En apenas 9 días, el país perdió años de éxito – GENTE Online
 

En apenas 9 días, el país perdió años de éxito

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Nueve días de huelga: desde el jueves 24 a las cuatro y media de la tarde –y de sorpresa– hasta el viernes 2 de diciembre casi a la misma hora, en que empezaron a salir los primeros vuelos: muy pocos porque, según los técnicos, “preparar los aviones lleva tiempo…”. Ese día y a esa hora el cálculo de las pérdidas en esas 216 horas de alas caídas era: 95.000 pasajeros se quedaron en tierra por la cancelación de 600 vuelos, Aerolíneas Argentinas perdió 12 millones de dólares, y la Asociación Argentina de Agencias de Viaje y Turismo proyectó sus pérdidas (por cancelación de pasajes, reservas de hoteles, excursiones), en 1.000 millones de dólares, que otras cámaras (hoteles, gastronomía, comercio, taxis, espectáculos) elevan a 3.000 millones de la misma moneda. Eso, sin contar un síndrome imposible de medir, pero tanto o más grave: el durísimo golpe asestado a la imagen de la Argentina como codiciada plaza turística, un fenómeno del que dan fe la constante ocupación plena de la capacidad hotelera y la acelerada construcción de hoteles de famosas cadenas internacionales en todo el país. Golpe que se palpa a través de las decenas de testimonios de turistas extranjeros de toda latitud y pelaje, que coincidieron, entre indignados y martirizados, en decir: “A la Argentina… ¡nunca más!”. Y especialmente triste y hasta injusto, si se tiene en cuenta que apenas dos gremios (unos 2.200 empleados sobre los 8.500 que trabajan en Aerolíneas) se plegaron al paro, a espaldas de la opinión de otras cinco organizaciones sindicales aeronáuticas: UPSA (Unión Personal Superior de Empresas Aerocomerciales), AAA (Asociación Argentina de Aeronavegantes), APA (Asociación del Personal Aeronáutico), UALA (Unión de Aviadores de Líneas Aéreas) y ATVLA (Asociación de Técnicos de Vuelo de Líneas Aéreas), totalmente en desacuerdo con la huelga.

EL AZOTE DEL TURISMO. “A este país no vuelvo más. Acá no hay ley ni derecho ni nada. Parece que todo se maneja de acuerdo al humor de algunos. ¡Argentinos, muéranse de hambre!”. Esta sentencia fue echada por una española frente a una cámara de televisión –y repetida hasta el hartazgo por cadenas del mundo– mientras arrastraba su valija por la autopista Ricchieri, bajo el impío sol, porque un piquete recién le dejaba una vía libre para llegar al aeropuerto después de una semana varada en la Patagonia, pagando en los hoteles que no ocupó, triple tarifa en los taxis, quíntuple tarifa en los kioscos de Ezeiza y Aeroparque por aspirinas y agua mineral, y todos los martirios ejercidos sobre “los varados”, como se llamó a los más de 90.000 turistas-rehenes de esta huelga salvaje.

GENESIS DEL CONFLICTO
. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, se reunieron con Gerardo Díaz, socio de Antonio Mata –presidente de Aerolíneas Argentinas–, y con los representantes de los dos gremios en conflicto. Y aunque Trabajo declaró que aplicaría sanciones económicas a los sindicatos, ni siquiera presentó en la Justicia el pedido de suspensión de la personería gremial.

El problema empezó meses atrás. Los técnicos reclamaron un aumento del 75 por ciento, y los pilotos, del 45, además de la reincorporación de once empleados cesanteados. El dirigente Edgardo Llanos, de la Asociación de Personal Aeronáutico, defendió el derecho de huelga, hizo hincapié en que, decretado el paro, debió abrirse una negociación efectiva, y acusó a Ricardo Cirielli, secretario general de su gremio en uso de licencia y titular de la Subsecretaría de Transporte Aéreo de la Nación (recuadro) de que “pese a ser la autoridad encargada de trazar un plan de emergencia, no lo hizo”. Al mismo tiempo, Ricardo Frecia, de la Asociación Argentina de Aeronavegantes, decía: “No podemos olvidar que Cirielli, hace unos meses, anunció que había un comprador para Aerolíneas, algo luego desmentido por el canciller Bielsa. No sería difícil que estuviera negociando con algún grupo inversor”.

