«Amo mi trabajo y volvería a arriesgar mi vida mil veces si fuera necesario» – GENTE Online
 

"Amo mi trabajo y volvería a arriesgar mi vida mil veces si fuera necesario"

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El primer comentario ya lo pinta de cuerpo entero. "No tengo la condecoración encima. No quiero usarla para sacarme fotos porque entiendo que no es mía, es de todos los compañeros de la brigada", sentencia, la voz grave y pausada, el suboficial principal de la Policía bonaerense Ricardo Aquino (43), el hombre que expuso su vida para salvar la de Patricia Nine.

Este policía, que junto al comisario general Osvaldo Seisdedos tuvo la responsabilidad de esclarecer el secuestro, vive en Moreno, está casado con Lorena y es padre de tres hijos. En el despacho del jefe de Investigaciones de La Matanza, el comisario mayor Sergio Vargas se dispone a hablar de su vida, su carrera, sus sueños.

-Hace pocos días, el gobernador Felipe Solá lo condecoró con la Orden de San Miguel Arcángel y también fue reconocido por el intendente de Moreno. ¿Cómo vivió esos momentos?
-Fueron inexplicables. Es difícil traducirlos en palabras... La condecoración me pone orgulloso, pero yo siempre trabajé de la misma forma, todas las mañanas salgo igual. Creo que fue una operación exitosa de toda la policía y de toda la ciudadanía, porque el país entero quería que Patricia volviera bien a su casa.

-¿Cuándo decidió incorporarse a la Policía?
-Bueno, eso tiene que ver con mi historia familiar. Al terminar la primaria le dije a mis padres que quería ingresar a la Escuela de Mecánica de la Armada, pero cuando mi madre se enteró de que al sexto mes tenía que embarcar, no me dejó inscribir. Era el único varón -tengo una hermana mayor y otra menor- y me quería cerca.

-Entonces optó por la policía…
-Tuve que esperar a cumplir la mayoría de edad, e ingresé a los 22 años.

Aquino es un hombre tranquilo, a quien siempre acompañan un atado de cigarrillos y un paquete de pastillas, que convida amablemente. Patagónico de origen, nació en Comodoro Rivadavia (Chubut) el 20 de julio de 1961. El trabajo de su padre, un transportista, hizo que la familia se mudara al Gran Buenos Aires. Primero se instalaron en Villa Adelina, y desde hace 27 años los Aquino habitan Moreno.

-Con dos décadas en la policía: ¿cómo define a la profesión?
-Es una carrera dura... Yo tuve pocos destinos: la comisaría 1ra. de Moreno, y luego las brigadas de Investigaciones de General Rodríguez, Merlo y La Matanza. Soy un hombre de acción y desde los primeros años en la institución aprendí a conocer toda clase de gente y a estar preparado para los enfrentamientos.

-En uno de ellos fue herido...
-Sí, fue en un allanamiento en la Capital. Me hirieron en la pierna izquierda, y me tuvieron que operar dos veces en la columna. A partir de eso cambió mi vida. Nunca más pude volver a practicar deportes.

-¿Qué deportes hacía?
-Fundamentalmente jugaba al fútbol y salía a correr. Pero esas operaciones me impidieron seguir haciéndolo, como muchas otras cosas.

-Sin embargo, parece que no se amedrentó a la hora de perseguir delincuentes…
-Para nada. Yo amo mi trabajo. Adoro la policía. Doy todo por la institución. Por esa secuela ahora estoy trabajando menos horas de las que desearía. Siempre investigué homicidios y me convocaban para trabajos grandes, como los secuestros. Y estoy dispuesto a arriesgar mi vida mil veces si me llaman, porque para eso estamos nosotros.

-¿Le gusta ir al frente?
-Sí, me gusta ser el primero que ingresa a los domicilios. En el caso de Patricia pedí hacerlo porque la conocía. Eso fue clave, porque no sabíamos realmente cuántas personas había en esa casa. Quizás había más de una mujer, y el que entraba no sabía distinguirla. Conocerla físicamente nos fue muy útil; eso nos permitió aislarla.

-O sea que, al margen de ese conocimiento, no fue una excepción...
-Sí, siempre soy el que rompe la puerta y entra. Me siento muy seguro y capacitado para hacerlo.

-¿Cómo describiría esos momentos de tanta tensión y riesgo?
-Y... uno nunca sabe qué hay del otro lado. Pero cuando lo hago, pienso en el ciudadano inocente. Siento un montón de sensaciones… Es un instante indescriptible en el que uno piensa en su familia y en la de la víctima.

-¿Igualmente usted se ofreció para liberar a Patricia?
-Sí, una semana antes, estaba convencido de que el caso se iba a resolver positivamente. Y afortunadamente mis superiores lo aceptaron. Pero tanto yo como mis compañeros trabajamos a full en todos los casos de secuestros en los que tuvimos que intervenir.

Aquel muchacho que un día fantaseó con hacer carrera en la Marina, ahora hace 19 años que egresó de la escuela de suboficiales Dantas luciendo el uniforme de la Policía de la provincia de Buenos Aires. En su primer destino, en la comisaría 1ra. de Moreno, conocería a la familia de esa mujer que, en cuanto lo vio irrumpir con violencia de cine de acción en una casa del barrio Libertad de Merlo, supo que su pesadilla había terminado.

-¿Recuerda cómo conoció a los Nine?

-Al poco tiempo de empezar a trabajar en Moreno, tuve la posibilidad de hacer adicionales en la empresa familiar, cuando todavía era un corralón. Por eso los conozco a todos, y ellos a mí.

-¿Es verdad que era el arquero del equipo de fútbol?

-Sí, jugábamos con la gente del shopping. Yo solía atajar, aunque no era tan mal jugador… Moreno es un pueblo y tengo buena relación con todos los empresarios. Acá los que trabajamos nos conocemos bien.

-¿Se encontró otra vez con Patricia?

-Sí, me veo con ella y con todos los Nine. Hablamos del futuro, porque sabemos que tenemos que seguir trabajando cada uno en lo suyo y mirar para adelante.

-Sé que su hijo Leonardo eligió seguir sus pasos. ¿Cómo le cayó que sea policía?

-En principio, como conocedor de los riesgos que implica esto, no me puso muy contento. Pero el me lo pidió, me lo suplicó y me dijo que cuando fuera mayor de edad ingresaría en la fuerza. En el fondo, se repitió lo mismo que me pasó a mí con mi mamá. Por eso, al final lo ayudé a hacer los trámites de ingreso y pronto será oficial.

-Además de la condecoración, lo acaban de ascender. ¿Cuánto va a ganar ahora?
-Más o menos, 1.250 pesos. Pero eso no es importante. Creo que lo que más sirvió de todo esto es que Patricia esté bien, y que la gente vuelva a recuperar la confianza en su policía. Pero hay que entender que para vivir en un país mejor tenemos que comprometernos todos, no sólo la policía.

-¿Algún sueño pendiente, Aquino?
-Por razones laborales, nunca pude volver a Comodoro. Mi sueño es poder recorrer esa parte del país. Pero por otro lado, cuando me retire, creo que seguiré vinculado al tema de la seguridad. Me gustaría seguir brindándole un servicio a la comunidad.

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"La condecoración no es sólo mía, es de todos los compañeros de la brigada", dice Aquino.

El presidente Néstor Kirchner recibió en su despacho a Patricia Nine.

El presidente Néstor Kirchner recibió en su despacho a Patricia Nine.

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