«Buenos Aires es la mujer de mi vida» – GENTE Online
 

"Buenos Aires es la mujer de mi vida"

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una
mesa, o que la palabra madre era la palabra madre y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba. En suma, desde pequeño,
mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas".

Trate, más que de leer estas líneas, de oírlas desde la arenosa garganta de Julio Cortázar, que nació en Bélgica bajo el eco de los cañones de la primera gran guerra del Siglo XX, la del 14-18, y se murió en París, hace veinte años y con aguacero (tal como el
enorme César Vallejo predijo su propia muerte, así sucedida en 1938). Trate de oírlas, algo cavernosas, pausadas, con las erres sonando como grrr, como ese gruñido francés que no le imprimió su larga vida parisiense sino una pirueta genética: apenas el frenillo
más corto. Hecha esa operación, imagine que Cortázar vive, que usted es escritor -o lo intenta- y que quiere escribirle una carta. Y aquí lo quiero ver. Aquí lo quiero ver, compañero.

ENCABEZAR, THAT IS THE QUESTION. Listos el papel y la pluma, usted vacila. Porque, ¿cómo empezar? No pierda tiempo. Siga las instrucciones
del destinatario. "Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Toma una hermosa hoja de papel y pone: 'Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires'. Pero usted no es amigo de Frumento. Por lo
tanto, no le puede decir 'Querido Frumento', por la sencilla razón de que usted no lo quiere. Ponerle querido es casi lascivo. La gran solución argentina
parece ser 'Estimado Frumento'. Pero si usted lo
admira, ¿cómo lo va a tratar de estimado en una
carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia,
oficina, balance anual, desalojo, ruptura de
relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Variantes
como apreciado o distinguido quedan descartadas
por tilingas y cursis. No hay caso: los argentinos
necesitamos que nos desalmidonen un poco,
que nos enseñen a escribir con naturalidad. Por
ejemplo, ´Pibe Frumento, gracias por tu último libro´.
O ´¡Ñato, qué novela te mandaste!´. O, con distancia,
pero sinceramente: ´Hermano, ¡con las oportunidades
que había en la fruticultura!´ Pero será difícil,
porque todos nosotros somos estimados o
queridos, y así nos va
".

"¡AY, PATRIA MIA!". Dice la historia oficial que
éstas fueron las últimas palabras de Mariano Moreno,
muerto en alta mar, en 1811, mientras viajaba
rumbo a Londres. Sin las mismas palabras, Cortázar
escribió también su lamento, con este preludio:
"Enemigo de confidencias directas, estos poemas mostrarán un estado de ánimo en la época en que decidí marcharme del país. La patria lo resume, años después, con algo que será acaso mal entendido. Para mí, detrás de tanta cólera, el amor está
allí desnudo y hondo como el río que me llevó tan lejos
". He aquí, en fragmentos, La patria, escrito en 1955. "Te quiero, país tirado abajo del mar,
pez panza arriba, / pobre sombra de país, lleno de
vientos, de monumentos y espamentos, / de orgullo
sin objeto, sujeto para asaltos, / escupido curdela
inofensivo puteando y sacudiendo banderitas
/ repartiendo escarapelas en la lluvia / salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides…/
Te quiero, país desnudo que sueña con un
smoking / vicecampeón del mundo en cualquier
cosa, en lo que salga, / tercera posición, energía
nuclear, justicialismo, vacas, / tango, coraje, puños,
viveza y elegancia / Tan triste en lo más hondo
del grito, tan golpeado / en lo mejor de la garufa,
tan garifo a la hora de la autopsia. / Pero te quiero,
país de barro, y otros te quieren, / y algo saldrá de
este sentir… / Ser argentino es estar triste, / ser argentino
es estar lejos
".

