«Antes era un verdadero diablo… ahora me dulcifiqué» – GENTE Online
 

"Antes era un verdadero diablo... ahora me dulcifiqué"

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Está de vuelta. O mejor, están de vuelta los dos: Jorge Guinzburg y Jorge Guinzburg. El bueno, el divertido, el tipo con el que es imposible no resbalar en una larga risotada al menos en
algún momento de la noche. Y el otro, la carta brava, el que desde el centro del estudio está atento al menor resbalón, el más leve titubeo de sus invitados para caerle encima, traviesamente, y también reír, y reírse, y hacer reír.

La Biblia y el calefón regresa el viernes por la pantalla de Telefé. Será su cuarto año. Será su tercer canal. Será una nueva temporada para un programa que, según su propio creador,
"sigue vivo entre la gente. No es un éxito del pasado, es un programa que, con o sin pantalla, nunca dejó de
latir
".

-¿Qué lugar ocupa La Biblia y el calefón en la tevé de hoy? 
-Me emociona que esté, otra vez, en la noche del viernes. ¿Sabés por qué? Porque siento que
La Biblia y el calefón se convirtió en el comienzo del fin de semana. Siento como que, lo digo con humildad, he creado un espacio que genera en la gente una sensación de
"empezó el recreo".

-La verdad. ¿Nunca ningún invitado te sugirió que no le preguntaras sobre, digamos, su última cirugía?
-Sí, una persona no es que me pidió no hablar, pero me llamó al día siguiente de la grabación para ver si podíamos eliminar una parte de lo que había dicho.

-¿Y qué pasó?
-Tuve suerte. Esa persona no me encontró porque yo justo había salido de viaje. Me dejó un mensaje que escuché recién a mi regreso. Por supuesto, al aire salió todo.

-Si no te hubieras ido de viaje y el invitado te hubiera encontrado, ¿qué habrías hecho?
-Me habría molestado mucho que me pidiera semejante cosa, porque lo que se dice se dice. Yo estoy viendo el grabador que vos pusiste adelante, sé que lo que diga va a ser el material de esta nota, no te puedo llamar mañana y decirte que borres tal o cual cosa.

-¿Editás mucho?
-No. Alguna vez puede pasar que, sin darme cuenta, haya dicho algo que causó dolor. Preguntarle a alguien por el viejo sin saber que el viejo había fallecido. Bueno, eso no me da ganas de que salga.

-¿Sos de temer?
-No…, mejor dicho, ya no… Durante el primer año de La Biblia, algunos venían con miedo. De verdad, me tenían terror. Se acordaban de mis reportajes en La noticia rebelde… Por esa época yo era un diablo en serio (risas).

-¿Y ahora?
-Mmm… me dulcifiqué. En serio, venían con miedo y se iban lamentándose de no haber venido antes. Ahí está, ¿ves?: soy un angelito. Es más, algunos arrancan el programa con una copita de champagne y, en una progresión etílica en aumento, se van cantando La cucaracha. Y eso, te lo juro, sí que pasó.

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¿Se puede invitar hoy a un político a un programa de humor? Guinzburg no duda: "Hoy un político divertido es un contrasentido, porque no parece divertido, parece impune".

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"Hay programas que me dan vergüenza. Hacer una novela con la vida de Guido Süller, con una novia que aparece y se tiran vasos de agua y demás… eso es antiético, eso es mentirle a la gente"

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