Soledad Fandiño: “Pasé muchos años cumpliendo el ‘deber ser’; con los vínculos no la careteo más” – GENTE Online
 

Soledad Fandiño: “Pasé muchos años cumpliendo el 'deber ser'; con los vínculos no la careteo más”

La conductora de Santo especial (América, junto al 'Pelado' López) revela que ya no quiere hacer cosas “por la regla”, se asume “menos estructurada” y asegura que hay que salir de las relaciones “en las que hay que remar”. Además cuenta cómo negocia con su ex y padre de su hijo, el ex Calle 13, Residente (42).
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Cuando hace casi un año hacíamos el mismo ejercicio de hablar hasta por los codos, durante más de dos horas al teléfono, Soledad Fandiño (38) se permitía “ser más vulnerable” tras la muerte de su padre –víctima de un cáncer contra el que luchó un año–, de cuya pérdida, contaba, apenas había podido “hacer un duelo tardío”.

En ese momento estábamos en cuarentena obligatoria y mientras convivía 24/7 con Milo (6), desbordada como cualquier madre sin ayuda en casa, estaba a punto de encarar el desafío de conducir un nuevo proyecto, Santo especial (América). “Seguro que me voy a equivocar”, anunciaba la actriz, permitiéndose jugar con los límites de su autoexigencia.

Pasados varios meses de ese debut como conductora, dice haber disfrutado de la presión y superado sus miedos. “Menos estructurada” que nunca, la madre, cocinera y ser deseante cuyo objetivo es “mostrarme lo más auténtica posible”, responde todo: lo aprendido sobre sí misma en el confinamiento (de la instrospección a la liberación), el amor, las etiquetas en las relaciones, los mandatos, las citas y la importancia de comprender cuánto mejor es “dejar que todo fluya”.

–Después del tiempo que pasó desde nuestra anterior charla, superado el estrés que suponía el encierro y los desafíos por venir, ¿cómo es la Fandiño que hoy logró conducir? ¿Te gustás?

–Justo estaba hablando con mis amigas, a quienes les pregunto cómo van viendo el programa, si me notan distinta, más relajada. Como te decía la otra vez, mi objetivo es mostrarme lo más auténtica posible, algo a lo que no estaba acostumbrada en tanto actriz detrás de un personaje. Sabía que me iba a equivocar, así que siempre miro y anoto todo para modificar cosas. Además, en la semana estuve yendo a la productora, para juntarme con todo el equipo a practicar ejercicios genéricos, lo que me dio más cancha y me sirvió un montón. Todo lo que me ayude a mejorar, me suma y lo disfruto.

–¿La autocrítica no amainó?

–No relajé nunca, siempre igual de autocrítica. Creo que cuando uno se relaja es porque directamente no te importa. Estar veinte años haciendo lo mismo sería muy aburrido; me parece letal no cambiar. A mí me gusta responder al desafío, la presión, superar miedos...

–¿Cuáles eran tus miedos a la hora de ser vos ante la cámara?

–Algo a lo que le presto mucha atención es a dar mi opinión real y decir lo que me pasa en serio. Mi preocupación es no equivocarme con la risa general y dejarme llevar por la corriente de lo que opina el resto. A veces nos pasa eso de que te unís a algo sin saber muy bien por qué. Y después estoy muy atenta al uso de las palabras y a filtrarme, es decir, de qué manera me puedo hacer entender mejor para evitar los malentendidos.

–¿La búsqueda de sinceridad te llevó a alguna controversia en tu opinión sobre algo?

–Ante la duda prefiero decir todo en el momento. Si veo que algo requiere de más desarrollo y pensar la idea en profundidad, por ejemplo algo que sea político o más jugado, si no estoy segura de lo que voy a decir, contesto después. Por ahora esas cosas pude resolverlas. Y además no me importa si la gente cree que dije algo incorrecto: prefiero que sepan que es algo real que pienso.

–¿Te molesta el ojo ajeno sobre lo que digas u opiniones sobre vos en las redes? ¿Las leés?

–Trato de mirar algunas cosas. Twitter muchas veces es medio agresivo, así que me fijo en Instagram o en las cosas que me pueden decir mi familia, los productores y la gente del canal.

–Antes hablabas de las presiones que sentías. ¿Con qué cosas te pasaba?

–Cuando arranqué, me acuerdo del primer programa, en el que estaba muy nerviosa, cuidándome demasiado con lo que decía y lo que callaba. Por eso le propuse a la producción estar disponible toda la semana, revisar los programas que hacíamos para ver parte por parte y anotar minuto a minuto; era algo que me daba más seguridad para este nuevo rol. Yo soy muy clara y pido que me digan todo, y sin vueltas.

