Celeste Cid: “El amor es una fuerza muy transformadora” – GENTE Online
 

Celeste Cid: “El amor es una fuerza muy transformadora”

Conectadísima con la felicidad de saberse siempre en el presente, la protagonista de Planners, la serie de Star+ producida por Bárbara Diez, habla sobre su luminosa transformación y del amor como sustento (“Y no sólo desde la verticalidad de lo que significa una pareja”). Además, comparte las pistas que encuentra en la astrología y reflexiona sobre las trampas que se esconden en el tan mentado empoderamiento femenino.
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“La felicidad para mí es cuando siento que el momento que estoy viviendo no podría ser de otra manera”, dirá Celeste Cid (39). Y ese especial filtro de ver su vida que hace que anteponga siempre su conexión con el tiempo presente también es palpable cuando llega, vibrante y con una enorme sonrisa, a Milion, sede del shooting de tapa con GENTE. Vestida con una camisa crop top y unas leggings, y el libro Astrología y literatura (de Claudia Aboaf) en la cartera, su presencia ilumina en instantes la sala de maquillaje y peinado, donde todos serán síes, mates y anécdotas.

Celeste Cid, la protagonista de la portada de GENTE del mes de Mayo

Del mismo modo, su atención impertérrita hará que tres horas después de las fotos en la que vistió su encanto con la fuerza arrolladora de una suerte de María Antonieta punk, la entrega a la charla sea sincera y reveladora. Con una limonada en mano y sentada en el jardín de la casona de Barrio Norte que nos acobija, la protagonista de Planners, la serie de Star + dirigida por Daniel Barone y producida por Bárbara Diez, mantendrá el interés en una conversación que va desde cómo afectan los eclipses y el mágico presente con Abril Sosa al empoderamiento de las mujeres y la educación sentimental de sus hijos, André Horvilleur (18) y Antón Noher (6), de quienes lleva tatuados sus nombres en sus pies.

–¿Qué significó para vos el regreso a la ficción de la mano de Planners? Imagino que ver estrenada la serie tanto tiempo después de la pandemia hoy es muy satisfactorio, además de un planazo.

–Fue un rodaje súper lindo, además de que se produjo en plena pandemia, entonces tuvo la particularidad de que los que estuvimos ahí lo vamos a recordar por siempre. Fue todo un suceso muy especial, porque filmamos con barbijos, con todo el cuidado de no tener contacto. Y a ninguno nos había tocado atravesar una experiencia así en un contexto tan peculiar.  

–¿Cómo viviste vos la magia de sacar algo tan transformador de un momento tan oscuro para la gran mayoría?

–La primera parte del rodaje, fue en gran parte bajo ese contexto, lo puso en perspectiva. Una filmación que, además y en el buen sentido, fue muy ambiciosa. Porque tuvo escenas que se lucieron mucho, con cantidad actores, muchos extras y gran despliegue. Algo que se realizó con mucho cuidado y dedicación. En lo personal, me pasó de ver toda la situación y sentirme agradecida. Fue como enfrentar esa realidad tan masiva de tener que estar lejos de nuestras casas, cuando el discurso era lo contrario, ¿viste? Entonces para mí fue muy curioso. Y ahora, a la distancia, verlo hecho realidad, ¿cómo te explico?...

–¿Cómo pega verte en pantalla tanto tiempo después? Muchos hemos cambiado con la pandemia.

–Sí. Siempre para mí la perspectiva del tiempo le da como un manto de amorosidad a las cosas. Además ya está realizado, editado, musicalizado y fue muy procesado, entonces como que ya uno no puede hacer demasiado. Obviamente, también hay una mirada crítica de uno, típica de mi profesión; eso de decir: “Ay, esto quizá me hubiese gustado probarlo distinto”. Pero me agrada que haya pasado tanto tiempo y que sea muy rotundo el no poder hacer nada.

“Lo interesante que tiene Planners es el contrapunto que hay entre la parte más magnífica y grandilocuente de los eventos, y el mundo privado y personal que se le derrumba a esta mujer (Malena Carregal), que comienza su transformación en plena separación”

–Claro, entregarte al proceso.

