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El paraíso de la aventura

Los colores de la naturaleza misionera no son sólo el verde selva y rojo tierra que insiste en pegarse a la ropa. En la paleta de este edén aparece una mariposa azul (es casi imposible fotografiarla porque cada vez que se posa cierra sus alas), el blanco de la espuma de las cataratas, los o
cres de las semillas con las que los guaraníes hacen sus artesanías, el violeta pálido de las piedras que una nena de ojos color río vende por 25 centavos. Los colores de la naturaleza misionera limpian la retina, quedan impregnados, se transforman en olores, en sensaciones, y son inolvidables.

Claro que si hablamos de un Patrimonio Natural de la Humanidad desde 1984, es imprescindible decir que el Parque Nacional Iguazú alberga las mayores cataratas de América del Sur, formadas por el río Iguazú (en español, Agua Grande) 28 kilómetros antes de su desembocadura en el Paraná. En total, 47.000 hectáreas protegidas y 275 saltos a lo largo de 2,7 kilómetros. Habrá que destacar, por su magnitud, la Garganta del Diablo, ese capricho geológico de 150 metros de ancho y 70 de altura. Y habrá que definir su exuberante selva como un bosque subtropical sin estación seca (y se nota), donde se pueden apreciar orquídeas, frondosos helechos y 450 especies de aves.

Al visitar el Parque Nacional Iguazú, además, el viajero encuentra una infraestructura de nivel internacional. Desde julio de 2001, los turistas disfrutan de pasarelas seguras y modernas que recorren el circuito inferior, el superior y la Garganta del Diablo, un tren ecológico que atraviesa la selva y un centro de visitantes donde se brinda toda la información que se requiera. Pero eso no es todo. Además de sacarse una foto junto a las caídas de agua, aventura, ecología y cultura se combinan para hacer de una visita a Misiones unas vacaciones completas.

EL BAUTISMO.
Iguazú Jungle Explorer fue la primera empresa privada dentro del Parque Nacional en ofrecer turismo de aventura. La excursión favorita de locales y extranjeros se llama, precisamente, La Gran Aventura. Empieza con un recorrido de 8 kilómetros en camiones todo terreno hasta Puerto Macuco. Allí, se sube a unos gomones semirrígidos, se navegan seis kilómetros por el río Iguazú inferior, con un tramo de dos mil metros de rápidos. La emoción ya empezó, pero todavía falta lo mejor. Ellos lo llaman bautismo, pero en realidad es como darse una ducha helada bajo las cataratas. El gomón entra al cañón de la Garganta del Diablo, encara hacia la caída de agua, se da la orden de guardar las cámaras de fotos y de agarrarse fuerte y… ¡splash! Enseguida da la vuelta, se aleja, y vuelve a entrar. Impresionante.

AVENTURA EN LA SELVA.
La llamada selva paranaense es otro de los atractivos ecológicos de Misiones. Iguazú Forest propone una serie de actividades de turismo de aventura. Consejo: antes de partir, proveerse de repelente, usar zapatillas, pantalones largos y gorro. Con mosquitos y todo, la excursión vale la pena. Durante el trayecto –40 kilómetros de tierra colorada y vegetación autóctona– los guías indican cada especie de árbol: el palmito, el lapacho rosa, las orquídeas, las lianas, las cañas tacuaras… En el último tramo el camino se estrecha, es casi un sendero. La primera parada es a la sombra de árboles gigantescos. Desde una plataforma de 16 metros de altura se realiza tirolesa (colgados de una cuerda y sujetados por un arnés) hasta el otro árbol. Aunque da un poco de vértigo, ver la selva desde la altura ofrece una perspectiva única. No se vaya sin animarse al rappel. Atado con un arnés, se desciende desde la parte de arriba de una cascada hasta su base. Mucha agua y adrenalina pura. Además, se pu
ede hacer jungle bike (bicicleta en la selva) y trekking por senderos de tierra colorada.


LA EXPERIENCIA GUARANI.
Parte del patrimonio cultural de la provincia de misiones lo constituyen las comunidades de aborígenes guaraníes. Si bien muchos dejaron sus costumbres ancestrales para trabajar en las plantaciones de yerba y tabaco, buena parte las mantienen. Es el caso de Fortín M´Bororé, una comunidad de la etnia bua-guaraní que hace seis meses abrió sus puertas al turismo. Recorrer sus tierras es fundamental para comprender la riqueza cultural de esta región. Trampas y técnicas de cacería, los usos y secretos de las plantas medicinales y canciones típicas entonadas por los chicos son parte de la cultura indígena que se acerca al visitante.

LA CASA DE LAS AVES
. Es otro de los puntos imprescindibles de Iguazú. Se llama Güira-Oga (en español, Casa de los pájaros) y es un centro de recuperación y recría de aves amenazadas de la selva misionera. Hasta allí llegan especies capturadas por Gendarmería Nacional de manos de traficantes ilegales para ser readaptadas a la vida salvaje. Aproveche la visita para conocer el Aripuca, a muy pocos metros. Es un emprendimiento agro-eco-turístico donde se pueden apreciar los grandes monumentos de la selva: árboles gigantes recuperados para su exposición.
Las opciones dentro y fuera del Parque Nacional se multiplican. Lo mejor es planear un viaje más largo y adentrarse en los misterios de la provincia de Misiones. En sus rutas de tierra colorada, en los legendarios saltos del Moconá, en sus pueblos y ciudades, en las huellas de la obra de los jesuitas. Quedarán pendientes para otras notas y otros viajes.

por María Noel Alvarez
fotos: Diego Soldini y Florean von der Fecht
(Agradecemos a Marcelo San Martín y a Cuenca del Plata Turismo por su colaboración y hospitalidad)Una lancha con turistas argentinos y extranjeros se acerca al cañón de la imponente Garganta del Diablo, de 70 metros de altura y 150 de ancho.

Una lancha con turistas argentinos y extranjeros se acerca al cañón de la imponente Garganta del Diablo, de 70 metros de altura y 150 de ancho.

Iguazú Forest es apto para practicar rappel desde una cascada.

Iguazú Forest es apto para practicar rappel desde una cascada.

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