–No te gusta que te doren la píldora...

–Todo lo contrario. A mí díganme todo porque me va a ayudar a crecer y a aprender. Lo vivo como algo súper natural y que tiene que pasar.

–Por lo que veo, encaraste la conducción como cuando encarás un personaje como actriz: con ensayos, revisiones...

–Exacto. Cuando sos actriz tenés un coach, ensayos en los que revisás el guión, y feedback con el director y tu compañero, con el que hablás para cambiar una escena, por ejemplo. Por eso quise entregarme de la manera más humilde posible. Yo todos los martes pido los temas de los que vamos a hablar y me informo de todo.

"Si no coincidimos o pensamos diferente (con Guillermo 'El Pelado' López) respecto de un tema, hay que saber que está bien, y está bien decirlo. Opinar diferente no tiene que ser algo malo, al contrario. Nos fuimos conociendo y estamos abiertos a que pueda haber distintas posturas"

–Se dijo que con "El Pelado" López tenés rispideces y a veces chocan. ¿Cómo se da su relación al aire?

–Es lógico que la primera vez que trabajás con alguien surjan diferencias. Lleva un tiempo conocer al otro. Nosotros como dupla nos fuimos conociendo a medida que avanzaba el programa. Los dos trabajamos muchos años en televisión, somos profesionales y coincidimos en que a ambos nos interesa que le vaya bien al programa, así que nos llevamos bien trabajando porque tiramos para el mismo lado.

–¿Y con qué les costó más entenderse?

–Más que entenderse es conocerse. Saber para dónde va a ir un debate, qué puede pensar o decir el otro, qué opinión puede dar y, si no coincidimos o pensamos diferente respecto a un tema, saber que también está bien y está bien decirlo. Opinar diferente no tiene que ser algo malo, al contrario. Nos fuimos conociendo y estamos abiertos a que pueda haber diferentes posturas.

–¿Repetimos preguntas que hicimos hace meses a ver si cambió algo?

–Dale.

 –¿Hoy sí creés en el amor?

–Sí. Siempre creo en el amor.

–Me habías respondido que creías más que antes y dijiste: “Hoy lo veo desde otro lugar. Creo en profundizar los vínculos y en cuidar al otro y ser cuidado. Algo más desde el respeto y el compartir. Y que pase lo que tenga que pasar”.

–Confirmo y sigo pensando esto que me estás diciendo. Ahí estaba muy instrospectiva. Hoy siento que puedo relajarme y dejar que las cosas fluyan. Estoy más abierta a lo que pueda pasar, al contacto social y a la vida.

–Hace un ratito deslizaste la expresión “sin etiquetas de nada”. ¿Defendés?

–Sí, creo que las relaciones no deben tener etiquetas. Hay una realidad, que es que hice todo por la regla en otro momento de mi vida: novio, tener casa, casarme, tener un hijo, y creer que es para siempre. Y con la experiencia vivida, te preguntás: "¿La verdad hacía falta hacer las cosas tan estructuradas?". Uno va buscando el camino con la persona que vas a encontrar. Estás con una persona, desarrollás un vínculo y el nombre de eso no es lo importante, porque a veces el anillo lo tenés y el resto está medio medio.

–Otra pregunta que repetimos, para ver si sostenés conceptos o hay algo distinto, que aprendiste o ves diferente: ¿cómo te llevás con la histeria del otro?

–No me va. Y es en general: en un compañero, un amigo, un familiar. Las cosas de frente. No quiero tener una conversación de una hora para enterarme en el último minuto: me da ansiedad. Si no estás de acuerdo pero la persona te interesa, hay que ser lo suficientemente abierto para darse cuenta de que no somos todos iguales. Todo se puede entender.

–Tu respuesta pandémica fue: “A mí no me sale no contestar o tardar un poco. No lo soporto y no me gusta hacérselo al otro. Pero bueno, tengo el no filtro, algo que tengo que medir, porque soy muy extrema".

–Hoy converso, sé que puedo repactar: aprendí a no ser tan extrema.

–Antes, todo lo que me decías era muy “todo o nada”.

–Pero sé que no tengo la verdad absoluta de las cosas. Hoy quiero comprender más el pensamiento del otro.  

–¿Qué es lo que más te molesta del otro?

