«Dejé mi país, familiares y amigos, pero valió la pena» – GENTE Online
 

"Dejé mi país, familiares y amigos, pero valió la pena"

Esta vez también había un momento crítico. Siempre lo hay cuando se trata de
conquistar nuevos planetas. "Los seis minutos de terror lo llamamos aquí, en la
NASA"
, dice Miguel San Martín. ¿Imaginan la escena? Tom Wolfe ya se explayó
sobre el asunto en detalle a fines de los '60, cuando en su libro Lo que hay que
tener, describió la intimidad de las primeras misiones Apollo encaradas por
Estados Unidos. Objetivo: conquistar el espacio... El padre del Nuevo Periodismo
usaba la siguiente metáfora: un grupo de ingenieros ansiosos, los familiares de
los primeros astronautas expectantes, todos pendientes de un cohete con destino
a la Luna. "Y cuando todos esperaban un chorro feroz que perforara la atmósfera,
¿qué veían a cambio…? Pufffffffffffffffff. El estallido sordo y burdo de una
botella de champán al abrirse… Un corcho subiendo unos metros y… nada. La
decepción…"
.

Más o menos la misma tensión se vivía en el control de la NASA, en Pasadena,
California, el pasado 4 de enero. Objetivo: conquistar Marte. Y entre ese equipo
de expertos, un argentino. El ingeniero Miguel San Martín -rionegrino, 45 años-
fue el encargado, nada menos, de diseñar el sistema de guía y control del Spirit.
En su interior viaja el MER-A (Mars Exploration Rover), un sofisticado robot de
seis ruedas equipado con cámaras y demás adelantos tecnológicos capaces de
recoger información sobre el Planeta Rojo.

Como responsable del software que permitiría terminar en éxito o en fracaso el
amartizaje, San Martín tenía motivos para estar especialmente nervioso. "Para
nosotros era clave entender la atmósfera de Marte, ya que de eso dependía la
operación de frenado. Se trata de reducir una velocidad de 18.000 kilómetros por
hora a cero. Y todo en esos seis minutos de terror
-cuenta el ingeniero desde su
oficina en el laboratorio de la NASA-. En la primera fase, se reduce la
velocidad a unos 1500 km/h. Ahí se abre el paracaídas para pasar a unos 250 km/h.
Entonces un radar mide la altura y se activan los motores retrocohetes. Estamos
a sólo seis segundos del destino. Después, en tres segundos, la velocidad tiene
que reducirse de 250 km/h a cero. Ahí ya estamos a 13 metros de la superficie,
cortamos el hilo que sostiene la nave con las bolsas de aire, para que
finalmente caiga y rebote sobre Marte."

El ingeniero Miguel San Martín -rionegrino, 45 años- en la sede de la NASA, junto a un prototipo similar al que el domingo 4 de enero llegó hasta el Planeta Rojo. Se fue a los Estados Unidos en 1978.

El ingeniero Miguel San Martín -rionegrino, 45 años- en la sede de la NASA, junto a un prototipo similar al que el domingo 4 de enero llegó hasta el Planeta Rojo. Se fue a los Estados Unidos en 1978.

La misión comenzó a desarrollarse hace tres años. Un paso clave son los testeos en el desierto de Mojave, donde San Martín posa junto a su equipo.

La misión comenzó a desarrollarse hace tres años. Un paso clave son los testeos en el desierto de Mojave, donde San Martín posa junto a su equipo.

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