Este Isidoro ya tiene su Cachorra – GENTE Online
 

Este Isidoro ya tiene su Cachorra

Un Rodrigo Noya medio aburrido imita con su voz el ringtone del celular de su madre. Dady lo mira y se muerde el labio inferior, a lo Dady. Luciana lo mira y se sonríe, a lo Luciana. Un Rodrigo Noya aún aburrido toma el largo paraguas negro que trajo desde Chascomús e imita a un ciego. Dady lo mira y se muerde el labio inferior, a lo Dady. Luciana lo mira y se sonríe, a lo Luciana. Un Rodrigo Noya todavía más aburrido empieza a golpear la escalera metálica, hasta producir un ruido atronador. Dady lo mira y se muerde el labio inferior a lo Dady, antes de amagar con tomarlo del cuello. Luciana lo mira y se sonríe a lo Luciana, antes de abrazarlo y agradecerle que conduzca el making-of que saldrá antes del estreno de Isidoro, la película.

–¿Ese morocho de poca paciencia es Dady Brieva (50) o Isidoro Cañones? ¿Esa rubia híper compinche es Luciana Salazar (26) o Cachorra Bazuka?
Dady:
Ese morocho es Isidoro. Dady adora a los bajitos.
Luciana: Esa rubia es Cachorra y Luciana, ya que nos parecemos. Por un lado, me encanta jugar con la sensualidad y la inocencia, salir, producirme, disfrutar la noche. En cualquier boliche de los Estados Unidos, donde no se me conoce tanto, hasta bailo arriba de los parlantes. En realidad, me identifico con la Cachorra divertida y también con la que se vende seria y responsable: estudié un par de años de Derecho en la UCA, y Arte Dramático, en la Universidad de El Salvador y en Andamio ’90, la escuela de Alejandra Boero.
Dady: ¿Sabés que a mí me ocurre al revés? Pese a que Isidoro fue la literatura de mi infancia –no leía a Sartre, claro–, e incluso la lectura de pareja con mi mujer desde que nos pusimos de novios en 1975, no me parezco a él.

–¿De joven no ha sido un playboy?
Dady:
Noooo. Yo vengo de Santa Fe, y en el interior el típico chanta que subsiste de arriba, sin trabajar, en lugar de piola era considerado un garca… Yo cargo otra esencia, me comprometo con los afectos. Aparte, no me daba el pinet. En casa se tomaba agua durante la semana y gaseosa apenas los sábados y domingos, y se compraba la barata revistita Locuras de Isidoro, no El Gráfico. Playboy sonaba a Mau Mau, y ahí iban las estrellas onda Leonardo Barujel (bromea). Ni coche para salir con una pretendiente podía comprarme. Imagináte: Isidoro en esa época iba a Saint Tropez. Yo, botarate, al Sindicato de UPCN, en Huerta Grande. Los Isidoro Cañones de mi ciudad eran el Pato Oliva, un chabón de plata, pelo largo y los mejores zuecos y pantalones, y Rogelio Borgalero, cierto millonario que manejaba un Fiat 125 y usaba guitarra eléctrica. Si no “mojabas” utilizando semejante bagaje, era porque Dios definitivamente se había enculado con vos.

–Pero los parámetros sociológicos de 2007 cambiaron respecto a aquellos de los 60 y 70, ¿verdad?
Luciana:
Seguro. De la misma forma que varios exponentes del género masculino llevan un Isidoro adentro y varias del femenino, una Cachorra. Aunque no los dejen salir.
Dady: Hoy el jet set murió, y la gente que podría pertenecer prefiere mostrar que no pertenece. Por los chorros, obvio. La noche de un cuarto de siglo atrás desapareció. Con mi familia, en 1990 nos establecimos en un apart de Lima y Moreno. Mi mujer iba caminando, con el cochecito y uno de mis pibes recién nacido adentro, hasta la avenida Corrientes. Bueno, ahora resultaría imposible, incluso cargando a mi hijo de 18 arriba y colocándole al carrito vidrios polarizados. En aquella época salíamos del teatro, cenábamos y nos íbamos a El Cielo, Hipopotamus, Trumps, Caix. Ahora, ni ahí. El que se compró un Porsche, anda en un Suzuki Fun, guardó su Rolex en la caja fuerte y usa un reloj de plástico.