–Al proceso, y también a las decisiones de mucha gente muy buena haciendo lo que hace. Entonces es confiar que no es sólo es el trabajo de uno, sino el de un montón haciendo lo que más les gusta hacer. Lo que veo es el resultado de pasar por un montón de filtros, también.

–Y de la historia en particular, ¿qué es lo que más te impactó de encarnar a esta party planner? (Malena Carregal). Imagino que también conociendo mucho cómo se mueve lo social, habrá sido estar un poco del otro lado del mostrador.

–Sí. Lo interesante que tiene la serie es el contrapunto que hay entre la parte más magnífica y grandilocuente de los eventos y el mundo privado y personal que se le derrumba a esta mujer. Toda esa seguridad que tiene en lo profesional y lo social queda totalmente contrapelada con ese otro aspecto suyo e íntimo que no conoce tanto de sí misma. Porque es una persona que en el primer capítulo está afrontando una separación. Se entiende que estuvo siempre un poco por detrás de su marido, también en lo laboral. Los dos se dedican a lo mismo (a la organización de eventos) y él le da una oficinita en esa gran agencia que él supo montar y en la que ella era como un ente.

–Una sombra suya.

–Totalmente. Entonces, la imagen esa de salir a la luz nuevamente, de dejar de ocultarse es muy linda. Además me parece genial que la serie se haya estrenado el mismo día que hubo un eclipse (N.d.R: el 5 de mayo pasado). Eso a mí me encanta; son aspectos a tener en cuenta sin que sea algo demasiado esotérico. Me interesa como un fenómeno de la naturaleza que habla.

“Los fenómenos astrológicos me gustan desde muy chica, y en ese momento era como la rara. Siempre me decían: ‘Claro, vos me querés preguntar qué ascendente soy’. Pero para mí, que el día del estreno de la serie haya coincidido con el eclipse es muy significativo"

–¿A vos cómo te repercuten los eclipses lunares como éste? Fue uno de los primeros de 2023 y, sin dudas, hay personas más sensibles que otras a quienes les afectan más.

–Sí, siento que sí me pegan los eclipses. Y me interesa mucho toda esta información de lo que nos dicen los astros. Además de la astrología, me encanta la astronomía; básicamente, el lenguaje de la naturaleza en general. Ese es uno más, y me parece que está buenísimo.

–¿Desde siempre te interesaron estos fenómenos?

–Hoy por hoy está como más de moda, con todo lo bueno que conllevan. A mí me gustan desde muy chica, y en ese momento era como la rara. Siempre me decían: “Claro, vos me querés preguntar qué ascendente soy”. Pero para mí, que el día del estreno de la serie haya coincidido con el eclipse es muy significativo. Además, fue el eje de Tauro, que tiene que ver con lo material, y Escorpio, que es la energía de lo oculto, no sólo de lo que se muestra. En ese sentido, encontré muchos ejes locos pero eso me pareció re simbólico.

–Hablemos de la transformación que implica y lo que sale a la luz al adoptar un nuevo rol y parir un nuevo proyecto. Porque una también es madre de muchas cosas a la vez, ¿verdad?

–Sí, a mí me pasa eso. Obviamente es un trabajo y una ficción, pero hay algo del personaje que uno encarna en ese momento que te permite de algún modo ver desde afuera ciertas cosas. Y, posiblemente, y esto es muy personal, no creo que las cosas lleguen porque sí. Me parece que hay algo de información que siempre nos sucede con la gente que uno se rodea y que tiene que ver con la experiencia que tenés que atravesar. Pienso que mucho de lo que acontece nos brinda información que termina siendo guía, y eso me gustó.

“La revolución de las mujeres está recién empezando. Estamos aprendiendo. Hasta mí me pasa que soy una persona muy deconstruida pero que tiene que seguir trabajando, como todos, porque lamentablemente lo que uno absorbió, está. Es algo cultural. Y es una lucha permanente”

–¿En qué sentido entonces el personaje te hizo hablar a vos?

–Me pareció muy interesante volver a encarnar el rol de una mujer que va tan al frente. Ya desde la primera temporada (N.d.R: ya confirmaron una segunda) que Malena comanda todo y ahí a mí eso me parece una responsabilidad. Es una voz más aportando a un colectivo. Me resuena mucho estar leyendo sobre lo que pasa en el mundo, en la sociedad, en la cultura, y siento que teniendo uno una voz pequeñita, pero que es la voz que tenés, está bueno usarla.

