«Aprendí a no necesitar un hombre para sentir que mi mundo funciona» – GENTE Online
 

"Aprendí a no necesitar un hombre para sentir que mi mundo funciona"

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Nació, creció, hizo amigos, se enamoró por primera vez, se desengañó por
primera vez, un día encendió un cigarrillo, un día abrió una cerveza, le dieron
un beso, todo en las calles de Villa Ballester, San Martín, conurbano oeste de
la Buenos Aires que es provincia. Era otra, otra chica. O era la misma, pero le
pasaban, sí, otras cosas. No como ahora, que se hizo actriz, después se hizo
personaje, después, estrella.

La noche que a los diecisiete hizo la cola, pasito a pasito, y llegó hasta la
puerta de New York City, la City, para que un patovica sin gesto
le pidiera que se corriera de allí, sintió penita. Y después, un día, las
revistas y la televisión irían en busca de su boca, de sus ojos, del cuerpo de
Romina, y los RR.PP. de las discos le abrirían las puertas y la sentarían en el
VIP y le regalarían champagne y le pondrían a los patovicas sin gesto a cuidarla
de que nadie la moleste, pero eso sería después. Por el momento, y el momento
era aquella vez a los diecisiete, entrar a la City era imposible.
Mientras, la adolescente del Santa Ana que medio le rajaba a las monjas
preceptoras, crecía y ya le pasaba un sueño: de actuar, de ser actriz, eso
quería, eso empezaba a querer.

El barrio era el barrio: picadas de autos sobre la Avenida Constituyentes,
panchos en el 46 de la Avenida Illia, mucha puerta de casa, un vecino hincha de
Chevrolet, uno hincha de Ford, la cancha de Chaca que se hacía sentir los
domingos o los sábados, según, mucha estación, mucho tren a Retiro, la José León
Suárez, ramal del Mitre, y Romina que se bajaba en la estación San Andrés.

-¿Cuánto de aquel mundo le ponés a tus personajes?
-Hay personajes donde una puede utilizar la energía que trae desde siempre.
En Soy gitano me sirvió mucho, porque ahí tenía que interpretar a una
mina más guarra, más lanzada.

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Dice que no le da ni un poco de miedo. Sentada en el balcón del piso 15,
hotel Conrad, con Punta del Este allá abajo, envuelta en la bata blanca bordada
donde se pierden las gotas que le caen del pelo recién humedecido, dice que ni
un poco de miedo. ¿Qué pasaría si un día todo desapareciera? ¿Qué pasaría si uno
de estos días, las invitaciones de los hoteles vip, las tapas de las revistas,
la popularidad y los medios, se esfumaran de su vida? Dice, jura, que no le
modificaría demasiado las cosas. "No me modificaría demasiado las cosas",
asegura. Y Romina deja su café sobre la mesita blanca.

-¿Y si un día todo se va?
-Bueno, es que un día todo se va a ir…

-Quiero decir, inesperadamente…
-Soy perfectamente consciente de que esto de la popularidad es efímero. Es
un juego en el que una se mete, sale un rato, descansa, volvés a entrar, un día
te divierte, un día te aburre.

-¿Y no podrías perder de vista que es un juego?
-Les pasa eso a los que dependen de exponerse demasiado y pierden de vista
que el punto es el laburo, no qué tipo de exposición hacés de tu laburo.

-¿Cómo te mantenés a salvo de confusiones?
-Es que tengo claro que lo que me gusta es actuar. Hoy estoy en la tele,
pero mañana podría salir de la pantalla. Y entonces voy a dejar de servirle al
señor del hotel que me quería tener en su fiesta, aunque yo voy a seguir
actuando, porque la televisión no es el único lugar donde un actor puede
trabajar.

Dice que sale de Pol-ka y los chicos se le van encima. Dice que le
piden autógrafos y que le preguntan qué tienen que hacer para volverse actores.
Dice que ella les pregunta para qué quieren actuar. Dice que los chicos le
contestan: "Porque queremos ser famosos". Dice, Romina, que algo anda mal
con esto de la popularidad.

