¿Se van a portar bien?". Le
respondieron que sí. No todos cumplieron.

LA BENGALA PERDIDA. "Yo lo vi al chico que tiró la bengala, estaba
subido en los hombros de otro, la prendió con el cigarrillo
", -le habría
dicho un testigo presencial a la policía-. "La tiró ese chabón como la podría
haber tirado cualquiera de nosotros. Yo también tenía bengalas. En todos los
recitales las tiramos, y otras veces también se prendió fuego pero lo habíamos
podido apagar. Esta vez prendió con todo
."

Desde el lunes (tras el cierre de esta edición) la jueza de instrucción María
Angélica Crotto comenzará a tomar declaración a los testigos y, por supuesto, al
principal acusado, Omar Chabán. Rubia, menuda pero de fuerte carácter, se hizo
conocida cuando intervino en el caso de la toma de la Comisaría 24ª de La Boca,
por el piquetero Luis D´Elía. El jueves 30 a la medianoche, en cuanto supo que
el boliche estaba ardiendo y minuto a minuto se incrementaba la cantidad de
muertos, subió a su auto y se dirigió a Bartolomé Mitre y Rivadavia. Allí
también convergieron el fiscal Juan Sansone, el ministro Aníbal Fernández y el
jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Vallecas.

La jueza no podía creer lo que veía: la puerta de emergencia había estado
trabada con alambre y candado, y se tropezaba con elementos inflamables por
doquier. Las palabras "trampa mortal" estuvieron en la boca de los
investigadores de la policía científica todo el tiempo. "¡No puede ser! ¿Cómo
pudo pasar esto? Deme un par de guantes
", les ordenó a los policías que la
asistían. La jueza se puso los guantes de látex y recorrió metro a metro, palmo
a palmo, cada baldosa, corredor, escalera, baño y rincón del boliche. "¿Cómo
se podía hacer una guardería en este lugar? ¡Un baño! ¡Y en medio de un recital
de rock!
", decía indignada. En un momento, ella misma se mareó por los
restos del material quemado. A las seis y media de la mañana del viernes 31,
salió, tomó aire fresco, un poco de café, y se calzó un par nuevo de guantes de
látex blanco para seguir trabajando.
Adentro, las bengalas y pirotecnia sin disparar le llamaron la atención a la
jueza. "¿Sabe lo que pasa, doctora? En este grupo siempre se ufanaron de ser
la banda más pirotécnica, y siempre hacían pasar alguna bengala por los
invitados VIP que, parece, no tenían el mismo cacheo que los que entraban por la
puerta principal. Pero todavía no tenemos las declaraciones de los testigos, por
eso no sabemos si las que encontramos fueron porque las habían requisado en los
cacheos a la entrada, o las vendían en el mismo boliche
", le dijo uno de los
investigadores de la policía científica.

OIDOS SORDOS. Hubo avisos, claro. Siempre los hay cuando sucede una
tragedia así, evitable. El 1º de mayo, apenas veinte días después de su
apertura, lucía la media sombra hasta el escenario. Sobre el tejido, habían
sembrado luces de guirnaldas, semejando un cielo de estrellas. Duró hasta esa
noche. Tocaba el grupo Jóvenes Pordioseros y, como el trágico 30 de diciembre,
el techo ardió: la diferencia entre las muertes de hoy y la vida de entonces es
que había poca gente -alrededor de medio centenar- y todo se solucionó con
matafuegos. La mitad de la media sombra y las luces se retiraron. La red quedó
sólo hasta la mitad, sobre el primer piso. Por eso, al incendiarse, cayó sobre
quienes intentaban huir desde esa trampa, y también explica la cantidad de
chicos con los pies quemados, después de pisar los restos encendidos. El 26 de
diciembre, durante el concierto de La 25, una banda de Quilmes, sucedió algo
similar, pero como también había menos gente, lo solucionaron con la manguera
contra incendios del lugar. Esta vez, por la enorme cantidad de gente, no fue
posible sacarla a tiempo. En ninguna de las dos oportunidades se hizo la
denuncia.

