Fue la noche de los opuestos. En una mesa Pamela Anderson –con su escote– y junto a ella, el ex aspirante republicano a la Casa Blanca, Mitt Romney, ultra-conservador–. En otra, la secretaria de Estado Condoleezza Rice y Marcia Cross –una de las Amas de casa desesperadas–. Muy cerca, el general Colin Powell y el juez Michael Chertoff acompañados por Ben Affleck, Jennifer Garner y John Cusack. Esta convocatoria sólo puede lograrla George W. Bush. Fue en su última cena de gala en honor a los corresponsales de prensa que cubren la Casa Blanca. La tradición comenzó hace 88 años, con el fin de que periodistas y miembros del gabinete presidencial estrechen lazos. Durante la comida, el Presidente se divirtió contando chistes y hasta se dio el gusto de dirigir –batuta en mano– las canciones patrióticas de la Orquesta de los Marines, en un acto improvisado que, según dijo, “quería hacer desde hacía mucho tiempo”. 
Pamela, escotada para la Casa Blanca.
Marcia Cross... no tan desesperada.
George Bush, el dueño de la batuta.
