“Fue la segunda gran revolución sexual del siglo XX” – GENTE Online
 

“Fue la segunda gran revolución sexual del siglo XX”

Juan Carlos Kusnetzoff (71, padre de Andy, dos nietos, sempiterno tomador de mate), trabaja para refutar, hasta donde puede, la frase del conde León Tolstoi: “El hombre puede superar cualquier tragedia, menos la tragedia del dormitorio”. Hablamos…

–Diez años del Viagra, doctor. ¿Primera reflexión?
–Es el responsable de la segunda gran revolución sexual del siglo XX. La primera fue, en los años 60, la píldora anticonceptiva.

–¿Cómo nació el Viagra?
–Como muchos medicamentos, comenzó como parte de una investigación para problemas cardiovasculares, y terminó… en lo que terminó. Además, resultó tentacular…

–¿Por qué?
–Porque más allá de su función específica (resolver problemas de erección), es un poderoso vasodilatador, que se usa como tal en bebés recién nacidos con problemas valvulares cardíacos. Si su corazón bombea menos sangre al cerebro, un bebé de tres o cuatro días es inoperable: hay que esperar un año, pero en ese lapso es posible que padezca un déficit neurológico para toda la vida. Hoy, en cambio, se le administra sildenafil hasta el momento de la operación, y su flujo arterial permite una operación en tiempo y forma, y exitosa.

–Como toda droga, el Viagra está rodeado de verdades, mentiras, mitos. ¿Cuáles?
–Verdades, mitos, habladurías, chismes… Algunos rozan la verdad, pero otros son disparates.

–Separemos la paja del trigo. Empecemos por remitirnos a la historia.
–Hace una década, todos los laboratorios vieron llegar un aluvión de pedidos de sildenafil. Entonces, no vacilaron en difundir los peligros de la droga, que todavía no tenía patente. Difundieron la noticia de que existían peligros, que un hombre había muerto, etcétera. A lo mejor alguien se murió, sí. Pero la eficacia del comprimido se abrió paso al galope.

–¿Cifras?
–Asombrosas. El primer laboratorio fue Pfizer. Hoy lo producen 28 en todo el mundo, con distintos nombres y colores, y con un único proveedor. Es el medicamento más vendido en el mundo: un comprimido… ¡cada 9 segundos! Desplazó al segundo puesto a la aspirina, de la que se vende una cada 52 segundos. Mientras vos y yo estamos charlando, se están vendiendo millones.

–¿Qué le dice a un paciente que le pregunta: “¿Y si por tomarlo me pasa algo, si me muero?”.
–Contra todo miedo y leyenda, es bastante seguro. Tiene una sola contraindicación: los hombres medicados por nitratos o nitritos, que aumentan el flujo sanguíneo coronario, ya que el Viagra potencia ese flujo. Nadie se muere, pero no es conveniente.

–¿Los hipertensos medicados pueden tomarlo?
–Sin duda, porque es un hipotensor. Como vasodilatador, amplía las arterias. Es más: incluso pueden tomarlo pacientes con insuficiencia cardíaca. Pero, desde luego, eso depende de la indicación de cada médico.

–Es de venta bajo receta, pero resulta bastante fácil conseguirlo sin ella. ¿Por qué?
–Porque, ¿dónde estamos? ¡En la Argentina! Con mucho esfuerzo aquí se vende bajo receta archivada morfina o algún derivado, porque si no te cortan la cabeza, y en algunas farmacias, ciertos psicofármacos. Pero para todo lo demás... ¡piedra libre!

–¿Quién tiene la culpa?
–Es un negocio entre los laboratorios y las farmacias. Los médicos quedamos fuera del circuito. Es muy fácil. Alguien entra a una farmacia, ve a un hombre o a una mujer con guardapolvo y supone que sabe, cuando en realidad es nada más que un empleado que a lo mejor entró hace uno o dos meses, y que lo único que quiere es vender. Como te dije: estamos en la Argentina.

–Como decía el detective Columbo, “eso lo explica todo”.
–Tal cual.