Pero hubo avisos antes, inclusive. República de Cromañón es, en rigor, un
local clase "C". Según el Código de Habilitaciones, un lugar donde "se
ejecuta música y/o canto hasta las cuatro horas; se ofrecen bailes públicos; se
expenden bebidas; se sirven o no comidas; se realizan o no números de variedades
con o sin transformación
". Atilio Alimena es el Defensor Adjunto de la
Ciudad de Buenos Aires, y advirtió que esto podía ocurrir. Como todos, su fin de
año es triste. Estuvo junto al ministro del Interior Aníbal Fernández la noche
del desastre en el local. En su despacho, el 31 de diciembre por la tarde, habló
con GENTE:
-¿Qué panorama encontró ahí adentro?
-Desastroso, más allá del hecho en sí. Desastroso por el incumplimiento de
las normas de seguridad del lugar. Acá, el señor Chabán tiene el 99 por ciento
de la responsabilidad. No puede alegar desconocimiento, improvisación, nada.
Pero vamos a suponer que Chabán es delirante, loco, asesino y criminal.
Entonces, el uno por ciento restante es responsabilidad del Gobierno de la
Ciudad, por incumplimiento del poder de policía y aplicación de las normas que
establece la justicia. Sin ese uno por ciento, el 99 por ciento restante no
puede existir, porque cuando el señor Chabán se presentó y dijo que iba a
presentar este local le debería haber dicho "primero demuéstreme
fehacientemente qué va a hacer con el local
". Nosotros lo advertimos.

-¿Cuándo?
-En mayo le mandamos una nota a la subsecretaría de control, Fabiana Fiszbin
(Nota: de vacaciones -estaría en Brasil-, al cierre de esta edición aún no había
regresado), donde le dijimos "controlen todo, porque encontramos que ustedes
nos dicen que hay 230 boliches, y bomberos certificó sólo 20. ¿Habrá algún
error, o está todo mal?
". Nos respondieron, "ay, no nos dimos cuenta,
bueno, vamos a ver como lo solucionamos
". Nosotros se lo mandamos en el mes
de mayo, no puede ser que a esta altura sigamos dando vueltas. Hasta el momento
hay 60 boliches que cumplieron sobre los 258 que hay. Avanzamos, conseguimos el
300 por ciento de lo que había, pero es la nada.

EN EL DOLOR, LA POLITICA. Desde el gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, le respondió el propio Aníbal Ibarra. El 1º de enero -incluso
anticipándose a la renuncia que le aceptó por la noche al secretario de Justicia
y Seguridad Urbana, Juan Carlos López- señaló que "en este gobierno nadie
tiene asegurada su función in eternum, y estamos analizando todos y cada uno de
los pasos, todas las responsabilidades… Tomaré la decisión que haya que tomar
".
Al día siguiente, en diálogo telefónico con GENTE, señaló que "hacia delante,
el gobierno va a disponer la prohibición de recitales en locales bailables, con
lo cual los recitales sólo se podrán hacer en lugares abiertos, estadios o en
teatros. Segundo, se va a exigir la renovación de todos los certificados de
bomberos, porque este local tenía certificación de bomberos
".

Para el gobierno porteño, la gran carta que le permite señalar
responsabilidades es una nota del 12 de abril de 2004 -dos días después de la
inauguración de República de Cromañón-, firmada por el Jefe de la División
Prevención de la Superintendencia Federal de Bomberos, Comisario Alberto Conrado
Corbellini, donde hace un listado con los "locales de baile" que no
cumplen "los términos establecidos en la Ordenanza 50.250", referidos al
peligro de incendio, donde no figura el boliche de Chabán. Curiosamente dicho
listado señala que en Bartolomé Mitre 3039/75 -justo frente a Cromañón- existe
un local mal habilitado, pero allí sólo está el terraplén de las vías. ¿Simple
error? Además, hay otra nota dirigida al propio arquitecto Atilio Alimena, de
febrero de 2004, donde indica que el local de Mitre 3060 está "al día".

"Pero a pesar de esa autorización -continúa Ibarra- murieron 200
personas (SIC). Por eso a partir de ahora no reabren los boliches bailables si
no tienen un nuevo certificado de bomberos con fecha 2005. Dado que hay
empresarios irresponsables, pagarán justos por pecadores. Renovación total
."

La Policía Federal, a través de su vocero, el comisario Daniel Rodríguez,
respondió a su vez: "El equipo de bomberos seguirá siendo el mismo porque no
se ha detectado ningún tipo de irregularidad. Y sí se destaca el valor y la
abnegación de los que salvaron vidas. Un bombero se encuentra internado con
muerte cerebral. Una agente está malherida y cuatro bomberos permanecen en
terapia intensiva
".