–Y aparte con las mujeres en el mundo se está dando esa revolución que continúa su curso.

–Que está recién empezando. Estamos aprendiendo. Pensemos ni siquiera es algo de los últimos 30 años. Creo que esto viene desde que nace, desde el rol que nos endilga la sociedad. Y como todas las cuestiones como éstas, siento que aún hay que seguir. Hasta mí me pasa que soy una persona muy deconstruida pero que tiene que seguir trabajando, como todos, porque lamentablemente lo que uno absorbió, está. Es algo cultural. Y es una lucha permanente.

–¿Te pasa que tus hijos te muestran algo en lo que no habías pensado, que te ofrecen otras perspectivas de las cosas?

–Mi hijo más grande (André) es muy especial. Es un pibe que está muy bien hecho, es muy bueno, sensible y muy ubicado. Y él siempre dentro de su grupo fue de los que defendió naturalmente a sus amigas mujeres. En ese sentido siento que, tanto con su papá, como en casa, hicimos un trabajo de direccionar las cosas hacia un lugar positivo y sensible, algo que me parece muy importante.

“En mi caso, hasta el tema de ayudar en casa es algo que mis hijos hacen desde niños. Son cosas que uno les va metiendo. No es solamente construir al varón grande. Y, de cualquier manera siento que nunca es tarde en un punto; yo soy más de esa filosofía”

–¿Y con Antón?

–El más chiquito está recién saliendo al mundo; está en primer grado. Pero siento que todo lo que aprenden va siempre más allá de las palabras, que uno les enseña con las propias acciones. Hace poco hablábamos con una amiga que es mamá de un varón de dos años y decíamos qué importante es el rol de la madre al educar cómo el varón mira a la mujer, ¿viste?

–Claro, esa perspectiva es muy importante…

–Sí. Incluso hasta el tema de ayudar en casa, cosa que los míos hacen desde niños. Son cosas que uno les va metiendo. No es solamente construir al varón grande. Y de cualquier manera siento que nunca es tarde en un punto; soy más de esa filosofía. Y soy de conmoverme con la historia de una mujer de ochenta y pico de años que terminó de estudiar una carrera y se recibió de abogada. Esas historias te hacen dar cuenta de que la vida es hasta que dure. O sea, la tenemos siempre y está en nuestras manos. Por eso esto que hablábamos de estar en el tiempo presente, conectar con lo que nos pasa.

–Hablemos sobre lo que me decías, que estás atenta a las señales que te vas encontrando y en las que después hallás simbologías. ¿Qué herramientas te da eso?

–Pero viste que eso también es cómo uno quiere leer las cosas. Si tenés una mirada bastante negativa de todo, seguramente vas a encontrar signos negativos. Muchas veces si se piensa así, podés leer que te tenés que quedar donde estás y que todo es una mierda. Por eso me parece que hay que alimentar el espíritu en el buen sentido y encargarse de tener una mirada joven. Y es algo que va más allá de la edad, porque también podés tener veinte años y estar acobardado en tu casa, metido en tu círculo social o estar con miedo. O podés tener 85 y recibirte de abogada, ¿no? Por eso esto de tener una mirada fresca de la vida es algo que hay que cultivarlo. Hay que intentar no quedarnos dormidos, ¿sabés? Sobre todo porque las cosas que uno puede lograr son muy lindas. Y es muy transformador todo lo que podamos cambiar.

“El amor es una fuerza muy transformadora. Es como cuando te ponés unos anteojos que te hacen ver la realidad desde un lugar lindo. Aún los errores y las cosas que no salen tan bien son una fuente de aprendizaje, y para mí el amor tiene que ver con eso”

–Y la importancia de no repetir siempre lo mismo que uno hace. ¿Pensás así?

–Eso es clave. El otro día leía algo que me pareció re curioso, que decía que el pasado sí se puede cambiar. Porque si vos mirás el pasado desde una perspectiva nueva, aunque el hecho en sí ya no lo puedas cambiar, sí podés hacerlo en función de cómo lo percibís. Entonces podés echar una luz distinta sobre eso; es algo que me pareció re lindo. Lo que pasó, ya pasó, pero si lo abrazás y lo mirás desde un lugar amoroso pasa desde otro lugar.

