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El último adiós al suegro de Máxima

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Claus von Amsberg sabía que su final estaba cerca. Las súbitas internaciones clínicas comenzaron a repetirse en los últimos meses. Siempre e
n carácter de urgencia y con un destino único: la sala de cuidados intensivos. La reina Beatriz lo acompañó en su agonía. Finalmente, el domingo 6 de octubre último a las 19 horas, el príncipe Claus cerró los ojos para siempre. Su cuerpo, ya mutilado por viejas intervenciones quirúrgicas, fue vencido por la muerte en el

University Medical Center de Amsterdam. Un pequeño grupo le tomó la mano y le acarició el rostro: su esposa, sus tres hijos, y también su nuera, Máxima Zorreguieta. "Hoy se fue un gran hombre", dijo el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, en un breve y único mensaje "oficial" emitido por radio y televisión.

Ciertas fechas resultan superfluas en la compleja vida de un hombre como Claus von Amsberg. Se puede decir que nació en la finca de su madre Gosta -en Dötzingen, sur de Alemania-, 6 de septiembre de 1926, con seis hermanas a cuestas y una gran fortuna. Sus años escolares encierran un listado de exclusivos y rígidos colegios pupilos en Alemania y una estadía familiar de nueve años en Lesotho, un pequeño país en el sur de Africa. Pero en 1944, en plena guerra mundial, el temible servicio militar de la Alemania nazi tocó a su puerta. Entonces Claus lucía ojos azules, cabellos claros, vestimenta caqui. Allí escribió el capítulo más cuestionado en su vida: su participación en las Hitler Jugend, las juventudes nazis donde él y miles de adolescentes aprendieron a amar al Führer y sus preceptos. En marzo de 1945, sirvió tres meses en la 90a División Panzer en Merano, Italia. Sin embargo, en el crepúsculo de la derrota del Tercer Reich, von Amsberg no vio siquiera una bala. Participó, dijo él, por una simple
inercia. "Porque todos lo hacían".

Pronto cayó el Reich, y llegaron los norteamericanos. En mayo de 1945, Claus fue capturado y encerrado en un campo de prisioneros. Recuperó su libertad a fines de ese mismo año y regresó a Hitzacker, su provincia natal. Se sumergió en los claustros. En 1956 se graduó como abogado en la Universidad de Hamburgo. Al año siguiente ingresó al
Servicio Extranjero alemán y tuvo destinos en ciudades como Santo Domingo y Abidjan, capital de la Costa de Marfil. Finalmente, en febrero de 1965, esquiando en Saint Moritz, recibió un flechazo de sangre azul: él y la reina Beatriz, entonces princesa, se enamoraron perdidamente. En marzo de 1966, Amsterdam se vistió de fiesta para la boda y el currículum del consorte real salió a la luz. Su pasado nazi fue reprobado por los holandeses, que aún padecían las heridas del exterminio judío y mantenían fresco el fantasma de Ana Frank. Pero la reina Beatriz se mantuvo firme al lado de su amor plebeyo. El odio popular pronto se convirtió en adoración, y Claus se volvió uno de los favoritos de la Casa de Orange. Tuvo tres hijos: Guillermo Alejandro -marido de la criolla Máxima-, Juan Friso y Constantino. Dedicó su vida al desarrollo de Holanda y a la buena diplomacia. Envejeció y murió entre el amor de los holandeses y el de su familia.

La reina Beatriz, el príncipe heredero Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta -de riguroso luto- despidieron los restos de Claus von Amsberg en el palacio de Huis ten Bosch en La Haya, su lugar preferido. Durante los últimos tiempos, Claus se había convertido en el consejero y confidente de Máxima.

La reina Beatriz, el príncipe heredero Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta -de riguroso luto- despidieron los restos de Claus von Amsberg en el palacio de Huis ten Bosch en La Haya, su lugar preferido. Durante los últimos tiempos, Claus se había convertido en el consejero y confidente de Máxima.

La reina Beatriz, en su hora más dolorosa, sale del University Medical Center en Amsterdam, junto a Laurentien Brimkhorst -esposa de su hijo, el príncipe Constantino-, poco antes de fallecer su esposo.

La reina Beatriz, en su hora más dolorosa, sale del University Medical Center en Amsterdam, junto a Laurentien Brimkhorst -esposa de su hijo, el príncipe Constantino-, poco antes de fallecer su esposo.

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