Crónica de una barbarie anunciada – GENTE Online
 

Crónica de una barbarie anunciada

Luego de 27 años, Tigre volvió a Primera. Pero el ascenso, tan esperado, terminó en tragedia. A Marcelo Cejas, 41 años, padre de cuatro hijos, lo mataron a doscientos metros de la cancha de Nueva Chicago. Primero recibió un piedrazo en la cabeza, que lo hirió y le hizo perder estabilidad. Y la estocada final se la dieron tres individuos que, después de arrancarle la camiseta de Tigre, lo molieron a patadas. Según los testigos, una decena de policías presenció el desenlace a pocos metros, inmóvil: “Me acerqué hasta el lugar, y como vi que estaba boca arriba y vomitaba sangre, lo puse de costado para que no se ahogara. Comencé a gritarles a los policías: ‘¡Pidan una ambulancia! ¡Se está muriendo!’. A los cincuenta minutos vino la ambulancia y uno de los médicos me dijo: ‘La policía no nos dejaba entrar: nos cruzó un camión hidrante’”, cuenta Adrián Peta, un veterinario vecino que llegó a socorrer a Cejas. Así Chuflito –como lo llamaban en San Fernando, su barrio– se convirtió en la víctima 222 del fútbol argentino.

A mi hijo lo mataron como a un perro”. Es lo que afirma Carmen, la mamá de Marcelo, en el comedor de su casa en el barrio San Rafael, a quince cuadras de la cancha de Tigre. Allí, junto a toda su familia, recibió a GENTE. Y con la mirada perdida, cuenta: “El no era un barrabrava, y la única diversión que tenía era ir a ver a Tigre. Trabajaba de carpintero, sonidista, y además estudiaba Abogacía. Ese día fue a la cancha con Nahuel (15), su sobrino, y Juan (17), el novio de una de mis nietas. Y cuando vio que los hinchas estaban invadiendo la cancha, salió con los chicos para tomar el colectivo. Nunca imaginó que un asesino le iba a arrancar la vida”. Mónica (22), Héctor (20), Nadia (19) y Gabriel (16), los cuatro hijos de Marcelo, escuchan atentos. Tienen la mirada húmeda: no entienden cómo su papá hoy no está con ellos haciendo los mismos chistes de siempre. Y nos muestran la habitación donde él estudiaba todas las noches: “Siempre nos decía que no importaba la edad. ‘¡Aunque me tenga que recibir a los 60 años, voy a ser abogado!’, decía. Es uno de los tantos ejemplos que nos dejó”, confiesan.

El testimonio más revelador es el de Nahuel, su sobrino, quien estuvo con él en la cancha: “Fuimos con los micros que salieron del club, y diez cuadras antes de llegar, la policía nos bajó a todos y empezó a dar palazos. Un policía que estaba adentro del campo le dijo a un pibe: ‘Sacá la bandera; acá ustedes son visitantes. Y agarráte: no sabés lo que les espera a la salida’. Cuando se armó el lío, mi tío me dijo que nos vayamos. Mientras caminábamos, le pegaron el piedrazo. Tenía la boca llena de sangre y me hizo señas con la mano de que me fuera. Es la última imagen que tengo de él”.

La policia y Castrilli armaron un operativo que fue una masacre”. Así de contundente es Luis San Andrés (80), quien desde hace 20 meses preside el Club Tigre. Tres días después del ascenso y de los incidentes, recibió a GENTE en su negocio de compra y venta de hierro de San Fernando. Indignado por todo lo que pasó en Mataderos, dice que él fue uno de los que tuvieron que esquivar las piedras en la popular, y denuncia: “La culpa es del operativo policial y de algunos dirigentes de Nueva Chicago. Yo vi cómo sus hinchas sacaban los hierros que tenían escondidos debajo de los carteles de publicidad y entraban cascotes con una carretilla. Cuando hicimos el segundo gol, los barras de Chicago comenzaron a salir y la policía les abrió el portón. Además, quiero que me expliquen por qué cuando jugamos nosotros de locales el operativo fue de 720 efectivos, y en Mataderos, decidieron que con 380 alcanzaba”.

GENTE intentó –sin éxito– comunicarse con el titular de la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos (Subsef), Javier Castrilli, quien el día después de los incidentes había dicho que “el operativo se armó correctamente”. El funcionario estaba de licencia, trabajando en su candidatura a intendente de Almirante Brown. Esto último no le impidió concurrir al programa Estudio Fútbol, que se emite por TyC Sports, donde el ex sheriff cobra por su participación: “Si querés saber lo que opina Castrilli, mirá la tele. El no da entrevistas personales”, argumentó su asesor de prensa.

Para Luis Salmerón, jugador de Tigre, lo que pasó fue grave: “En el calentamiento previo, los barras de Chicago nos decían: ‘¡Si ganan los matamos! ¡Nos mandan al descenso y salen con las patas para adelante!’”.

Un ascenso no vale la vida de un hincha”, asegura El Negro, el hincha más representativo que tiene la barra de Tigre. Y aunque prefiere que no se publique su nombre, ni posar de frente para la nota, recibe a GENTE en su parrilla de Victoria y habla de los incidentes contra Chicago: “Yo manejo la hinchada desde el 98. Y hace cinco años que Tigre no recibe ninguna amonestación. No somos santitos, pero te puedo asegurar que a los que hacían quil… en la tribuna, y a los que vendían paco y cocaína, los rajé a trompadas. Ese lunes sacamos 30 micros y nos preparamos para una fiesta. Cuando se armaron los líos, adentro de la cancha había un perro con un cana de bigote, nada más. Estuvo armado desde el principio.¿De qué seguridad habla Castrilli? ¿No se dieron cuenta de que debajo de los carteles de publicidad había varillas de setenta centímetros? ¿O no advirtieron que los alcanza-pelotas eran todos barras de Chicago? Cuando salimos, subimos a los micros que estaban por la calle Cárdenas, y la policía nos hizo desviar por Avenida de los Corrales, pleno centro de Mataderos, para que nos mataran a piedrazos. Después nos cruzaron un carro hidrante, rompieron los vidrios a bastonazos y tiraron gases lacrimógenos adentro. También entregaron los micros para que los incendien”.

