«En los 70 había menos estrellas… ¡hoy, cualquiera es famoso!» – GENTE Online
 

"En los 70 había menos estrellas… ¡hoy, cualquiera es famoso!"

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Le llegó también a él. Sí, John Travolta cumplió 50. Y tiró la casa por la ventana. Mejor dicho, la hizo volar hasta México, donde cerró el One & Only Palmilla Resort, en Los Cabos, y lo convirtió en un aeropuerto. Por supuesto, el también eximio piloto llegó a bordo de su Boeing 707, que estaciona como si fuera un auto… en la mismísima puerta de su casa de Florida, que cuenta con pista de
aterrizaje propia. Excentricidades de uno de los más grandes actores de la historia.

Y con esa carga de cinco décadas a cuestas aparece en la habitación del hotel de Los Angeles donde será la entrevista. Pelo corto, algunas canas, un abdomen menos voluminoso que en Pulp fiction -la película que lo relanzó en 1992-, aunque entrarían, a simple vista, dos Tony Manero, el bailarín de Fiebre del sábado por la noche -el film que lo puso en la órbita hollywoodense-. Esta vez, aunque practica algunos pasos de baile, este gigante de la industria se mete en la piel de un héroe: Mike Kennedy, un jefe de bomberos. Y decir bombero, aquí en los Estados Unidos, es decir 11 de septiembre, Torres Gemelas: el infierno donde cientos de ellos entraron para encontrar la muerte, mientras miles intentaban escapar. Lo sabe Travolta, lo supo el director Jay Russell cuando encaró Ladder 49 (aquí la conoceremos como Brigada 49), y por eso transcurre en Baltimore y no en Nueva York, algo que Hollywood, aún, no se atreve.

Cuando sucede algo que nos conmueve, uno recuerda exactamente qué estaba haciendo en el instante que ocurrió. Aquel martes terrible de 2001 es uno de ellos. Y Travolta no es la excepción. Quizá por eso, antes de responder, sorbe un trago de agua. "Es increíble, pero la noche anterior habíamos festejado nuestro aniversario con mi mujer (Nota: se casaron el 5 de septiembre de 1991 por la Iglesia Cientológica, boda declarada ilegal, y repitieron una semana después). Cuando sucedió, me avisaron y pensé que quizás habría mal tiempo, y algún avión se podría haber desorientado sobre el Central Park. Puse la tevé. Y luego, cuando impactó el segundo avión, sentí un escalofrío, porque entendí que era un ataque terrorista".

Enseguida, entonces, se mete en su papel: "Por lo que le dije, esta película sí es un homenaje a quienes dieron su vida salvando a otros. Y estoy orgulloso de haberla hecho, tal vez como con ninguna otra. Nosotros actuamos porque ese es nuestro trabajo, pero si además podemos contribuir a elevar la vida de la gente, mucho mejor".

-Después de hacer esta película, ¿comprendió por qué los bomberos entran a un edificio en llamas cuando todos corren hacia fuera?
-La respuesta es simple. Ellos no piensan que tienen otra opción. En ese momento, sólo piensan en los demás. Algunos tienen más habilidades que otros pero, cuando se trata de salvar vidas, todos logran superar el miedo.


-¿Y usted, a qué le teme?

-Hace más de veinte años que soy piloto de jets y aprendí a convivir con el miedo y superarlo. Creo que así les pasa a los bomberos. Su necesidad de ayudar es más fuerte que el miedo. Lo sé, porque para hacer esta película tuvimos que compartir varios días con una verdadera compañía de bomberos de Baltimore.


-¿En esos días, estuvo en alguna situación límite?

-No, nosotros hacíamos tareas menores.


-¿Y piloteando, nunca tuvo una emergencia?

-Sí, he tenido problemas arriba de un avión, quizá por eso lo que veía era, en algún sentido, familiar para mí. Porque no es que, ante una situación, todos corren buscando el manual: ya saben lo que deben hacer. Yo tengo desde un Boeing hasta aviones pequeños, y en cada caso conozco el procedimiento. Además, es tanta la responsabilidad que uno siente por quienes viajan en el avión, y tan fuerte el instinto de supervivencia, que en esos momentos el temor queda de lado.


