"Blanca. Será Blanca”, dijo Benjamín Vicuña treinta y dos horas después de cortar el cordón umbilical, treinta y dos horas después de que su mujer, nuestra Pampita, diera a luz, el lunes 15 de mayo a las 7 de la mañana, a su hija de 3,5 kilos y 50 centímetros de altura. Y sí, “Blanca. Será Blanca”, confirmó el propio padre frente a la Clínica Las Condes. “Será Blanca en honor a mi abuela materna, Blanca Morandé”, explicó. Y se metió adentro para ver cómo su mujer, emocionada hasta las lágrimas, daría de mamar por primera vez y para planear para el jueves una partida propia de la realeza.
Y el jueves llegó, y con medidas extremas de seguridad que impedían a cualquier periodista ingresar en la clínica y a cualquier persona ajena al entorno, acercarse a las habitaciones 349 y 350. Claro que lo que parecía que sucedería, no sucedió: ni Carolina Ardohain, ni Benjamín ni Blanca Vicuña partieron rumbo al departamento que alquilan en Avenida La Dehesa. Allí sólo llegaron 500 mails, cantidad de saludos (sorprendió el de Michelle Bachelet, la presidenta chilena), ramos de flores y regalos, pero ninguno de los tres miembros de la familia. Al contrario, se quedaron escuchando los consejos médicos de cómo colocarle los tapones para los oídos a su bebé, quien junto a ellos partiría el jueves, después del alta, en… helicóptero. Porque mientras Thania Dos Santos, la madre de la modelo, comentaba que el reencuentro con su hija, luego de algún alejamiento, “resultó muy emotivo. Nos abrazamos y lloramos mucho”, comenzaba a armarse la operación despiste al periodismo… Detallemos:
Se subieron de incógnito a una Land Rover verde, sin sentarse al volante ni Pampita ni Benjamín e intentando que ningún medio los siguiera. Convencidos de que lo habían logrado, se alejaron unas cuadras, besándose sentados en el asiento trasero. Pronto ingresaron en el barrio privado San Damián, a quince cuadras de la clínica. Avanzaron hasta un improvisado helipuerto situado en la cancha de polo, se despidieron de sus familiares, le colocaron los protectores auditivos a la beba y subieron al helicóptero Eurocopter, propiedad de Oussama Aboughazale, padrastro de Benjamín e importante empresario. Tras volar durante 45 minutos y atravesar la ciudad hasta llegar a la ciudad de Pirque, una comuna precordillerana de las afueras de Santiago con pequeñas y medianas fincas de difícil acceso, se instalaron en Haras Sumaya, propiedad de Isabel Luco, la madre de Benjamín, y Oussama, quien tiene viñedos y se dedica a criar caballos de carrera.
El silencio y la ausencia de smog, moneda tan común de la capital chilena, facilitaron las cosas. Pampita y Benjamín sólo salieron a la puerta el viernes, para ver el atardecer. Después volvieron a entrar y cuidar a Blanca. Además de la pareja, en la casa se encontraba Carolina, la hermana del actor, y mucho personal doméstico. A todos los empleados del Haras Sumaya les pidieron colaboración, y que no hicieran ningún comentario con la prensa. “Caro mira de manera continua su reloj para darle de mamar a su guagua cada tres horas, y Benja está gozando la licencia post-natal de cinco días que le dio Canal 13, de Santiago, donde graba la serie Huilcamán & Tolosa”, comentó un amigo común antes de repetir una frase que escuchó de los flamantes padres, hasta enternecerlos: “¿Sabes qué dijeron? ‘Ahora somos toda una familia’ ¿No es genial?”
La verdad que sí.
El jueves, la pareja y su hija dejaron la clínica, llegaron al barrio privado San Damián, subieron al helicóptero de Oussama Aboughazaleh, el padrastro de Vicuña, y 45 minutos después descendieron en Pirque, donde el magnate posee un haras.
… Así dicen que es Blanca. En la foto, antes de abordar el helicóptero, en brazos de Benjamín Vicuña, aunque siempre acompañado por Pampita, quien conservó su privilegiada figura luego del parto del lunes 15.
“No escuchamos ninguna predicción que hable del futuro de nuestra hija. Sólo queremos que sea libre y feliz, y que ella elija lo mejor para su vida”, coincidieron los flamantes padres.
