Mercedes Funes: “Aprendí a no regodearme en el sufrimiento” – GENTE Online
 

Mercedes Funes: “Aprendí a no regodearme en el sufrimiento”

Histriónica, descarnada y sin caretas, la actriz reflexiona sobre las presiones que impone el paso del tiempo, explica su fascinación por el arte y comparte el íntimo pensamiento que la llevó a soltar la idea de ser madre.

De amores, decisiones, deseos, sufrimiento y libertad habla sin parar Mercedes “Meme” Funes, protagonista de El primero de nosotros y la obra teatral Me duele una mujer reflexiona. Una actriz sin casette ni lugares comunes a mano, que se entrega en cada palabra y acto para expresar en cuerpo y alma sus pensamientos y sentimientos. 

"Me iré del mundo sin ser madre, hoy es mi pensamiento. Me hubiera encantado y sería una madre hermosa. A veces hay deseos que se contraponen con otros".

Mercedes Funes.

–A propósito de Me duele una mujer –Multiteatro, junto a Nico Cabré y Carlos Portaluppi– dijiste que nos podíamos ver muy ridículos ante el desamor. ¿Alguna vez atravesaste alguna situación similar en la que hayas respondido por despecho? 

–Obvio. No sé si hacer algo puntual pero sí eso de ser trapo mojado lacrim ógeno y estas cosas que se sienten en todo el cuerpo. No lo inventé yo, como dice Sandra Mihanovich, “todo me recuerda a tí/ tu sombra sigue aquí” (Risas). Me resulta muy divertido cuando rememoro cosas personales y las veo reflejadas en la obra de teatro. Cuando veo a un amigo o alguien más chico me llena de ternura: es un estado poseso que alg ún día se va. El mientras tanto es un padecimiento, y es lo que quiere contar la obra en carne viva. 

Mercedes Funes (43) se volvió a vestir de blanco a los 40 para tomar como esposo al periodista Cecilio Flematti.

–A la hora de sufrir, ¿cómo exorcisás? ¿Llorás, escribís? 

Escribo, lloro, soy catártica. No soy una persona a la que le gusta instalarse en el dolor pero tampoco lo evito: aprendí a no tenerle miedo. Si le escapás, no transformás lo que te pasa de modo positivo. Aprendí a no regodearme en el sufrimiento. Además, soy muy activa y particularmente uso el humor y mi trabajo como actriz para correrme del estado físico que puede acarrear la angustia. Y eso no pasa sólo con el desamor. Siempre ponerme en los personajes y sentir lo que les pasa me rescató de los lugares más difíciles. Actuar es un recreo de mí misma y un permiso hermoso para poner el mundo en pausa. Y ya no importa nada, no hay ninguna culpa. 

–¿Qué es lo que más te reconforta del regreso a las tablas en plena pospandemia? 

–La verdad es que me da una alegría indescriptible. Sinceramente, en algún momento del 2020, cuando no sabíamos cómo iba a seguir el mundo, en una etapa inevitablemente apocalíptica llegué a angustiarme mucho y tuve un sentimiento fatalista de que la presencialidad no iba a volver. La experiencia de vivir el teatro te hace sentir que estás vivo. Y ver la calle Corrientes llena, con el público que elige lo que más amo, me da una felicidad inmensa.

“La vejez se toma como un disvalor cuando debería ser un mérito. Si estoy viejo es porque estoy vivo. Sin embargo, lo ves en las redes, donde se dicen cosas como ‘le pasó un camión por encima’. ¿Qué pretenden? ¿A ellos no les pasan los años? Lógico que a todos vernos cambiados nos moviliza”.

–¿Y cómo es volver a la tele con El primero de nosotros (Telefe)? ¿Qué es lo que más extrañabas? 

–Me siento absolutamente privilegiada, casi bendecida por la aparición de estos dos proyectos. El primero de nosotros apareció en medio de la neblina y la incertidumbre laboral, en un momento de protocolos rarísimos, distancia y barbijo, con la dificultad de besarnos y dijimos ‘¿cómo vamos a hacer?’. Y se logró: sin contagios masivos ni cancelaciones. Lo que vos ves y es hermoso y tiene tanta calidez y humanidad se hizo en pleno proceso de ardua pandemia –N.d.R: terminaron las grabaciones en noviembre de 2021–, cada uno en un camarín, comiendo solos, con tres hisopados diarios. Lo miro y no lo puedo creer: estoy muy orgullosa de ese trabajo. 