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A los quince se puso de novia. Y desde entonces, hoy tiene 27, había seguido
así. No fueron doce años del mismo amor, desde ya. Pero siempre hubo alguien al
lado que le gustaba primero, se enamoraba después. Doce años de relaciones
estables, de novio tras novio que no era ni affaire ni historia, sino novio, a
secas. Pero desde hace un mes, la nada. Romina se separó de su último chico y
ahora está sola. Sola. "La verdad es que no siento nada raro, y empecé a
disfrutar de estar sola. De hecho, aprendí a no necesitar un hombre para sentir
que mi mundo funciona
", dice Romina, que ahora que tiene tiempo de sobra
(porque una cosa es grabar doce horas diarias y encima tener novio, y otra muy
diferente es grabar doce horas diarias pero poder disfrutar de la vastedad
inconmensurable del resto del día), va a natación, a equitación, a canto, a
baile, a buceo…

-¿Y crochet? ¿No te hacés un lugarcito?
-En este momento siento que me llené de actividades extra porque las
necesito para mi trabajo. Canto y baile son imprescindibles para mí. Y me puse
natación para reemplazar al gimnasio.

-¿Y buceo?
-Me gusta, es como una extensión de natación.

-¿Y equitación?
-Porque amo los caballos.

-¿Cuándo hacés todo esto?
-Cuando puedo.

-¿Y cuándo dormís?
-No estoy durmiendo.

-…
-Sí, también tengo claro que a veces te saturás de cursos porque no sabés
cómo llenar los vacíos de la vida.

-¿No puede estar pasándote?
-No, hago las cosas que hago porque son necesarias, de verdad.

-¿Y por qué siempre terminabas de novia?
-No me gusta estar con alguien por estar, sólo porque puede haber buen sexo
y buena química. Es cierto que cuando una relación empieza, lo químico es muy
importante, pero después yo empiezo a querer conocer, a querer intercambiar
emocionalmente. Estar compartiendo sexualmente algo con alguien, hacer el amor,
es grosísimo, y a eso le doy mucha importancia.

-¿Te parece que vivimos una época más descomprometida, más porno?
-Pero no está mal. Yo admiro a esa gente que puede tener sexo ocasional, que
va, se encuentra, pum y listo. Yo no puedo, a mí no me sale. Pero si le sale a
los demás, por mí todo bien. Conozco gente que le va esa onda y es feliz, y
bueno, los felicito.

-¿Qué le pasa a tu generación con el amor?
-Tal vez estemos viviendo una época menos hipócrita. Hay menos ganas de dar
vueltas: vamos para delante o nada. O de última, divirtámonos: esto es para
divertirse un rato y no te vendo el novio para después desaparecer; las cosas se
dicen más de entrada.

-¿Adiós a la histeria, entonces?
-Estaría buenísimo que fuera así. De todas maneras, aún quedan los
enroscados con lo exterior, con aparentar. A mí me cansaron esos histéricos, no
los puedo ni ver. Cuando veo que alguien se me acerca desde ese lugar, el tipo
que te encara porque sos "la chica de la tele", los saco c…

-¿Qué es lo que más te molesta?
-No lo sé, sé que en cuestiones de amor, me cansé de los hombres histéricos.

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Alguien a quien Romina llama Diana le mejoró la piel, cuenta. "Diana
Chugri
", dice y parece que antes la piel era una, que ahora la piel es otra
y ella de lo más contenta. Se ríe con cierta facilidad y cierra la charla, la
bata blanca sobre el cuerpo, el balcón y Punta del Este allá abajo, el pelo que
ha parado de gotear, con el cuadro inasible de su futuro. Dice Romina: "No
tengo metas, sólo quiero ser la mejor actriz que sea capaz de ser
".

-El futuro es algo más que el futuro del trabajo.
-Bueno, en cuanto a la vida, me gustaría encontrar mi alma gemela y tener
hijos y cocinar mientras los chicos juegan y esperar a mi marido y también
seguir trabajando, actuando. Me lo imagino así. Y me encanta cuando me lo
imagino.

por Alejandro Seselovsky

fotos: Santiago Turienzo. Asistente: Julio Ruiz

producción: Estefanía Allende
maquilló: Priscila Bureau para Sebastián Correa con productos Helena
Rubinstein
. Peinó: Micaela para Alberto Sanders
agradecemos a: Tutti's, Class Life, Wanama, Eufemia, María Cher y
Conrad Resort & Casino Punta del Este

Domingo, sol de las seis de la tarde. En Punta del Este, sobre una colina camino a San Carlos, Gaetani le regala a la cámara su máxima sensualidad.

Domingo, sol de las seis de la tarde. En Punta del Este, sobre una colina camino a San Carlos, Gaetani le regala a la cámara su máxima sensualidad.

Hago equitación, buceo, canto, baile, natación... me gusta, aunque tengo claro que, a veces, te saturas de cursos porque no sabes como llenar los vacíos de la vida".

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"Hago equitación, buceo, canto, baile, natación... me gusta, aunque tengo claro que, a veces, te saturas de cursos porque no sabes como llenar los vacíos de la vida".

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