–¿Y quién sería la Cachorra contemporánea?
Dady:
Juanita Viale, y vacacionaría en José Ignacio. La cosa cambió. No mi concepto. Yo genero mi propia plata, no me cae de arriba. Si no me pongo taco alto y peluca de mequetrefe y hago morisquetas, en casa no se morfa. ¿Entendés que no me parezco mucho a Isidoro?
Luciana: Pará. ¿Te gustan los burros?
Dady: Crío un par de caballitos de carrera. Igual, jamás aposté. Ponemos unos pesos entre ocho, diez, y nos reunimos a comer un asadito. Simple distensión.
Luciana: ¿Matás por los autos y el whisky?
Dady: Tampoco.
Luciana: Nulas coincidencias. Uf.

–… Perdón, Salazar. Me parece que guarda encima suyo una carta ganadora, y no se enteró. Mírese a un espejo…
Luciana:
¡Las damas! ¿Y en qué te fascinan las damas? Isidoro las venera y enamora.
Dady: Touché. Cierto. Me enloquecen las minas, sean tías, madres, abuelas, lleguen caminando o en silla de ruedas. Encontraste el paralelo. Y existe una segunda cosa: Isidoro hablará con mi voz en la película de Massa. Mandé el chivo.

–Al margen del argumento, ¿qué sería en la actualidad de Isidoro y de Cachorra, después de tantas crisis, tantos gobiernos y tantas décadas desde su nacimiento?
Dady:
Isidoro sería un empleado judicial de carrera o el jefe de la sección administrativa de un banco. Cachorra se hubiese casado y separado en dos o tres oportunidades.

–¿Alguno de los enlaces sería entre ambos?
Luciana:
Mmmm. Si parto de mi experiencia, te juro que por el momento no pienso en matrimonio ni en ponerme de novia (carcajada).

–Entonces, ¿cuál es la verdadera relación entre Isidoro y Cachorra? ¿Amigovios?
Dady:
Siempre me llamó la atención esa actitud misógina de él. Nunca lo descubrimos chuponeándose a nadie. Además, trataba a sus diosas de manera bastante machista.
Luciana: Difícil. Yo admito tener un amigo cercanísimo como Isidoro. Una persona con la que comparto todo, a la que le cuento todo… si bien, en el fondo, supongo que quizá no lo elegiría para formalizar. Sólo es mi Isidoro.
Dady: Eh, che, ¿por qué mejor no te quedás con el original, mamita?

“<i>Durante el filme yo tendré un toque  James Bond</i>”, anticipa Brieva/Isidoro. “<i>Y yo, otro Kill Bill</i>”, adelanta Salazar/Cachorra. “<i>No sabemos si los chicos van a llevar al cine a sus papás, o al revés</i>”, vaticinan antes del estreno, que sucederá en un centenar de salas nacionales.

Durante el filme yo tendré un toque James Bond”, anticipa Brieva/Isidoro. “Y yo, otro Kill Bill”, adelanta Salazar/Cachorra. “No sabemos si los chicos van a llevar al cine a sus papás, o al revés”, vaticinan antes del estreno, que sucederá en un centenar de salas nacionales.

“<i>Es la primera vez en cuatro años y cinco meses de carrera que un director no me pide que me abra un poco más el escote</i>”, confiesa Luciana. “<i>¿¡Y justo me tocó a mí!?</i>”, protesta Dady.

Es la primera vez en cuatro años y cinco meses de carrera que un director no me pide que me abra un poco más el escote”, confiesa Luciana. “¿¡Y justo me tocó a mí!?”, protesta Dady.

 Luciana y Dady fueron, según los productores, los primeros y más firmes candidatos para los papeles estelares.

Luciana y Dady fueron, según los productores, los primeros y más firmes candidatos para los papeles estelares.

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