–¿Por qué un chico de 18 o 20 años toma Viagra? Se supone que a esa edad su rendimiento sexual debería ser óptimo…
–Mirá, si ese chico lo tomó, le hizo muy bien y por eso lo sigue tomando, es que tenía algún problema sexual y no lo sabía. Los que no tienen ningún problema físico ni psíquico lo toman para probar… pero no pasa nada. En esos casos la droga funciona como un test clínico.

–¿Qué pasa con el paciente que llega hasta su consultorio buscando un atajo, que quiere una receta de Viagra pero no habla de frente?
–Es fácil de rastrear. Una cosa es la queja y otra, el motivo de la consulta. La queja, frente al médico clínico, es “tengo digestión lenta”, o “me palpita el corazón”, etcétera. Se ordenan cien análisis y doscientas radiografías, y no aparece nada. Hasta que el paciente se atreve y te dice: “Tengo un inconveniente sexual”. Por timidez, por vergüenza, buscó un rodeo.

–¿Qué problemas están en lo más alto del ranking?
–El año pasado, en el Hospital de Clínicas, atendimos a unos 1.150 pacientes. Un 40 por ciento tenía problemas de eyaculación; entre un 30 y un 35, problemas de erección, y el resto se repartió en problemas de pareja, uniones no consumadas, vaginismo, trastornos de deseo en ambos, entre otros. Es más o menos la estadística mundial.

–Sin deseo, como puro elemento externo y mecánico, ¿el Viagra funciona?
–No. Sin esos elementos no actúa. No pasa nada. Si hay deseo lo mejora. Si no, cero… A veces, los médicos clínicos les dicen “tomáte una” y chau: que pase el que sigue. Eso tampoco sirve. Hay que investigar el qué, el cómo, el cuándo, la circunstancia, y además, la otra parte de la pareja.

–El Viagra es un goleador, pero necesita todo un equipo.
–Exacto.

–Cumplidos sus primeros diez años, ¿usted diría que el Viagra hizo más felices a los hombres y a las mujeres?
–Por una parte, sí: categóricamente. Pero siempre hay matices. En esto, uno más uno no siempre es dos.

–¿La viagra-dependencia es un problema o no?
–Alguien viene desesperado. Pide ayuda. Se le receta Viagra. Le va fenómeno pero se angustia: “¿Entonces tengo que tomarlo toda la vida?”. Respuesta: “¿Por qué no? Argumentos: es un comprimido artificial, pero estimula cosas naturales. A medida que se toma mejora los neurotransmisores, las enzimas, etcétera. ¿Entonces, por qué no para toda la vida? ¿O acaso un reumático no toma aspirina toda la vida, si le hace bien? Es más: la droga ha sido la salvación para muchos diabéticos, porque como vasodilatador alimenta muy bien las terminaciones nerviosas, y hasta puede evitar una amputación.

–¿Llegará el Viagra femenino?
–Primero, una anécdota: a mi tío le dolía la cabeza y le pidió una aspirina a mi tía Estela. Ella no tenía aspirina, pero le ofreció un Evanol. Respuesta de mi tío: “¡Evanol! ¿Vos te creés que soy puto?”. ¡Maravilloso! El Evanol tiene un analgésico fuerte y eficaz, pero la partícula Eva lo hace inaceptable para un hombre. Cuestión de marketing…

–Vuelvo a la pregunta: ¿viene el Viagra femenino?
–Sí… ¡pero es el mismo del hombre!

–Vamos…
–El pene y el clítoris tienen la misma arquitectura histológica. Los dos se erectan. La diferencia es que en el hombre se ve, y en la mujer no. Lo que no es igual es la sexualidad del hombre y la de la mujer. El no necesita tiempo, ella sí. Tiempo, abrazos, caricias, besos, franela. Sin eso, cero. Juan Carlos Kusnetzoff.

Juan Carlos Kusnetzoff.

Rodeada de mitos, leyendas, verdades, mentiras y fantasías, la pastilla azul cambió la cara sexual del mundo.

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El oso panda, una de las especies más exóticas y más amenazadas por la extinción por rechazar la actividad sexual, fue alimentado con comida mezclada con Viagra y comenzó a reproducirse.

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