Gracias", dijeron, y coronaron el año más voraz de sus vidas. El año del nacimiento y la
fiebre, el año de los 90 conciertos bajo la infrecuente faja de
sold-out, el año del primer disco, y del segundo, y de las 380 mil copias vendidas entre ambos. El año de la gloria. "Gracias", dijeron, y comenzaron a trazar otro futuro. Las cámaras de MTV, que las reproducían para
400 millones de hogares en todo el mundo, hicieron foco en los cinco rostros aún perplejos. Sobre el escenario del Jackie Gleason Convention Center, bajo la espesa noche de Miami, frente a pequeños y no tan pequeños monstruos de la música (desde Shakira hasta los ex Soda Stereo, de Carlos Santana a Iggy Pop), con el premio al artista revelación bailoteándole en las manos nerviosas, Bandana dijo "gracias". Lissa, Ivonne, Lourdes, Virginia y Valeria dejaron el escenario con la certeza de que ya no eran las mismas que lo habían subido.
Fueron las chicas de un casting abultado en la cancha de Ferro. Después fueron las finalistas; por último, las elegidas. Cantaron, ensayaron, hicieron uno, dos, tres, decenas de shows, grabaron y sedujeron. El premio obtenido en la entrega de los
MTV Awards Latinoamérica 2002 puede traducirse como una bienvenida a las grandes ligas de la música continental.
"Esto es el broche de oro de todo un esfuerzo que venimos haciendo desde hace más de un año. Hace mucho tiempo nos planteamos un objetivo. Hoy podemos decir que lo cumplimos", dice Virginia Da Cunha, en un paseo por Ocean Drive, en South Beach. "Ya no hablamos de sueños. No hay sueños.
Hay trabajo, esfuerzo, más trabajo y más esfuerzo. Ese es el único camino", agrega, enfática, Lourdes.
-En los primeros días de Bandana todo resultaba muy increíble e irreal. ¿En qué momento están ahora?
Valeria: -Es un momento de toma de conciencia, de conexión con lo real de todo lo que nos pasa. Es verdad, todas empezamos diciendo: "¡Guau, no lo puedo creer! ¡Esto no lo puedo creer!". Bueno, hay que empezar a creerlo. Ahora jugamos en la liga mayor.
Lissa: -Esto no es magia. Trabajamos mucho para lograr lo que estamos logrando, nos lleva mucho sacrificio, pero es lo que elegimos. La vida real de un artista no es flotar alegremente y dejarse llevar. Es transpirar, tomar decisiones, agotar hasta la última partícula de esfuerzo. Recién después de todo eso, después del trabajo y la entrega, podés relajarte un poco y disfrutar.
-Todo en la vida tiene un precio siempre. ¿Cuál es el costo de ser una Bandana?
La pregunta tajea el aire de la charla. Las cinco vienen de un mes de giras, hoteles y aeropuertos. Estaban en España y sabían que las esperaba Miami antes que Buenos Aires. A Lissa, el recuerdo de su barrio y sus hermanos, los pibes de la Plaza de San Justo, la casa y la plácida sensación de sentirse en casa, le cae encima de golpe y no puede evitar que una lágrima le cruce el rostro.
Lourdes: -Esto ha crecido mucho. Estamos viajando a full y lo que más cuesta es que se extrañan los afectos. Se hace duro, pero no somos cinco chicas divertidas que quieren jugar a las estrellitas pop, somos profesionales y sabemos que hay que hacer lo que hay que hacer.
Ivonne: -Hay renuncias que son necesarias, renuncias que si querés hacer esto no se pueden evitar. Yo las hago con gusto, aunque me cueste extrañar familiares, novios o amigos, sencillamente porque esto es lo que yo quiero para mi vida.
En las playas de South Beach, una de las zonas más cool de Miami. El mar cálido de aguas verdes, las playas blancas de arena fina. Y las estrellas: Lourdes, Ivonne, Virginia, Valeria y Lissa.
La noche de los MTV Awards: el premio, el reconocimiento de todos, la gloria.