Los pasos del Jefe de Gobierno, a partir de desatarse el infierno, fueron los
siguientes: estaba en su casa, pero no mirando televisión, cuando los canales
empezaron a informar de la tragedia. Lo puso al tanto, minutos después de las
23:30, el Subsecretario de Comunicación, Daniel Rosso. Este último fue para
Bartolomé Mitre 3060. Ibarra permaneció en su casa, junto con el renunciante
Juan Carlos López y puso en funcionamiento el Cuerpo Operativo de Emergencia
(COE). Luego partió hacia Defensa Civil, y más tarde se dirigió a su despacho
donde centralizó la información para los familiares. Recién se fue a las 23:30
del 31, directamente a dormir. El domingo por la mañana estuvo en la morgue de
la Chacarita. Y hasta después de la marcha en su contra, en la tarde del 1º,
permaneció en la Jefatura de Gobierno, agotado y presionado, pero mostrando
calma. Quienes están cerca suyo aseguran que "nunca se le pasó por la cabeza
renunciar
".

Desde el gobierno nacional -más allá de la actuación de Aníbal Fernández,
quien estuvo toda la noche en República de Cromañón y coordinó la tarea
policial-, hubo un llamativo silencio. Apenas roto por una declaración del
vocero presidencial, Miguel Nuñez (¡hablaba!), quien le dictó a la agencia Télam
que Néstor Kirchner estaba "compungido". Sin embargo, el primer
mandatario se mantuvo en su residencia de El Calafate, lejísimo de las lágrimas
de los familiares de las víctimas. Un gesto de humanidad hubiera bastado. No lo
hubo: el cálculo político pudo más. No pocos, inclusive alrededor de Aníbal
Ibarra, dijeron que "no vino para no comprarse un problema". La gente,
que no lo culpó en ningún momento de la tragedia -como sí al Jefe de Gobierno
porteño-, sí lo hizo ante su ausencia: "¿Y Kirchner dónde está?", gritaba
la columna que, en la marcha del 1º de enero, llegó hasta Plaza de Mayo. La
conclusión: Kirchner debería haber estado junto a la gente, como siempre
declama. Pero esta vez, eligió el silencio que políticamente le pareció
acertado, pero que solidariamente está muy lejos de lo que el dolor de los
ciudadanos puede esperar de su primer mandatario.

Porque hubo muchos que tuvieron un fin de año solitario. Por ejemplo,
Patricio Santos Fontanet, el Pato, cantante de Callejeros, al lado de su novia,
Mariana, que se muere en el Hospital Francés. O los padres y madres de los 182
muertos para quienes, siempre, esta será, en vez de una fecha de fiesta, una de
llanto. Pero aún así, en medio de tanto dolor, está la gente: los 700 médicos,
enfermeros, choferes y camilleros de 16 hospitales porteños, ocho bonaerenses,
11 clínicas privadas y 46 ambulancias que trabajaron -desde que sonó la alarma
del SAME, a las 22:55- hasta hoy para salvar vidas; los que pusieron autos
particulares y ómnibus, como la línea 68, para llevar heridos; los que llevaron
desde sillas, agua y hielo para quienes aguardaban información en la morgue; los
psicólogos que contuvieron a los que recibían la peor noticia. Todos ellos, y
más, no dejaron solos a los que sufrieron, en carne y alma, la peor tragedia
argentina por causas no naturales de su historia. Un horror que será imposible
de olvidar, y de perdonar.

por Hugo Martin y Alejandro Sangenis
informes: Federico Fahsbender, Juan Morris, Federico Schrimer, Julián Zocchi,
Ezequiel Gil y Cecilia Alemano
fotos: Enrique García Medina, Santiago Cicchero, Matías Campaya y AFP

Sobre Bartolomé Mitre al 3000, la fila de cadáveres es la muestra elocuente de la ferocidad del incendio. En total, 27 cuerpos fueron rescatados del interior del boliche. Lo peor: algunos eran de niños y bebés.

Sobre Bartolomé Mitre al 3000, la fila de cadáveres es la muestra elocuente de la ferocidad del incendio. En total, 27 cuerpos fueron rescatados del interior del boliche. Lo peor: algunos eran de niños y bebés.

Una chica agoniza en plena calle. Alrededor, entre médicos y bomberos intentan reanimarla.

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