TEST: ¿USTED ES CRONOPIO O FAMA? Para abreviar, para simplificar: Cortázar dividió a la especie humana en dos bandos: los cronopios y los fama. Para que usted pueda llenar las líneas de
puntos (ya sabe:…………..) van estas referencias.
Los cronopios sueñan, se ríen, no planean (improvisan),
reparten globos en las oficinas públicas, escriben
¡Se acabó! en las paredes con tizas de colores,
llenan los formularios con errores, sacan la
lengua cuando les toman una foto carnet, y cuando
viajan llevan osos de felpa y estrellas de mar en las
valijas. Los fama no sueñan: roncan. No se ríen: hacen
muecas. Planean todo día por día, hora por hora,
minuto por minuto, y lo agendan. En las oficinas
públicas no reparten globos: piden el Libro de Quejas.
Llenan los formularios con prolija caligrafía y sin
error alguno. Van a la peluquería, se afeitan, se recortan
el bigote y se ponen saco, cuello y corbata
para la foto carnet (y si salen mal, retan al fotógrafo).
Y cuando viajan, despachan la valija sin temor, porque
sólo han puesto en ella lo útil, lo necesario, lo
previsible. Y bien: empiece. Advertencia: aquí no
hay Multiple choice ni No sabe / no contesta. Juéguese
si es guapo.

JUGUEMOS A LA RAYUELA. Si no leyó Rayuela, léala. Pronto. Salió hace cuarenta años y está en todas las librerías, de modo que no tiene excusa. Nada de "no me enteré" ni de "está agotado". Como creo que me hará caso, le tiro estas líneas para ponerlo en clima. En el invierno de 1963, cuando Astor Piazzolla irritaba a los tangueros de crencha engrasada, los militares nativos eran azules o
colorados y Lee Harvey Oswald no había comprado todavía el Manlicher-Cárcano que le volaría los sesos a John Kennedy, llegó a las librerías de Buenos Aires una novela: Rayuela. La firmaba Julio Cortázar, del que los nativos tenían pocos y vagos
datos. Los más notorios: medía casi dos metros, vivió en el barrio Agronomía, fumaba negros, a pesar de sus 49 años tenía cara de adolescente, y publicó sus primeros poemas como Julio Denis, alias que sugería más un cantor de boleros que un poeta.
En la primera página, primer cross a la mandíbula: "A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El primero termina en el capítulo
56. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos
de lo que sigue. El segundo se deja leer empezando por el capítulo 73, y…
". Etcétera. Pero ese juego transgresor, esa piedra en el zapato de las almas simples,
ni por asomo prefigura lo que sigue. Porque Rayuela es una novela colosal. Una contranovela que dispara, por el absurdo, contra el absurdo de la vida humana
edificada sobre costumbres y pasos administrativos. Una sublimación del arte y del artista. Un viaje exasperado de encuentros y desencuentros rumbo al Cielo, la última
casilla de la rayuela. Quinientas y pico de páginas con cien o mil lecturas posibles y no menores que Ulises, El castillo, Viaje al fin de la noche o cualquiera de los monstruos sagrados. Pronto hubo capillas que oficiaron misas cortazarianas. Pronto, todos sus devotos quisieron ser Oliveira, La Maga, Rocamadour. Tanto, que Abelardo Castillo recuerda en una evocación de Cortázar: "Muchas boutiques de
Buenos Aires pasaron a llamarse Rocamadour
". Si después de todo esto no larga ese best seller que está leyendo y se mete en Rayuela, ¿qué quiere que le diga?

ANIMESE: SUBA LA ESCALERA. Por si no lo sabe, y aunque no lo crea, Cortázar escribió Instrucciones para subir una escalera. Así: "…las escaleras se
suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan
particularmente incómodas. La actitud natural
consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando
sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto como
para que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente
superiores al que se pisa, y respirando
lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza
por levantar esa parte del cuerpo situada a la
derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza,
y que salvo excepciones cabe exactamente en
el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte,
que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte
equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero
que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola
a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla
en el segundo peldaño, con lo cual…
". Etcétera.

Segunda instrucción para subir una escalera. Usted,
que ha llegado con paciencia hasta aquí, ya está curtido
para un consejo, una imploración, un ruego, casi
una orden. Suba la escalera. Pero no la de peldaños
convencionales. La otra. La luminosa escalera que
Julio Cortázar edificó, palabra a palabra, hacia el conocimiento,
el placer, la reflexión. Le juro que llegará a un
cielo más alto que el escrito con tiza en las baldosas.

En un antiguo patio de San Telmo, Cortázar recordó los días de su juventud, marcados por Buenos Aires, el tango, el jazz y el boxeo".">

En un antiguo patio de San Telmo, Cortázar recordó los días de su juventud, marcados "por Buenos Aires, el tango, el jazz y el boxeo".

Quiso perderse entre la muchedumbre de la calle Florida.

Quiso perderse entre la muchedumbre de la calle Florida.

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