Son las 18.30 en los estudios Central Park de Martínez. En la entrada, sobre la calle La Paz 1208, la camioneta Cherokee negra conducida religiosamente por Claudia (quien hoy por hoy supervisa directamente La Noche del 10, así como cada uno de los negocios de Diego) ya está estacionada contra un cordón. Se sabe, Claudia siempre está…
Detrás del portón negro, los pasillos del estudio son un hervidero de productores, técnicos, invitados, periodistas, cámaras, bailarinas, coreógrafos, promotoras, familiares, acompañantes de los invitados y mil excusas más para estar cerca del Diez. Es el mismo hervidero que hace más de veinticinco años persigue a Diego por cada rincón del mundo allí donde esté, sólo que ahora se hizo show. Ahora el hervidero es el programa de tevé más visto de la Argentina, “con picos de 33 puntos de rating y una media de 30”, detalla Vanesa Bafaro, jefa de prensa de Canal 13. De ahí la cotización de 2.000 pesos el segundo de publicidad. O sea, unas tres millones y medio de personas pegadas, cada lunes, a la pantalla de Canal 13 para ver a Maradona en su nueva faceta de conductor-entrevistador-anfitrión-bailarín-actor-y-lo-que-sea-que-Diego-quiera-hacer…
Trasponer ese portón es acceder a una impresionante mega-producción: doce cámaras, un estudio de mil metros cuadrados, una pantalla de 6,4 por 4 metros y 4 toneladas de peso, un staff de 15 bailarinas fijas, una producción artística que ha llegado a superar las 100 personas, un equipo de producción y técnicos que suma más de 200… “La idea es que sea un programa en vivo donde todo el tiempo se le sumen eventos, y la gente se sorprenda. Como el otro lunes, con el ajedrez para Karpov, después la despedida de soltera con strippers para Florencia Peña y en seguida el ‘Ya llega Durán’...”, explica Ariel Tejada, productor artístico del ciclo.
“Pero, sobre todo, estamos sorprendidísimos con Diego. El primer lunes, cuando tuvo que presentar a Gaby Sabatini y lo hizo como lo hizo, todos respiramos tranquilos. Me acuerdo que me di vuelta y abracé a uno que estaba cerca y le dije: ‘¡Tenemos conductor!’. Porque no es nada fácil estar frente a una cámara, y Diego no sólo conduce: también se anima a bailar, actúa, canta… ¡Qué más te puedo decir!”, dice Pablo Codevilla, orgulloso gerente de Programación de Canal 13 y una suerte de Virgilio que guía a Diego en su incursión televisiva.
Mientras tanto, en el bar, bailarinas con aires de vedette pasean sus ruleros y caderas hasta que sean las 20, hora del último ensayo. En otra mesa, unos cuantos musculosos toman sus respectivas cocas light con las calorías necesarias para que sus músculos lustrosos no se desluzcan cuando les toque salir a escena junto a Roberto Mano de Piedra Durán, protagonista del mano a mano de esta noche con Diego, mesa de por medio. Por cierto, la mesa costó nada menos que 26 mil pesos, y es redecorada para cada invitado: así, tuvo las banderas de Argentina y Brasil fundidas para Pelé, un estampado de leopardo para Susana, pétalos de rosa para Mirtha, y el consabido Say No More para Charly, por ejemplo.