–Las cambiamos si cambiamos el foco con el que las leemos…

–Sí. Yo creo que desde ahí, la serie tiene un poco esa fuerza. Es un personaje que tiene que armar una nueva narrativa de su historia. Me quedo mucho con esa parte, digamos. Porque sí, hace una crisis, pero las crisis son vitales aunque sea una mierda atravesarlas. Son horribles para todos y, por lo general, lo pasás mal, pero la clave es poder transformarlo en otra cosa. Y en el caso de ella (Malena) logra armarse y encabezar un nuevo emprendimiento en el que se pone adelante de su equipo. Es como abrir una puerta y que entre un aire nuevo.

–Y así como tu personaje construye su poder propio, ¿cuál es tu lectura respecto a las mujeres que toman por las astas su historia? ¿Ganamos realmente un lugar?

–Me genera contradicción, porque a las mujeres nos está pasando que esos lugares empoderados tienen que ver con hacer una equivalencia con el poder del hombre. Por un lado, me parece que hay una sobrexigencia sobre  tener que empoderarnos. Esto de tener que agarrar las riendas y llevarlas a un extremo de pelea y luchar. Confío en que eso en un momento se va a calmar. Tenemos derecho a soltar ese lugar de exigencia, también. Pero qué difícil.

“En las mujeres hay algo ahí que se disfraza de exigencia y termina siendo contra lo que estábamos luchando. Terminamos diciendo: ‘Yo puedo más, cada vez más’. Obviamente podemos un montón de cosas, pero que no sea una trampa disfrazada de empoderamiento y libertad". A veces tener que sostener cada vez más cosas puede ser muy esclavizante”

–¿Sentís que eso nos termina perjudicando y hacemos el triple?

–Todavía nos toca por todos lados. Y por reacción. Es algo que también marca (la politóloga) Flor Freijó, que incluso se nos pide que hay que ser empoderadas, porque si no lo somos, no valemos. Y también es como un discurso de la modernidad: uno se empodera desde muchos lugares. Incluso hasta diciendo: “Che, no tengo ganas de ir a tal lugar”. Es decir, no creo que tenga que ver sólo como una respuesta al poder capitalista. Y a la vez me parece hermoso que las mujeres queramos ganar nuestro dinero. Hermoso y necesario, por supuesto. Pero todavía estamos… siento que cambió el maquillaje.

–¿Hay cosas que se siguen disfrazando como exigencia para nosotras?

–Eso te iba a decir justamente. Hay algo ahí que se disfraza de exigencia y termina siendo contra lo que estábamos luchando. Terminás diciendo: “Yo puedo más, cada vez más”. Me parece que hay que tener una mirada fresca, en el sentido de no perdernos de vista que también podemos decir “no puedo”. Porque, obviamente, podemos un montón de cosas, pero que esto no sea una nueva exigencia disfrazada de empoderamiento y libertad. A veces tener que sostener cada vez más cosas puede ser muy esclavizante.

–Claro, lo peligroso de asumir cada vez más peso y sostener más símbolos “por el mismo precio”.

–Igual pienso que lo que se tiene que caer, se va a caer. Hay movimientos que vienen y se caen, y está bien que eso pase. Está bueno volver a construir nuestros relatos, porque también pueden ser desde un lugar muy positivo. Aunque en la vida hayamos tenido experiencias de mierda, no volver a construir algo nuevo con eso puede resultar muy triste. Porque todas tuvimos traumas, y las mujeres hemos pasado por muchas cosas, es que me parece que hay que cambiar las narrativas. También respecto al amor.

“Me pasa que dejé de fumar hace un año y medio y me cambió mucho el cuerpo. Es como que también cambié como tres talles de pantalón y la ropa no me cierra. Y somos bravas con eso. Yo me doy cuenta de que, a veces, me tengo que hablar con mucho más cariño”

–Y en ese sentido, ¿cuál es hoy tu narrativa del amor? Uno siempre arma algo distinto.

