“Sí, es cierto. Darío (Lopérfido, 51) y yo nos separamos”, confirma Esmeralda Mitre (35), a GENTE, horas después de su regreso de Europa, donde estuvieron juntos durante un mes y medio “para despedirnos en los mejores términos”.
El ex Ministro de Cultura de la Ciudad, es Ministro Plenipotenciario Cultural ante la Unión Europea, con sede en Berlín (Alemania) desde marzo de 2017. Ciudad en la que tienen su casa familiar. Y luego de siete días en Paris, en compañía de sus hermanas, Esmeralda se reunió con su marido en Madrid (España), hace dos semanas. “Fueron tres días de visitas a la Opera, paseos, caminatas y muchas charlas a través de las cuales llegamos a la conclusión final”, revela la actriz.
Mitre asegura que ninguno de los dos cree en el término “separación”, ni mucho menos en los rótulos de las relaciones. “Darío y yo seremos familia para siempre. Porque nuestro vínculo trasciende cualquier definición”, dice.
Tras once años juntos, ocho de novios y tres de casados (desde el 4 de diciembre de 2014), afirma: “nos desprendimos excelentemente, tanto en lo afectivo como en lo económico. Somos equipo de por vida. Darío tendrá mi apoyo incondicional, y el de mi familia, para todo lo que decida emprender: en la política, el arte y la risa, porque nuestro humor es único. Y estoy segura de que así será conmigo. Seguiremos haciendo cosas juntos, como antes y más que nunca. De hecho, estamos trabajando en un proyecto: una productora de cine y teatro”.
Por estos días, Mitre se aboca a los ensayos de La reunificación de las dos Coreas, de Joel Pómmerat, a estrenarse en junio en la Sala Coronado del teatro General San Martín, junto a Ana María Picchio y Peter Lanzani, con dirección de Helena Triteck. Además, se prepara para regresar al cine en un film de Pablo Bossi, y continúa su labor al frente de Flying Dancers, su banda.
Acerca de los motivos de la ruptura, Esmeralda comenta: “No existe una razón escandalosa, ni se trató de terceros. La infidelidad no sería una razón de desunión para nosotros. El amor siempre nos resultó mucho más fuerte que cualquier mandato. Después de once años, y de haber estado tan pegados, llegó un momento en nuestras vidas en el que sentimos que cada uno debía hacer su camino. Crecimos, somos personas diferentes. Necesitamos tiempo para encontrar caminos individuales, encontrarnos con nosotros mismos, y, tal vez, volver a encontrarnos más fuertes. Esta vez, un ciclo termina, pero nadie sabe qué puede pasar mañana. El amor es infinito, no se irá jamás; cambia de forma, de etilo… El es parte de mi cuerpo, así lo siento, como también que me adora. Darío y yo somos un bloque inquebrantable, sin convencionalismos. Siempre estaremos juntos, porque así es el amor verdadero”.
Por Sebastián Soldano
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