Una AM. Luna Park. Seis mil almas que arden. "Un aplauso para Celestita",
dice Charly. Y Celestita asoma de la improvisada puerta en el escenario. Y
entra.
Se habían conocido cuando ella se metió al juego de su último videoclip,
Asesíname, el primer corte de su flamante Rock & roll yo. Buenas migas, al
parecer. Tanto como para, un mes después, volver a encontrarse en la casa del
músico en Palermo y partir juntos en una limousine blanca hacia el Luna Park.
Para que él toque, para que ella lo acompañe, para cerrar el año de ambos.
Ahora, después del arranque con Yendo de la cama al living, después de dos horas
de show, con los primeros acordes de Liando un alma, Celeste hace su entrada. Se
miran, se corretean sobre el escenario, ella intenta bailar, no le sale, él no
le saca los ojos de encima, a los cinco minutos ella se va.
Charly canta. Celeste escucha. Liando Un Alma -el primero de su último disco- fue el elegido. Volvieron juntos a la casa de él. Charly, por lo que se ve, llegó un poco acalorado.