En un rato más, a las 19, empieza el primer turno de comida, y sobre el rubro gastronómico vale la pena explayarse. Cada lunes, detrás de escena hay más de 500 personas en los estudios Central Park (excepto el primer lunes, que fueron 1.000). Y hay que alimentarlas. Para el equipo técnico y los productores, que comen antes del programa, el menú es a base de finger food, o sea: choripanes, sandwichs, hamburguesas, perniles de ternera fileteada, empanadas, penne rigatti en salsa de hongos y cualquier cosa que pueda comerse con las manos, además de bebidas sin alcohol. Para los invitados, las bailarinas, los acompañantes: pechuga de pollo, lomo, pernil de ternera y bebidas sin alcohol. Para los camarines de los invitados: pinchos, tapas y postres, más vino blanco, tinto y champagne. Y para el camarín del Diez, que además es el único que cuenta con frigobar, “sushi, jamón crudo, salmón, focaccia y variedad de bocaditos. Pero Diego no come casi nada. Hace una dieta bastante estricta de caldo con cabellos de ángel y arroz. Mucha fruta fileteada (kiwi, mango, ananá)”, cuenta el chef, Tomás Maizlisz. Todo a cargo de La Salsa, la empresa responsable de un catering que en cada programa requiere, por lo menos, 20 kilos de pasta, 40 de lomo, 30 de pollo, 25 de papa paillé, 80 litros de salsa, 150 piezas de sushi, 500 hamburguesas, 700 empanadas, 600 choripanes y 4 perniles de 20 kilos cada uno. Sin contar, claro, pedidos “fuera de menú”, como las botellas de whisky Chivas Regal que pidió Pelé, o la de Johnny Walker etiqueta negra que esperaba a Charly en su camarín (bueno… 20 minutos después hubo que buscar refuerzos).
A las 20 es hora del ensayo general. Desde el control, la voz de Gustavo Peduto (uno de los directores del ciclo) anuncia al piso: “Ahora baja Diego”. Entonces aparece Diego por primera vez (con sus 44 años, su metro 66, sus sorprendentes 57 kilos que supieron ser 130, estricta dieta mediante de caldo con cabellos de ángel), y junto a él, Goyco (con el uniforme del fútbol tenis), Pablo Codevilla (con el uniforme del programa: remera negra de Ona Saez: “Yo ™ Argentina”) y Gonzalo Moses (el productor general, ex productor de Fútbol de Primera, con su infaltable remerita de los Rolling Stones, una de las tantas cábalas de cada lunes). Codevilla y Maradona terminan de repasar cada tramo del programa, y vuelven a desaparecer hacia los camarines del segundo piso. Unos minutos después, quince bailarinas a medio vestir, y todavía con los ruleros, llegan al piso para repasar las coreografías de la noche. “Manden la música fuerte desde el principio”, implora Ariel Tejada, encargado de los “eventos”, como ellos llaman a los shows en vivo.
Ya son las 9 de la noche. Empieza la cuenta regresiva. En las oficinas de producción están terminando de redactar las cartulinas con las que Diego se irá guiando una vez al aire. En una pared cuelga un calendario con los programas que faltan y los invitados por venir. Resaltan los de Luis Miguel, Rafaela Carrá, Manu Chao, Joaquín Sabina, Fidel Castro, Ronaldo, Serrat, Chayanne y siguen las firmas... También se rumorea la posible reunión de Soda Stereo y un gran final en el Luna Park, ante 10 mil personas, con la presencia de todos los invitados que pasaron por el ciclo. Pablo Codevilla no lo desmiente: “Sólo dependemos de la agenda de algunos artistas”.
Cecilia Erguieta, coordinadora de producción, agrega: “Igualmente, es una gran satisfacción saber que todos los lunes tenemos al mejor invitado, a Diego. Y él también propone. Claro que con otra exigencia. Tira nombres como los de Mike Tyson, los Rolling Stones, Roby Williams… Por ahora la agenda no los deja, pero tampoco nos dijeron que no”.
Se escucha una voz: “Querido público, en 3 minutos venimos al aire. Por favor apaguen los celulares; no los dejen en vibrados porque están en la misma frecuencia que nuestros micrófonos…”. Es Gustavo Peduto, el director del programa, desde el Móvil 1 de Canal 13, un camión apostado dentro de los estudios que funciona como cabina de control. Y como si fuera una nave a punto de viajar hacia el espacio, un rato después empieza el conteo previo al despegue: nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡Y empieza el show! Recién a partir de ahí, La Noche del 10 se puede ver.
Eso canta el director antes de que se encienda la luz roja de la cámara. Llegó el segmento del fútbol-tenis. Maradona está por entrar nuevamente en acción, mientras lo acompañan Pablo Codevilla y Adrián Suar, gerente y director de Programación de Canal 13, respectivamente.
Durante las dos horas y media que suele durar La Noche del 10, Pablo Codevilla guía y asiste a Maradona