–En mi caso siento que, de verdad, el amor es una fuerza muy transformadora. Es como cuando te ponés unos anteojos que te hacen ver la realidad desde un lugar lindo. Aún los errores y las cosas que no salen tan bien son una fuente de aprendizaje, y para mí el amor tiene que ver con eso. Después se traduce a un hijo, a cómo preparás un plato de comida para la gente que tenés, el amor de las amigas y obviamente está el rol de una pareja. Pero yo no creo en el amor como verticalidad, que tenga sólo a la pareja como centro. Además, para mí primero es el amor a una misma; no desde el ego, pero sí desde aprender a querernos, a cuidarnos, a amarnos y hasta valorar nuestro cuerpo con sus transiciones.

–Qué importante resaltar eso. Es un mensaje que todavía no terminamos de asimilar, ¿no?

–A mí me pasa que dejé de fumar hace un año y medio y me cambió mucho el cuerpo. Es como que también cambié como tres talles de pantalón y la ropa no me cierra. Y somos bravas con eso. Yo me doy cuenta de que, a veces, me tengo que hablar con mucho más cariño. 

–A veces somos nuestras propias verdugas.   

–Y de nuevo está esa exigencia ahí, ¿viste? Incluso el cuerpo no es el mismo a los 20, que a los 30 ni a los 40. Es decir que hay montón de cosas con las que hay que seguir trabajando. Porque suena fácil decir que hay que amigarse pero no lo es.

–En el cuentito todas sabemos qué decir, pero después ante el espejo somos crueles, ¿verdad?

–Sí, me pasa bastante. Exactamente eso que decís. Me pasa que a veces me veo y digo: “Ay no, la pancita y el culo…”. Y después vuelvo a mí y digo: “Bueno, tuve dos partos hermosos. Mi cuerpo alojó vida y vivió en el tiempo”. Así que es como volver a esa mirada.

“Esta relación (con Abril Sosa) llega en un momento en el que mi vida está muy acomodada. Todo está en calma y funciona: no necesito a una pareja que me complemente. Y a la vez, sí. Pero me gusta que se sea desde la no necesidad. ‘Como no te necesito, me encanta que estés’; bienvenirlo así”

–Además eso de hablarnos amorosamente nadie nos lo enseña como algo elemental.

–Nadie, nadie. Debería ser elemental que nos enseñen a cultivar la autoestima. Siento que esas cosas deberían venir ya de base. Y es algo que recién estamos viendo ahora. También pienso que hay mucho negocio detrás de que seamos sociedades enfermas. Por eso tenemos que empezar a despertarnos.

–Y esta nueva etapa enamorada en términos de pareja (N.d.R: a propósito de su vínculo con el músico Abril Sosa), ¿cómo se vive?

–Tiene que ver con que es una relación que llega en un momento en el que mi vida está muy acomodada; en el buen sentido de lo acomodado. Todo está en calma y funciona: no necesito a una pareja que me complemente. Y a la vez, sí. Porque es algo que hace falta y es lindo estar acompañado, porque es verdad que hay cosas que se complementan. Pero me gusta que se sea desde la no necesidad. “Como no te necesito, me encanta que estés”; bienvenirlo así.

–Desde esa perspectiva, ¿se disfruta mucho más?

–Sí, es re lindo, y muy transformador. También está esto de compartirlo, porque cuando uno está feliz, lo celebra, y lo quiere compartir hacia afuera. Entonces eso también se nota y es hermoso. Yo siempre fui muy cuidadosa, y sigo siéndolo. No expongo de más, pero nos pasó que teníamos que hacer un viaje y nos sacaron una foto. Al principio fue: “Ay, no, qué garrón”. Pero después ya como que liberé. Estamos juntos, nos queremos y lo pasamos bien, entonces no hay nada que ocultar.

Estilismo: Anita Korman

Make up: Bettina Frumboli

Pelo: Nacho Lopez Fagalde

Videos: Martina Cretella

Arte y retoque digital: Gustavo Ramírez

Diseño de tapa: Mariana Alen

Agradecemos a: Saiach, Marcelo Giacobbe,

Valentina Karnouby, Gianni di Paolo,

Gabriella Capucci, Jorge Rey, Millie Bressi, Luz Chiappe,

Yamila Ruski, Cecilia Tiscornia

y muy especialmente a Milion (@milion_argentina, www.milion.com.ar)

por la locación.

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