«Diana era la única y verdadera joya de la corona» – GENTE Online
 

"Diana era la única y verdadera joya de la corona"

No habrá ninguna igual. Lady Diana Spencer fue una mujer paradigmática.
Podría decirse, incluso, que ya desde antes de su muerte fue cocinando a fuego
lento su propio mito. Hizo todo lo que había que hacer y más. Fue glamorosa,
sensible, por largo tiempo la futura Reina de Inglaterra, madre del heredero,
tuvo amores clandestinos, sufrió hasta mostrar sus lágrimas en público, fue
víctima de una de las más poderosas coronas del mundo que -por su manera de ser-
la trató como a una enemiga. Y cuando por fin lograron quitársela del medio,
ella transformó su nombre en el símbolo de la solidaridad y presidió importantes
fundaciones de lucha contra el sida, la lepra y las minas antipersonales. Su
muerte trágica en París, estrellada en un túnel bajo el Sena, y con su último
amor, Dodi Al Fayet, a su lado, completó la idealización. A partir del 31 de
agosto de 1977, como una onda expansiva, el nombre de Diana fue ocupando un
lugar enorme en las sociedades del mundo. Por una u otra razón, cada ser humano
la recuerda y su muerte es uno de los pocos acontecimientos mundiales que lleva
a evocar: "¿Qué estabas haciendo cuando te enteraste que murió Lady Di?". Es un
recuerdo necesario y de eso viven quienes saben elegir un producto infalible a
la hora de vender.

El último golpe comercial-periodístico fue dado por su ex mayordomo y amigo Paul
Burrell. Con miles de recuerdos bien guardados, Burrel escribió Deber Real, un
libro lleno de intimidades por las que había jurado mantener discreción,
documentado por cartas privadas de la princesa y apuntes de la agenda a la que
tuvo un acceso privilegiado. Sólo por su adelanto, el diario sensacionalista
londinense The Daily Mirror le pagó 800 mil dólares, por no hablar de la cifra
de seis ceros que cobró de la editorial The Pengüin por escribirlo. Y eso no es
nada: ya se viene la segunda parte del libro que es best seller en el mundo
entero (en la Argentina, lleva cinco semanas en la lista de los más vendidos).
Las cifras son elocuentes: en Gran Bretaña, durante el primer mes (octubre del
año pasado), volaron de las librerías más de un millón y medio de ejemplares. Y
la cantidad ya se duplicó. Fue traducido a 14 idiomas incluido el chino, pero
Burrell se niega a ir a Pekín para su presentación por miedo a la gripe
asiática. De todas maneras, lo más importante en términos de éxito ya está
hecho: la conquista del voraz mercado estadounidense.

Diana lo quería y confiaba ciegamente en él. Lo consideraba su amigo. Hoy, Paul Burrell se hizo millonario con un libro en el que cuenta intimidades de la princesa.

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Guillermo, el príncipe heredero de la corona fue el único que salió a defender a su madre de las indiscreciones del mayordomo descalificándolo.

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