Amor, familia y la idea de Meme Funes de ser madre

–Tu hermosa historia de amor con Cecilio también incluye tu vínculo con Lorenzo, su hijo. ¿Qué es lo que más valorás de tu tiempo con él y en familia? 

–Disfrutamos much ísimo estando juntos. Con Lorenzo tenemos un vínculo por sí mismo, más allá del que puedo tener a través de Cecilio. Él está por cumplir 20 años, es independiente y creamos una relación muy estrecha. Tratamos de encontrar una palabra que no sea madrastra, que suena horrible, a alguien encerrado en un sótano comiendo pan duro. Así que me dice “vicemadre”. Soy alguien que quiere estar presente en todos los momentos de su vida, y tiene un vínculo muy hermoso con su padre.

–¿Cómo es él en su rol como padre? 

–Es un padre increíble y lo subrayo, a la vez que pienso que deberían ser así en todos los casos. Es presente y protector, en todos los momentos. Ellos son compinches y muy compañeros. Es muy hermoso lo que tienen y a mí su complicidad y su unión me derrite de amor. Eso también habla de Cecilio, de su hermosa capacidad para amar. Es un padre que me subyuga. 

–¿Cómo te definirías en el amor? 

–No mido las emociones. Ando por la vida sin guardarme nada. Además en el amor la única manera sana de construir es no especular ni un segundo y mostrar todas las cartas arriba de la mesa, las lindas y las que no te gusta mostrar. Con Cecilio estamos en una etapa muy interesante de nuestras vidas y ya tenemos nuestros recorridos. Soy de las que piensan, “amame mucho por lo que soy y si no, seguí tu camino”. 

–Sin vueltas… 

–Exacto. Ya no gasto ni un segundo en lugares en los que no soy cuidada, amada, respetada y valorada. Son cosas que te da la vida. Cuando sos más chica solés sufrir cuando alguien no te da bola; hoy eso no me interesa. Nosotros nos elegimos desde un lugar muy verdadero, siempre manteniendo muy limpio el amor. Es mi manera. 

“Escribir es una actividad orgánica ciento por ciento: vomitar es precioso. Encuentro particularmente una metodología de expresión que físicamente me libera y es ideal para sacar lo que está adentro. Algún día veré qué hago con todo eso escrito”.

–En una nota dijiste que después de algunos intentos ser madre no es algo que elegirías para vos y que hoy sería un “padecimiento”. ¿Seguís pensando igual? 

–Creo que es el caso en el que usaron un “sinónimo” que no es tan sinónimo, pero no dije eso. Lo que pienso es algo mucho más sencillo, que no tiene que ver con el padecer, sino todo lo contrario. Todo el tiempo te preguntan si vas a ser mamá, y es algo que está muy inscripto en los mandatos. En mi caso fue un deseo pero no sucedió. Creo que es sabio aprender a soltar deseos para elegir otros. Y acá nos metemos en los mandatos: tenés que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, si no hiciste esas cosas más o menos no viviste. 

–Una frase muy de señalador y súper patriarcal. 

–Y un señalador que nos hace mella a todos. Si no dejaste esos legados, ¿pasaste por el mundo sin pasar? Y frente a eso hay que pensar “Estoy vivo, tengo potestad de abrazar la vida y hacer lo que me de paz y bienestar”. En mi b úsqueda de la maternidad, que acompañ é con tratamientos medicinales con m édicos que amo, sentí que ten ía que observar la balanza y el costo/beneficio me costaba mucho. Tuve que asimilar que no todo tiene que ser a cualquier costo. 

–¿Y cuáles fueron tus reflexiones al asumirlo? 

Me iré del mundo sin ser madre, hoy es mi pensamiento. Me hubiera encantado y sería una madre hermosa, pero no me puedo ir del mundo con todo. Me abrazo y lo acepto. Si me voy mañana, me voy en paz. A veces hay deseos que se contraponen con otros. 

–¿Cómo cuáles? 

–Como estar tranquila, sentirte sana y en libertad. 

Entrevista y nota print: Karina Noriega
Nota digital: Camila Ceratti
Fotos: Chris Belliera
Arte y diseño: Gustavo Ramírez
Producción y estilismo: Sofía Pérez y Santía 
Maquilló: Cecilia Olivestro para Estudio Olivera 
Peinó: Juan Olivera para Estudio Olivera con productos @schwarzkopfpro.arg
Agradecemos a Fazán, Oggi, Sant Antoni, María Rolandi Ortiz de Ro Medical) al catering de @sabores_yalgomas y @dulcemente_bk y muy especialmente al Museo Moderno (@modernoba) por la locación.

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