El pasado 3 de julio se cumplieron tres años de que Nahir Galarza fue condenada a prisión perpetua por el crimen de su ex novio, Fernando Pastorizzo.
En 2018, el Tribunal Oral de Gualeguaychú, presidido por el juez Mauricio Derudi, la condenó por homicidio agravado por el vínculo y el uso de arma de fuego contra su ex pareja, hecho ocurrido en la madrugada del 29 de diciembre de 2017 en Gualeguaychú.
La joven de tan sólo 22 años pasa sus días tras las rejas de la Unidad Penal de Mujeres N°6 de Paraná y hace poco tiempo apostó al amor de la mano de Matías Caudana, hijo de Gonzalo Caudana, un capo narcotraficante que se encuentra preso. Las imágenes románticas que compartió el joven en sus redes sociales generaron repercusiones y una lluvia de críticas ya que muchos desconocían sobre este noviazgo.
Nahir Galarza estudia psicología en la cárcel
Además de recibir las visitas de su novio, Nahir estudia la carrera de psicología y está pendiente de rendir bien cada materia. Cabe recordar que cuando quedó detenida, estaba estudiando abogacía pero con el correr del tiempo decidió dejar el plan de estudios y comenzar psicología.
Sus pasatiempos en la celda son: escribir poemas, dibujar, leer libros de mitología griega, esotéricos y de ficción. Según trascendió, el último que leyó es sobre el Imperio Romano y es una historia que le fascina ya que suele leerla constantemente.
Nahir habla en inglés con su papá dentro de la prisión
A Nahir le gusta hablar y leer en inglés, un idioma que conoce desde pequeña y que fue inculcado por su padre. A tal punto que cuando él la visita en el penal se comunican de esta forma.
A tres años de su condena perpetua y el dolor intacto por parte de la familia de Fernando, que aún sufre su muerte, fuertes rumores aseguran que habrá una serie que contará sobre el crimen cometido por Galarza y también un documental.
Aunque estos rumores no están confirmados hasta el momento, lo que si se publicaron sobre ella y el asesinato que cometió fueron dos libros. Uno a cargo de Mauro Szeta y Mauro Fulco y el otro de Jorge Zonzini, que al comienzo del caso fue una especie de vocero de la familia.