“EL MAL ESTA HECHO”
. Las consecuencias de la huelga decretada por APLA (Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas) y APTA (Asociación del Personal Técnico Aeronáutico) bien pueden resumirse en las palabras de Tomás Ryan, titular de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo: “El mal está hecho. Ahora hay que volver a convencer a todos los turistas del mundo de que éste es un país serio y confiable. Pensar que en la asamblea de la FIT (Feria Internacional del Turismo), la semana pasada en Buenos Aires, le agradecí públicamente al presidente Kirchner porque dijo que el turismo era una fuente esencial para la recuperación de la Argentina. Y ahora no sabemos cuántas agencias, hoteles y gente que vive del turismo fueron a la quiebra… ¿Cómo el Gobierno no intervino antes? El primer día publicamos una solicitada explicando el desastre que se venía si no se levantaba el paro, pero nadie nos oyó. Es una lástima, porque la Patagonia, por ejemplo, ante el terrorismo, el tsunami y los huracanes, cobró un alto valor mundial: hoy, el 80 por ciento del turismo es extranjero. Por lo demás, aquí quebraron desde kioscos hasta el que vende las entradas al Parque Iguazú. ¡Desastroso! Imagínese: ahora Enrique Meyer, el secretario de Turismo, debe salir al mundo y hacer la gran campaña ‘terminó el caos… ¡vuelvan!’. Pero muchos operadores se preguntan qué pasará en tres meses, cuando se termine la tregua... El Presidente declaró al turismo como ‘política de Estado’ y se lo agradecí. Pero después de esto, ¿qué? Para colmo, algunos hoteles aumentaron sus tarifas un cuarenta por ciento… ¡en dólares! Una extorsión canallesca… Nadie trató de contener esta escalada de paros y de piquetes, y ahora los gremios saben que no hay quién los detenga. Aunque los aviones vuelen, estamos otra vez al borde del caos”.

LA VOZ DE AEROLINEAS.
Durante el conflicto, Julio Scaramella, director y vocero de la compañía, fue la conexión mediática junto con Antonio Mata, socio y presidente de Marsans, la empresa española que controla la línea aérea (96,5 por ciento de las acciones). Después del acuerdo, explicó a GENTE: “Mata seguirá siendo presidente, porque además de eficiente es dueño de la compañía. Pero el Gobierno debe hacer cumplir la ley, y nosotros tenemos la obligación de mantener a la empresa operable, más allá del pedido de los gremialistas, justo o no, y estemos de acuerdo o no. Ibamos en camino de ser una empresa muy importante, pero ahora dimos dos pasos para adelante… ¡y cinco para atrás! Hace cuatro años tomamos una compañía quebrada, sin aviones, sin rutas y con gente muy desanimada, y la convertimos en eficiente, con superávit, ampliada su flota, y con una inversión de más de 800 millones de dólares. Pero alguien les vendió a los gremios en huelga la peregrina idea de que pueden quedarse con la compañía, ‘reargentinizarla’, y después venderla. Es una falta de respeto, porque Aerolíneas es una empresa privada. Es como si mañana el secretario de Transporte dijera: ‘Tengo un comprador para Telefónica’. Algunos gremialistas quieren hacer creer que Mata ya no es el presidente, pero Mata, el vicepresidente (José María Llodrá) y yo como vocero, seguiremos en la dirección” .

Un hombre mayor aguarda, resignado, que se normalicen los vuelos en el aeropuerto de Ezeiza.

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El lunes 28, atletas del seleccionado de patín en línea de Brasil usaron sus ruedas para poder llegar a Ezeiza. Derecha: El vocero de Aerolíneas, Julio Scaramella.

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El miércoles 30, un grupo de jóvenes colombianos varados en Ezeiza durmieron en el hall.

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