El deseo es el motor de Closer. Este clásico fue escrito en 1997 por Patrick Marber y adaptada al cine en el 2004. La historia entrelaza continuamente a cuatro personajes- Dan, Alice, Anna y Larry- que se vinculan amorosamente, llevando al límite la pasión y la verdad. Cuatro personas que comienzan a cuestionarse todo lo aprendido sobre los vínculos amorosos.
A pocos días del estreno de la reconocida obra -previsto para el 27 de abril- que protagonizarán Juan Gil Navarro, Sofía Gala, Gonzalo Valenzuela y Carolina Peleritti, los actores aceptaron sumarnos a la intimidad de sus ensayos en el Multiteatro Comafi y hasta alli se acercó el equipo de GENTE para realizar la entrevista a quien se sumó la directora: Corina Fiorillo.
"Estamos en un momento donde la definición de relaciones comienza a caerse. A pesar de las edades, todos estamos empezando a entender que la verdad y la felicidad se construye de manera individual y no bajo un mandato social", reflexiona con entusiasmo la directora.
Fiorillo asegura que trabajar con ellos es un placer. "Son maravillosos actores. Construimos un grupo con mucho disfrute e investigación. No los elogio porque sí. Sé que ellos van a entregar un producto artístico diferente", asegura con entusiasmo la primera mujer que dirigirá Closer en Argentina.
La previa al estreno
Los cuatro protagonistas rompen con la escenografía que ya está lista y se sientan en círculo a almorzar. Aseguran que en esta etapa ya están "a full". Los ensayos son, de lunes a viernes, 6 horas por día. Si sienten que algo no les cierra del material se quedan hasta la noche para debatir y revisar los textos.
–Gonzalo (Valenzuela), llegaste a Argentina hace pocos días y te sumaste a los ensayos un mes después de que arrancaron. ¿Cómo fue unirte a este equipo ya formado?
–Gonzalo Valenzuela: Hace 10 días que llegué. Estos días fueron muy intensos y muy tranquilizadores. Me entusiasma muchísimo lo que ha pasado esta semana y lo que hemos generado desde las relaciones y entre el equipo. Creo que estoy sorprendido. Llegué mucho más nervioso de lo que estoy ahora.
–¿Cómo te sentís ante el inminente estreno?
–G. V: Siempre vas a estar nervioso ante el estreno, pero ahora confío mucho. Sé dónde estoy y sé qué tengo una base, excelentes compañeros y una gran obra. No sabía qué iba a estar pisando y ahora siento que me muevo sobre un terreno firme. Siento mucha confianza y estoy muy agradecido por esta oportunidad.
–¿Y cómo vivió la incorporación de Gonzalo el resto del elenco?
–Sofia Gala: A mí particularmente me cambió todo. Pude empezar a hacer el recorrido de los personajes y de la historia completo. Hasta que Gonza no se incorporó no podíamos terminar de plantear las escenas con él. Particularmente en mi caso, todas mis escenas, mi historia y el recorrido personal de mi personaje pasa por el vínculo con él. Eso se arma solamente con el otro. Uno puede tener un pensamiento o ver lo que está escrito y a dónde, según el autor, uno tiene que llegar. Para mí vale más lo que pasa cuando te encontrás con el otro actor. Empezás a crear un universo. Es fundamental que estemos los cuatro.
–G.V: Además, nos relacionamos con personajes, pero también con actores. La Alice que hace Sofía, es una distinta a otra actriz interpretando el mismo rol.
–S.G: Uno también es el personaje. A mí me cuesta mucho alejarme y hablar de mis interpretaciones en tercera persona. Toda mi emocionalidad está atravesando este cuento. Para mí no hay nada peor que ver a alguien no siendo verdadero arriba del escenario. Me refiero a cómo cada uno encuentra su verdad. Lo que más se puede llegar a ver y lo que nunca me gustaría que me pase es cuando no hay verdad.
–¿Sienten que el personaje los atraviesa también en su vida cotidiana?
–S.G: A mí me pasa que, cuando trabajo, soy yo atravesando todo eso. Lo saco de adentro mío. ¿Qué me pasa a mí cuando sufro? ¿Qué me pasaría si me pasara esto? ¿Qué haría si viviera esta vida? Entonces, atravieso eso mientras estoy. Después ya no. Tengo mi vida que es súper intensa. No podría vivir siendo todo el tiempo el personaje. Sería una loca.
–G.V: Yo tenía un maestro de actuación que nos decía que existe cierta esquizofrenia del actor. El personaje es alguien que no eres tú, pero eres tú. No sos vos pero sí. Ese mecanismo en nosotros es muy difícil de comprender y de separar.
–S. G: Bueno, esa es la diferencia entre un esquizofrénico y un actor: la posibilidad de poder entrar y salir. De todas maneras, es un trabajo difícil. Me acuerdo que, en mis primeros trabajos, tuve que desarrollar ejercicios mentales para entender cómo volver a casa siendo yo y no mi personaje. Tenía deshacerme de ciertas cosas, en el escenario, para sentirme bien. De todos modos, cuando estoy atravesando procesos personales, siempre hay algo un poco tocado. Hay algo de lo que pasa en el escenario que se queda con vos, te lo llevás.