-Cumplió 50, y planea escribir un libro autobiográfico. ¿Qué quiere contar?

-Bueno, he vivido muchas cosas a lo largo de mi vida, conocí a mucha gente, y me gustaría compartir esas experiencias con los demás. Además, ¡tengo 50 años, si espero un poco más para escribir sobre mi vida, voy a necesitar dos libros! (ríe). Este me mantendrá ocupado el próximo año y medio.


-¿Le preocupa el paso del tiempo?

-¿Físicamente? En realidad, nunca le presté demasiada atención al cuerpo. Soy alguien más espiritual que físico. De todas maneras, cuando cumplí 40 quería parecer mayor para hacer otro tipo de papeles, que no tuvieran que ver con el físico. Y ahora que tengo 50, pienso que, aunque quisiera, ya no podría hacerlos (ríe). ¡Me llegó el momento de la verdad…!


-¿Es un cambio fácil de aceptar?

-Sí, es lo más natural del mundo. Siempre fui un tipo responsable, tanto en mi carrera como en mi vida personal. Hice películas donde aparezco más viejo, con el pelo blanco. O papeles de gente muy diferente a mí. Es lo divertido de esto: tener que componer personajes.


-Siempre parece muy tranquilo, y tiene fama de serlo. ¿Hay algo que lo saca de quicio?

-Sí, ver una opresión o una injusticia hacia alguien. Si veo a alguien acorralado, me pone triste, y no lo soporto. Y actúo, además. Si, por ejemplo, alguien lo maltratara a usted mientras está esperando por la entrevista, aunque no lo conozca, estaría de su lado. Mire, hace unos años, hice una película donde el asistente de dirección, no sé si bebía o qué, abusaba tanto de la gente que trabajaba, incluso de algunos actores, ¡que hasta llegó a golpear a alguno! Bueno, me puse firme y lo hice echar. Uno no puede trabajar bien en un lugar donde siente miedo.


-Usted fue una estrella en los 70, y lo es ahora. ¿Qué diferencia hay, en función de ser una celebridad, entre ambas épocas?

-Hmmm… qué pregunta. En los 70 había menos estrellas, le diría. ¡Hoy, cualquiera es famoso! Honestamente, hoy, con los reality shows y todo eso, hay gente que se hace famosa y uno no sabe por qué. Soy afortunado por haber sido famoso entonces y seguir siéndolo hoy. Pero, ojo, hay muchos que hoy tienen mérito para ser famosos. Ahí está Joaquín (Phoenix, coprotagonista de Brigada 49); él es actor desde niño, tiene una carrera de veinte años, se merece su éxito.


-Para él usted es una inspiración, ¿lo sabe?

-Sí, él mismo me lo dijo. ¿Y sabe qué? Soy la única persona a la que Joaquín le pidió un autógrafo alguna vez.


-¿Cómo fue eso?

-Tenía 9 años, y le pidió a su madre, que trabajaba en los estudios de la NBC, que yo le firmara una foto de la película Urban cowboy. ¡Es un honor para mí!


-Hace trece años que está casado con Kelly Preston. ¿Cuál es la clave, el secreto…?

-Para nosotros, son nuestros hijos, Jett (12) y Ella Bleu (4). Nos tomamos muy en serio su crianza, y hacemos todo para que sean felices y tengan una vida equilibrada.


-¿Ella no tiene miedo cuando usted vuela su avión?

-No, porque ella va en el asiento de atrás… (ríe). También le gusta, viajamos mucho en familia. Ella se preocupa más de la gente que me rodea, de que nadie trate de sacarme ventaja o me traicione.

Después de una dilatada carrera, que conoció picos y profundidades, Travolta es uno de los íconos de Hollywood.

Después de una dilatada carrera, que conoció picos y profundidades, Travolta es uno de los íconos de Hollywood.

El 1º de octubre, en la <i>première</i> mundial de <i>Ladder 49</i>, con bomberos reales de Baltimore, donde se filmó la película.

El 1º de octubre, en la première mundial de Ladder 49, con bomberos reales de Baltimore, donde se filmó la película.

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