La investigacion. “La batalla campal entre los hinchas de Tigre y Nueva Chicago terminó con un verdadero milagro. ¿Por qué? No se puede creer que haya habido un solo muerto. ¿Ustedes vieron cómo quedó la cancha, repleta de fierros, cascotes y elementos contundentes? Los barras no mataron más gente porque Dios estuvo en Mataderos”. Los hombres que investigan los violentos enfrentamientos todavía se asombran al ver las imágenes del horror. Por eso, la Justicia contravencional porteña allanó el estadio, la sede y también la comisaría 42ª de la Policía Federal, responsable del operativo de seguridad, probablemente el punto más cuestionado de todos.

¿Por qué se allanó la dependencia policial? Sencillamente, para verificar el listado real de efectivos, que entre uniformados y de civil tenía que llegar a 350. Los pesquisas creen que no hubo tal cantidad de personal, o por lo menos, que estuvo mal distribuido dentro y fuera del estadio. Además, también se analiza el trayecto que se obligó a recorrer a la hinchada visitante en su retirada. Muchos opinan que fue por calles no habituales en otras ocasiones: Avenida de los Corrales hacia General Paz. Hay quienes hablan de una emboscada provocada intencionalmente. En la sede del club se encontraron en una caja fuerte entradas destinadas a la barra brava.

Finalmente, la Justicia deberá determinar responsabilidades. Lo cierto es que además de lo contravencional, que está a cargo del fiscal Gustavo Galante, se sustancia una causa penal que lleva el juez Omar Peralta, y que está orientada a dar con el o los asesinos del simpatizante de Tigre, Marcelo Cejas, que ya recibió los videos de la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos, que enfocan siempre hacia las tribunas. Sobre su escritorio también tiene lo más importante para definir el expediente: fotos y nombres de los capos de la hinchada verdinegra que le suministró la División Eventos Deportivos de la Policía Federal. En el trabajo de la Justicia hay un detalle que se pasó por alto, pero que resultaría fundamental para esclarecer los hechos: todavía –al cierre de esta edición, lunes 2 a las 23 horas– nadie solicitó las imágenes de las cámaras de video que posee el club. Y existen dos que pueden resultar esenciales, ya que apuntan desde ambos ángulos de la tribuna visitante hacia la calle Carhué, donde mataron a Cejas.

La barra brava en la mira. En Mataderos, la mayoría define al presidente de Nueva Chicago, Antonio Filomeno, como una buena persona, que llegó al club en 2005 con las intenciones de sanearlo y jerarquizarlo. Pero parece que se topó con una disputa feroz entre dos facciones de la hinchada, enfrentadas políticamente. Por un lado, el grupo denominado 1º de Julio –en alusión a la fecha de fundación del club– que estaría integrado por El Narigón, Víctor, Leo, Gabriel, Omar y El Quiniela, señalados por algunos socios que quieren al club de “utilizar métodos violentos para recuperar el poder en la institución”. Se dice que aquellos manejarían los importantes dineros que genera la explotación de la pileta climatizada, y por ende, las colonias de verano y de invierno. El otro sector, identificado como La Barra, lo conformarían Ema, César, Nano, El Gordo, Joel, Pichu, Javi, El Chavo y El Gusano. Ambos bandos se pelearon violentamente después del partido en que fueron locales frente a Lanús.

Hinchas pacíficos, pero muy pasionales, dicen que el clima enrarecido empezó a vivirse en las cercanías del estadio el domingo previo al partido con Tigre. Ese día aparecieron pintadas como “Filomeno traidor”. Y piensan que algunos aprovecharon el encuentro con Tigre para generar malestar. Cuentan que el objetivo de los del sector 1º de Julio es que el presidente renuncie: desestabilizar para acrecentar su poderío. En la última asamblea, realizada el jueves último, así se expresaron, aprovechando que algunos de sus enemigos de la barra permanecen ocultos, porque la Justicia los tiene en la mira.

Más allá de luchas internas, todavía nadie se explica cómo fue habilitada la cancha de Nueva Chicago para jugar el partido. Se pudo comprobar que en la parte interior del estadio había escombros, pequeños arcos de hierro, palos y piedras al alcance de los espectadores. Otro detalle: muchos hinchas entraron al campo de juego y retiraron caños de la publicidad estática, que luego convirtieron en armas.
Se habla de descuento de puntos, de clausura del estadio, de sanciones ejemplarizadoras. Palabras. Lo concreto es que hasta ahora hay un muerto –uno más–. Y ningún detenido. Una vergüenza. Tigre ganaba por dos a uno, le cobran un penal a favor y el público de Nueva Chicago invade la cancha. Los hinchas visitantes reciben una lluvia de palos y piedras. Era el principio del fin.

Tigre ganaba por dos a uno, le cobran un penal a favor y el público de Nueva Chicago invade la cancha. Los hinchas visitantes reciben una lluvia de palos y piedras. Era el principio del fin.

Marcelo Cejas agoniza en el suelo después de recibir piedrazos y patadas.

Marcelo Cejas agoniza en el suelo después de recibir piedrazos y patadas.

La última foto de Marcelo Cejas, el hincha de Tigre asesinado.

La última foto de Marcelo Cejas, el hincha de Tigre asesinado.

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