Tiene once años. Y lo esperable para su edad: sexto grado, guardapolvo blanco, cara lavada, trenzas y algún recreo que se va jugando a las cartas (su preferido, el chinchón). Hasta ahí lo normal, porque enseguida surge lo que hace a esta historia (a esta niña) no tan normal… Una envidiable altura de 1,76 m, ojos celestes y un cuerpo con curvas más importantes que una pista de carreras (90-60-90).
¿Once años, dijimos? Sí, Camila Lakshmi Colombero es todo un descubrimiento de la agencia Hadra Models, que la sumó a su staff hace tres meses. “La primera vez que hice publicidad fue a los 9 años, para una marca cordobesa de ropa juvenil. Desde chica mi ilusión fue llegar a ser modelo o actriz. Por eso le pedí a Dios que me cumpla el deseo. Y como los niños no tenemos pecados, él me dio la posibilidad de estudiar bailes, como el hip hop, danza árabe, y después, modelaje en Córdoba”, explica con la seriedad y el profesionalismo que pocos adultos alcanzan.
Y en seguida toma la palabra la voz autorizada del grupo, su mamá, Carolina Selvetti (49). Porque, a pesar de tener como ejemplo a Nicole Neumann con su ingreso al modelaje a los doce, la sociedad argentina sigue siendo crítica con la llegada de las lolitas.
–¿Cómo aprobaron la decisión de que Camila sea modelo?
–Lo hicimos porque toda su vida soñó con serlo. Desde los 6 años sueña con los desfiles y las fotos. Pero quiere estar preparada… Es muy inteligente y está dispuesta a aprender. No queríamos frustrar sus sueños. Por eso la apoyamos.
–¿Saben ponerle límites?
–Sí. Siempre le explicamos con claridad la diferencia entre lo bueno y lo malo. Igual, estamos a su lado para cuidarla. No la dejamos sola. Le enseñamos constantemente que sea una chica de bien. Y ella se da cuenta de la responsabilidad que tiene cuando decide algo.
–El modelaje es un mundo de adultos. ¿No tienen miedo de que se contamine con cosas que no son propias de su edad?
–No, para nada.
–¿Ni siquiera de que llegue antes al cigarrillo o al alcohol…?
–En nuestra familia hablamos mucho. Cuando fuman en un lado, ella se va, y el alcohol no le interesa. Además, Camila es tan seria que la gente la respeta… No creo que le ofrezcan nada. Igual, le dije: “Para estar en el medio vas a tener que ser valiente”.
–¿Le preocupa que la vean como una lolita?
–Lo que se dice miedo, no. Las cosas cambiaron mucho… Bah, ¿a qué te referís con lolita?
–A que la vean como un objeto sexual siendo una niña…
–Sí, ya se lo dije. Eso va a pasar. Pero me dijo que lo iba a saber manejar. Va a tener que aprenderlo conmigo a su lado.
–¿Y acaso no la inquieta que quizás algunos hombres se ratoneen con ella?
–Y… Siií… ¿Para qué te lo voy a negar?
–¿Cómo le gustaría verla en un futuro?
–Deseo desde mi interior que sea una gran modelo.
Aunque podría resucitar a Vladimir Nabokov para escribir un nuevo capítulo de Lolita, ella se lo toma tranquila. En realidad, como toda nena de su edad, lo vive como unjuego. “Algunas chicas hacen tenis, otras patín. Yo, después del colegio, soy modelo”, explica. “Mi materia preferida es matemáticas. Me están enseñando a dividir con decimales; este martes que viene me toman prueba. Soy abanderada. Tengo nueve y diez en casi todas las materias. Aunque lo más divertido son los recreos… Me gusta jugar a las escondidas, aunque ya no me dejan correr en el patio. ¿Te imaginás con mi altura el lío que se arma?”, dice.
–¿Y cómo toman tus compañeros esto de que seas modelo?
–Los chicos me dicen “jirafa” o “ferrocarril parado”. Pero es común ese tipo de cargadas. A mis compañeras no les cuento mucho. Me da vergüenza. Sólo a muy pocas amigas. Mis maestras me felicitan todo el tiempo y me dicen: “Yo sabía que ibas a ser modelo”.
–¿Qué te gustaría ser de grande?
–Abogada. Me gustaría estudiar mientras trabajo de modelo o actriz. Pero todavía soy chica… Quizás cambie de opinión.
–¿Sos amiga de otras modelos?
–Todavía no. Me cruzo con ellas, pero no nos damos.
–No aparentás tus 11 años y, por ahí, le podrías gustar a un chico de 20 o 25 años, que para vos es un hombre grande. ¿Qué harías si alguno te encara?
–Si alguno se me acerca con mala intención, me doy vuelta y me voy.
–¿Te gusta la imagen que proyectás en las fotos o en la pasarela?
–Sí. Soy otra. Para el colegio soy Camila, y para las cámaras soy Lakshmi… Ahí me expreso. Una se maquilla y la otra no. A veces me doy cuenta de que no soy yo: me gustan mis caras, mis gestos.
–¿Tenés novio?
–No. Con mis amigas hablamos de tal o cual chico, pero no me interesa. Por suerte, ninguno se me declaró (risas).
–¿Qué te parece la trayectoria de Nicole Neumann?
–Sí. Me encantaría llegar a ser famosa como ella. Igual, trato de no copiar a nadie y de ser natural.
–¿Sabés que te pueden criticar por ser tan chica y posar sexy?
–No le hago caso a nadie. Sólo escucho si me dicen cosas constructivas. No voy a intentar convencer a los que no piensan como yo. Este es mi sueño… Que cada uno lo tome como quiera.
Logró desbancar del título de Modelo Teen a Nicole Neumann, que la top comenzó a ostentar a los doce años como imagen de una firma de ropa interior.
No le hago caso a nadie. Sólo escucho si me dicen cosas constructivas. No voy a intentar convencer a los que no piensan como yo. Este es mi sueño… Que cada uno lo tome como quiera.
Camila acompañada por sus padres: Carolina Selvetti y José Luis Colombero. Antes de la producción autorizaron la publicación de las imágenes y las palabras de su hija. En la escuela San Martín, de Villa Carlos Paz, es la abanderada.
