Bagdad bajo fuego – GENTE Online
 

Bagdad bajo fuego

A las doce menos cuarto de la noche del miércoles 19 de marzo (las seis menos
cuarto de la mañana del jueves 20 en Irak), las lenguas de fuego de los primeros
40 misiles regados sobre el centro de Bagdad remitieron la memoria a una
infancia deslumbrada por las historias de Las mil y una noches por más de una
razón. Porque el mítico libro deslumbraba a aquella infancia con los siete
viajes de Simbad, que tenazmente partía del puerto de Basora (hoy bajo fuego),
pero la aterraba con la invariable decapitación que el feroz sultán Arun Al
Raschid ejercía al amanecer sobre la esclava que había elegido para pasar su
lujuriosa noche. Eso, hasta que su compañera de lecho fue la astuta Scherezada…

Sucedida ya la segunda mitad del siglo XX -1968, exactamente-, no un sultán pero
sí un duro militar ascendió a vicepresidente de An Al Bakr, un jefe de Estado
del partido Baaz entronizado por un golpe militar. Se llamaba (se llama) Saddam
Hussein, y en 1979, retirado Al Bakr, se convirtió en el amo absoluto de Irak y
de la fortuna que duerme en el subsuelo: segundo productor mundial de petróleo
detrás de Arabia Saudita.

EL PODER DEL TERROR. Campesino nacido en la ciudad de Tikrit -a 200
kilómetros de Bagdad- y adorador de José Stalin y su maquinaria de muerte,
Hussein asentó su poder en una incalculable fortuna personal, en la despiadada
Guardia Republicana (30 mil fanáticos que lo custodian) y en el terror como
única política de Estado. En agosto de 1990, ávido del petróleo de Kuwait (no
sólo valioso por su cantidad sino por su calidad: muy liviano, su refinamiento
es menos costoso), el dictador invadió ese país vecino. Cinco meses más tarde,
el 17 de enero de 1991, una coalición de los Estados Unidos y 34 países desató
la ofensiva Tormenta del Desierto para liberar a Kuwait. Guerra corta: el amo
iraquí capituló el 26 de febrero, pero en su retirada incendió decenas de pozos
petroleros: un desastre ecológico que sepultó al país agredido bajo un
irrespirable manto negro.

Y no fue todo: en esos días de invasión y derrota lanzó decenas de misiles Scud
contra Israel, obligando a su población a vivir con máscaras antigás, encerrada
en sus casas y sellando a cal y canto las puertas y las ventanas. Para entonces
había crecido ya, con fundamento, su leyenda de "asesino de masas", como
lo definieron periodistas y diplomáticos occidentales destinados en Irak y
testigos de fusilamientos, torturas y hasta descuartizamientos al estilo Tupac
Amarú, pero con jeeps en lugar de caballos. Según otros observadores y analistas
políticos, "el error de la coalición que lo derrotó en Kuwait hace doce años
fue no avanzar hasta Bagdad, destronarlo y liberar de su yugo al pueblo iraquí"
.

El humo y el fuego cubren el complejo del Palacio Presidencial de Bagdad. Sucedió el 21 de marzo, durante un ataque masivo de los aviones norteamericanos. El informe de un allegado a Saddam Hussein convenció al Pentágono de que el presidente iraquí se encontraba allí.

El humo y el fuego cubren el complejo del Palacio Presidencial de Bagdad. Sucedió el 21 de marzo, durante un ataque masivo de los aviones norteamericanos. El informe de un allegado a Saddam Hussein convenció al Pentágono de que el presidente iraquí se encontraba allí.

Un niño iraquí, herido por los bombardeos llora desconsolado en el hospital al-Yarmouk de Bagdad.

Un niño iraquí, herido por los bombardeos llora desconsolado en el hospital al-Yarmouk de Bagdad.

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