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En la Argentina matan un policía cada tres días

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El jueves 8 de agosto, por la mañana, el comisario Jorge Abel Etcheverry (43 años, casado, dos hijos de 9 y 7 años, titular de la comisaría 8ª de Lanús, en Villa Obrera), salió de una li
brería en Bánfield rumbo a su trabajo. Manejaba su

VW Gol blanco cuando lo interceptó un Ford Escort azul. Varios hombres se subieron a su auto, lo tomaron de rehén y continuaron el camino. En la esquina de Oyuelas y Acevedo, en Lanús, Etcheverry no aguantó más: se identificó como policía y comenzó a tirotearse con sus captores. Eran las 9:30 cuando fue acribillado con saña: más de 10 impactos, entre la treintena de balazos que le asestaron, le provocaron la muerte.

El fin de semana sangriento no se detuvo allí. El oficial inspector José Sandro Seña (36 años), de la comisaría 5ª de Villa Diamante, Lanús, fue puesto a investigar el crimen del comisario. A bordo de su
VW Bora, y acompañado por la cabo primero Lorena Fernández, iba a la seccional de Remedios de Escalada. En Flores de Estrada y Murature, cuatro sujetos que bajaron de una pick up lo balearon. Seña recibió sendos disparos en el muslo y en la espalda. Internado en el
Hospital Churruca, informes extraoficiales dicen que podría quedar cuadripléjico.

A 400 kilómetros de allí, el sábado 10 a las cuatro y cuarto de la tarde, el cabo primero Juan Manuel López Araya, de 32 años, de civil en su día de franco, fue asaltado por dos hombres en la
Galería Eves de la calle San Martín, de Mar del Plata. "Dame el fierro", se alcanzó a escuchar antes de un breve forcejeo. López Araya recibió un disparo en el pecho, los delincuentes fugaron en moto y se llevaron su
Bersa 9 milímetros. Está internado, en terapia intensiva.

Ese mismo día, pero a las once y media de la noche, en el kilómetro 46,500 de la ruta 210, el cabo primero José Calderón intentó identificar a dos hombres que, a caballo, arreaban 30 vacas. Recibió por parte de los cuatreros tres disparos en la ingle, y un cuarto le destrozó la muñeca izquierda. Está internado en el
Hospital Churruca.

Cuando el lunes 12 llevaba apenas 30 minutos, el cabo primero Juan Carlos Reyes caminaba junto a su pareja por la calle San Martín, de Mar del Plata. Curiosamente, igual que López Araya. En la esquina con La Rioja fue insultado, asaltado y golpeado ferozmente por tres sujetos. Macabro resultado: Reyes está internado en el
Hospital Interzonal, en estado de coma por hemorragia encefálica.


NUMEROS EN ROJO.
Son los crudos y más recientes ejemplos de una estadística feroz: según una investigación del
Centro de Estudios Nueva Mayoría -que dirige el sociólogo Rosendo Fraga- en 220 días de 2002 -hasta el 8 de agosto- fueron asesinados 56 policías en actividad, 31 federales y 25 bonaerenses. Uno cada 3,9 días. Si se suman los retirados, la cifra se estira a 70, y equivale a un efectivo caído cada 3,1 días. Son números que hielan la sangre, porque el incremento de muertes de uniformados se multiplica en forma asombrosa.

Si se comparan las víctimas de los primeros ocho meses del año con las de todo 2000, la conclusión es aterradora. Aquel año se produjeron 54 asesinatos de policías en actividad, uno cada 6,7 días. En 2001, por su parte, los crímenes aumentaron un 59 por ciento: los caídos enfrentando a la delincuencia fueron 86, uno cada 4,2 días. En términos internacionales -señala el informe-, estos datos son considerados como el mayor indicador de inseguridad pública.

En la provincia de Buenos Aires, epicentro de la violencia, el total de efectivos de la fuerza asciende a 42.700. Pero de ellos, 35.800 son los que integran el Agrupamiento Comando y combaten el delito. El problema -y aquí quizá radique una de las causas de la inseguridad, aunque no la única ni la más importante- es que el 35 por ciento de ellos (12.530 hombres), en vez de proteger a todos los ciudadanos están asignados a custodiar los 7.000 presos que se hacinan en las 318 comisarías, edificios públicos, funcionarios y jueces. Estas dos últimas, queda claro, son las clases privilegiadas de hoy. Que, por ejemplo, no caminan en solitario las peligrosas cuadras del conurbano tras una jornada de trabajo -como cualquier mortal-, pero deciden las leyes y la libertad de tanto criminal suelto. Huelga la pregunta: ¿si anduvieran solos, tomarían las mismas decisiones? Sospechamos que no.

por Hugo Martin y Darío Ríos
fotos: Diego García y gentileza Diario Crónica

En términos internacionales, la cantidad de policías muertos por delincuentes son el principal indicador de inseguridad de un país. Otro número que preocupa: el 35 por ciento de los uniformados no combate el delito  porque custodia presos, funcionarios  y jueces.

En términos internacionales, la cantidad de policías muertos por delincuentes son el principal indicador de inseguridad de un país. Otro número que preocupa: el 35 por ciento de los uniformados no combate el delito porque custodia presos, funcionarios y jueces.

El comisario Etcheverry  había nacido el 12 de diciembre de 1959. Casado en 1987 y con dos hijos, ingresó en la Policía Bonaerense en 1980. Había alcanzado su grado en 1999, y su último destino -desde el 26 de agosto de ese año- fue en la comisaría 8ª de Lanús. El jueves 8, tras comprar elementos para su dependencia en una librería de Bánfield, lo tomaron como rehén de un secuestro.  A pocas cuadras lo asesinaron, tras identificarse como policía.

El comisario Etcheverry había nacido el 12 de diciembre de 1959. Casado en 1987 y con dos hijos, ingresó en la Policía Bonaerense en 1980. Había alcanzado su grado en 1999, y su último destino -desde el 26 de agosto de ese año- fue en la comisaría 8ª de Lanús. El jueves 8, tras comprar elementos para su dependencia en una librería de Bánfield, lo tomaron como rehén de un secuestro. A pocas cuadras lo asesinaron, tras identificarse como policía.

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