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Detrás de las rejas… también se estudia

Jorge Alberto Rotela nació en la ciudad de Buenos Aires, hace 34 años. En
1991 fue procesado por robo y homicidio. Aún no tiene condena firme pero hace
trece años que está privado de su libertad. Pasó por los penales de Mercedes,
Olmos y Junín, pero la última mitad la cumple en la Unidad 2 de Sierra Chica, a
diez kilómetros de Olavarría, donde convive con 1389 hombres en idéntica
condición. Allí -"y a pesar de todo", aclara- cambió su vida. Cuando
atravesaba uno de sus peores momentos, aislado, sin salidas, encontró la
posibilidad de estudiar. Ya completó la primaria, el secundario y ahora aspira a
empezar la Universidad.

Por suerte, la de Rotela no es una historia excepcional. En el mismo presidio,
hay en total 457 alumnos: 14 alumnos universitarios, 32 terciarios, 138
polimodal y 280 EGB.

Trabajo y educación. "Esta es una Unidad de máxima peligrosidad donde le damos
gran importancia al trabajo y la educación; son programas fundamentales para el
tratamiento y asistencia de los internos"
, afirma el director inspector mayor
Oscar Sánchez. "El estudio les provee conocimientos y los ayuda a ver un mundo
distinto al que están habituados."

Los últimos registros son claros: hay en nuestro país 50 mil internos alojados
en 166 unidades penitenciarias provinciales y 30 dependientes del Servicio
Penitenciario Federal. El 34 por ciento de ellos tiene el nivel primario
incompleto o ningún nivel de instrucción. Y según un estudio de la Organización
de Estados Americanos, el 90 por ciento de los reincidentes en el delito no
asistió a los programas educativos en prisión.
El Servicio Penitenciario bonaerense tiene a su cargo 24.422 detenidos en 36
unidades. De ellos, alrededor del 43 por ciento -9692 internos-, transita por
alguna instancia de los niveles de enseñanza formal, que cuenta con casi mil
docentes.

A clase. Rotela ocupa una celda en el pabellón 11 de "Conducta autoresponsable".
"Cuando me di cuenta de que podía cambiar mi vida a través del estudio, lo
aproveché. Acá, completé la secundaria y ahora quiero estudiar Derecho
", indica.

-¿Qué le brindó la escuela?
-Me cambió, sobre todo, en la forma de relacionarme. Además, acá aprendí a
pintar, a cortar madera, a armar muebles, estanterías, a usar y armar
computadoras.

-¿Tiene hijos?

-No, pero mi familia está contenta; por lo menos ven que acá adentro no
desperdicio el tiempo. Y estoy seguro de que cuando salga voy a tener
oportunidades de trabajo.

-¿Va a recuperar la libertad pronto?
-No tengo fecha, pero la semana pasada me llamaron del Tribunal de Casación para
que me defienda; estoy esperando… Pero de lo que no dudo es de ser una persona
de bien. Después de 13 años de encierro, quiero seguir estudiando y trabajar.

En la soledad de su celda, Rotela estudió y alcanzó su título más importante
hasta el momento: Bachiller Pedagógico e Informático.
Sin exclusiones. Hace 25 años que Sierra Chica brinda enseñanza escolar, de la
que estaban marginados los internos más conflictivos tanto en los patios como en
las aulas. "Así surgió un sistema de Educación a distancia para lo cual creamos
la FM Libre, 88.1. El interno que quiere estudiar recibe un apunte en la celda
con los horarios de las clases que brindan los docentes a través de la radio"
,
comenta Nelson Bozzio, profesor de informática del Polimodal. La FM es
supervisada por personal docente, pero la mayor parte de la emisión es realizada
por 40 alumnos internos que participan de la selección musical, locución,
mantenimiento y reparación de los equipos.

Y si bien las horas de estudio se consumen en sus celdas -de 3,75 de largo por
1,80 de ancho-, además pueden acceder a una biblioteca de más de 5.000 títulos,
que son cuidadosamente conservados y reencuadernados. 
"Tengo la suerte de contar con 40 ex alumnos reinsertados en Olavarría",
confiesa Elizabeth Bórmida de Massun (60), desde hace 12 años directora de la
EGB 701, con una matrícula que abarca una población de 18 a 45 años. Su aplicado
seguimiento nos aporta más datos: el 15 por ciento de los ingresantes en los
últimos años es analfabeto puro.

"Entienden que todo les ha llegado tarde: la familia, el estudio, la
contención... El suministro de las drogas que les dan los mayores los lleva al
delito. Traen una historia que hace pensar que no pueden dar nada positivo
porque en realidad nunca lo han recibido, pero a través del estudio empiezan a
recorrer otro camino"
, afirma. 
O como dijo Rotela, casi como al pasar, cuando repasaba su experiencia
estudiantil detrás de las paredes: "Lo que más aprendí es que hay gente que cree
en nosotros"
.

Aparte de asistir a clase en un aula, los internos-alumnos tienen otras actividades educativas: tareas de granja; el estudio en la celda y hasta una radio FM y clases de computación.

Aparte de asistir a clase en un aula, los internos-alumnos tienen otras actividades educativas: tareas de granja; el estudio en la celda y hasta una radio FM y clases de computación.

Un alto en el estudio, en el neblinoso patio del penal. Apuntando al aprendizaje de oficios, se les enseña carpintería. Le damos gran importancia al trabajo y la educación", afirma el inspector mayor Oscar Sánchez, director de la cárcel.">

Un alto en el estudio, en el neblinoso patio del penal. Apuntando al aprendizaje de oficios, se les enseña carpintería. "Le damos gran importancia al trabajo y la educación", afirma el inspector mayor Oscar Sánchez, director de la cárcel.

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