–No soporto que te vendan algo que no es. Te das cuenta en muchas actitudes, por ejemplo cuando te contesta sin importarle lo que vos vas a creer. Por ahí no me gusta, pero prefiero que diga la verdad y que yo pueda entenderlo. Me pasa que no puedo caretear más con los vínculos. Estuve muchos años haciendo cosas a favor del "deber ser" y mostrándome buena onda, tratando de ser perfecta. Me di cuenta de que eso no te lleva a ningún lado, lo único que hace es paralizarte. Si una relación no va, listo.

–Ya no te ponés en un modo tan complaciente...

–Tal cual. Y no es fácil fluir, pero peor es ser tan estructurado. Con el fallecimiento de mi papá me di cuenta de que quiero valorar mi tiempo y tampoco hacérselo perder al otro. Tengo un momento de realidad pura, de comprender la finitud y lo importante que es no remar situaciones y vínculos que no van para ningún lado. Ser más sincero te permite que el otro tampoco tenga que complacerte en todo.

–¿Y las citas? ¿Activaste alguna?

–Soy muy respetuosa y no estoy haciendo cosas locas. Me cuido, pero necesitaba estar en contacto con gente y eso está bueno. Igual tampoco es que llegan tantas citas. Si antes tenía poco, imaginate ahora, con tantos filtros...

–¿Pero conociste a alguien por eso de la tan mencionada "relación sin etiquetas"?

–Conociendo a alguien, tal vez. Estoy tranquila. Como te dije antes, soy muy selectiva y usualmente no me abro.

–¿Con el papá de tu hijo a veces hay que negociar demasiado?

–Estamos siempre pensando en lo mejor para Milo. Por ejemplo, yo consideraba que lo mejor era que viera a su papá, porque estuvo todo el tiempo conmigo. Entonces decidimos que se fuera a Puerto Rico para las Fiestas, aunque siempre con el miedo de que cierren las fronteras. Confié en los sentimientos y en lo que era necesario para mi hijo, que tiene una sabiduría tremenda y me respondió: “Toca, toca la suerte loca”.

–¿Hablás a diario por videollamada con Milo, como hacía con su papá cuando estaba con vos?

–Sí, todos los días. Él ya esta más grande y se dispersa... Así como te deja hablando sola, en otro momento se preocupa de que estoy lejos y no quiere que me pase nada. Es un tierno y hasta me pide que le muestre cómo están los muñecos en casa. Menos mal que esta pandemia nos agarró con este modo de comunicación. Como siempre, me canta canciones y nos decimos unas palabras antes de ir a dormir.

–¿Tenés algún tipo de incomodidad cuando te comunicás a la casa de tu ex?

–La verdad que no me está pasando, por suerte. Uno se pone en los zapatos del otro y cualquier cosa que pueda haber, la dejás de lado. Tratamos de entender que para ninguno de los dos es fácil. No somos perfectos, somos ex: nada es color de rosa, pero intentamos sentir empatía por el otro y si uno necesita hablar, habla. No necesitamos agregarle a todo más sufrimiento.

–¿Mantienen un feedback amigable, más allá de Milo?

–Por lo general nuestros temas tienen que ver con Milo, a no ser que tengamos conflictos personales, que ahí hemos hablado de otras cosas. Nos respetamos mucho y los dos pensamos en él. Nos conocemos mucho y la opinión del otro importa, es un familiar que te conoce. Podemos tener diferencias y cosas vividas y un hijo que te une. Tratamos de valorar las cosas buenas que tuvimos.

–Además, Milo estuvo un año completo sin ver a su padre.

–Tal cual, por eso aún está allá, con parte de la familia, compartiendo con ellos. Va a volver más boricua, seguro. Así como habrá llegado más argentino. La cabeza que tiene es tremenda. El otro día lo llamo y estaba con tres amigos americanos hablando en inglés y les pidió silencio con perfecta pronunciación.

–¿Milo ya canta las canciones de su papá?

–Sí. René le ha enseñado algún que otro tema, que no sé si lo subió a las redes. En un momento vivía cantando Latinoamérica (de Calle 13), y decía “Tú no puedes comprar...” y tiraba cualquier cosa: “Tú no puedes comprar los ravioles, tú no puedes comprar la pasta...” y cosas así. Nos moríamos de risa. Así que tiene sus versiones libres y ya es un rapero. También repite que va a construir muchas cosas. Es muy creativo y vive teniendo ideas nuevas. Arma sus juegos nuevos con los que ya existen.

Producción: Mariano Caprarola.

Fotos: Chris Beliera.

Styling: Carito Rossello.

Peinó: Karina Loggia.

Maquilló: Mariano Berguio.

Edición de video: Sofía Esther Ortiz.

Agradecemos a De Arrieta, Class Life, Grace Gaviglio y Cärme Izzo.

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