–G.V: Exacto. Vas por la calle y todo lo que ves lo relacionas con ese personaje.
–Carolina Peleritti: También tiene que ver con lo que implica hacer teatro. Todos los días, cada uno a su manera, va empezando a meterse en esa búsqueda que hace en forma individual. Es muy interesante porque uno se va del ensayo, llega a su casa, se pone a hacer otras cosas y la historia empieza a entrar: es como si la información llegara a toda hora y en cualquier lugar.
–S.G: Es que uno llega distinto a su casa cuando está en este proceso de creación de un personaje. Nunca estás igual. Lo mismo ocurre una vez que estrenás: al ser un trabajo en vivo y en directo -no el rodaje de una película, por ejemplo- siempre lo interpretás diferente y con lo que tenés adentro ese día.
Una invitación a replantear sus relaciones
Mientras reflexionan sobre la obra y sus personajes siguen debatiendo entre ellos los ejes que los atraviesan de forma laboral y personal. Con extrema sinceridad hablan y se escuchan con atención.
–¿Qué les gustaría que se lleve el público después de venir a verlos?
–S.G: La identificación con esta historia.
–¿Ustedes se sienten identificados con los personajes que interpretan?
–S.G: Es una obra que plantea distintos estados de la pareja y yo, particularmente, estuve en todos esos lugares en algún momento. Hay un vínculo inmediato. Es lo más natural y universal del mundo y eso es el amor. Desde cómo son las relaciones y cómo vive cada uno las relaciones tóxicas.
–¿Sienten que muchas parejas se van a ir del teatro cuestionando su relación?
–C.P: Yo creo que si porque la obra expone, cuestiona e interpela. También abre el debate para que el espectador complete lo que fue a ver. No hay una respuesta. Es un espejo fuerte para que cada uno tome su propia posición sobre lo que está mirando. Habla de esta distorsión del amor que nos han transmitido. Estamos en un momento donde poder tomar conciencia de eso y está bueno que empecemos a buscar nuevas formas de vincularnos en pareja.
–G.V: Es una obra que tiene varios años. A pesar de eso, nosotros la hacemos y es un presente absoluto. Son las relaciones de hoy en día y se muestra desde muchos lugares como el amor, la verdad, celos, egoísmo, la posición, la libertad. Pasa todo en una hora y media.
–Juan Gil Navarro: Yo creo que hablamos mejor con lo que hacemos en el trabajo que con todo lo que es explicar la obra. Creo que nuestro oficio cambió. Es como si a un chef le preguntan cómo realizó su receta: lo mejor es comerte el plato que te ofrece y no vengas a cuestionarlo. (Se ríe). Bueno, al menos, eso es lo que me pasa hoy: prefiero servir el plato sin explicar cómo lo hice.
– Los cuatro tienen una extensa carrera artística, ¿están conformes con el lugar en el que se encuentran hoy?
–J.G.N: Yo si, muy. Porque, después de haber hecho muchas cosas, trato de ser más sincero conmigo y ser menos careta. Soy más honesto con la gente cuando muestro lo que hago y eso me genera un gran alivio y serenidad.
–G.V: Bueno, Juan, pero en el momento de una entrevista no podés mostrar, tenés que hablar (suelta una carcajada)
–J.G.N: Es que, hablando en serio, creo que los espectadores quieren ver al mago, no saber cómo se hace el truco. No hay que buscar lo que la gente quiere porque es una tendencia. Los algoritmos se inventan. Creo que es algo montado de la modernidad del oficio que hizo que todos nos hayamos convertido en seres más superficiales.
El teatro en la época de la digitalización
–En la era de las redes, venir al teatro es casi un acto revolucionario
–S.G: Si porque vas a pagar algo que realmente querés ver. El teatro no es la cultura zapping, en la que vas cambiando como si nada y sin que te interese, de verdad, lo que estás por mirar.
–J.G.N: El teatro te hace volver a un tiempo más humano. Se sale de los tiempos de la tecnología que son una mierda y alienantes. Estamos todos chiflados porque creemos en el multitasking -que nos obliga a hacer 200 cosas a la vez- es la solución a todo. Yo, por el contrario, estoy convencido de que es perjudicial para la salud mental de cualquier persona, más allá de su oficio o actividad laboral.
–C.P: Es una ceremonia para el espectador y para los actores. Venimos todos los días al teatro y es hermoso.
–G.V: No dejar todo en el escenario sería faltarle el respeto a nuestro oficio. Yo me dediqué a esto porque hay una opinión real y jamás haría mi trabajo sin un compromiso real, al 100%
–J.G.N: También creo en que hay que desmitificar la magia de este oficio que es actuar. Somos ejecutantes de partituras que escribieron otros. A veces nos salen obras lindas y otras no.
–G.V: ¿Y cuándo nos sale mal qué hacemos?
–J.G.N: Otra.
Video: Chris Beliera
