Márian Saud: «Yo no trabajo, juego» – GENTE Online
 

Márian Saud: "Yo no trabajo, juego"

La diseñadora de “alta costura de lujo” –que vistió a Soledad Pastorutti y Agustina Casanova en la última edición de los Martín Fierro– abre las puertas de su atelier de Las Cañitas para mostrar su proceso creativo y narrar, entre hiladas y puntadas, una historia de vida que sorprende.
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En el Linkedin de Márian Saud (sí, con acento en la primera “a”) figura que estudió Marketing en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, y que destinó otros dos años de su vida al estudio de la Administración Hotelera en La Suisse… Sin embargo, delante nuestro ella se sumerge con gracia en un mundo distinto, de transparencias, canutillos y destellos al que indudablemente parece pertenecer. Así que, para ir recorriendo el carrete de su historia, le pedimos que tire del hilo…

“Nací en 1980 en Argentina, pero mi primera lengua es el portugués. Eso se debe a que mi mamá y mi papá, que era un empresario árabe y paulista que trabajaba con los gobiernos de Brasil y Argentina, vivían en Río de Janeiro cuando me concibieron, así que ella –que le tenía miedo a la parte árabe de él– decidió viajar embarazada a Buenos Aires para tenerme. Acá nací yo. Pero viví en Río hasta que cumplí siete años”.

A esa edad, y tras transitar la temprana muerte de su padre (“Falleció por un problema cardiológico después de recibir tres trasplantes mientras, internado, seguía fumando habano”), Márian dejó su hogar carioca para volver a la tierra que la vio nacer, aunque sin abandonar ni por un segundo su conexión con Brasil. Tal fue así, que justamente en tal país descubrió la pasión por la que la actividad en la que hoy brilla:

“Sucedió como un juego. Yo todos los veranos viajaba a Bahía para visitar a mi tío y a su mujer, Cleyde, nacida allí y quien sabe coser muy bien. Ella me enseñó moldería cuando yo tenía unos 12 años. Nuestra actividad de las tardes era genial: íbamos a elegir telas, volvíamos a casa, empezábamos a coser, y yo terminaba haciéndome mi propia ropa: polleritas, vestidos, topcitos… ¡de todo un poco! Era algo muy nuestro. Y esas ganas ‘de jugar’ no se me pasaron cuando terminaron las vacaciones, así que en casa fui tomando la costumbre de comprar cosas para modificarlas. Un hobby que sigo teniendo hasta el día de hoy: si me gusta la base de un vestido y la tela, lo compro y después lo termino modificando, porque me gusta darle mi toque”.

Nos cuenta que en este 2022 tiene pensado abrir un atelier en San Pablo y que le emociona pensar en la moda “súper sofisticada” de esa ciudad y en la cantidad de eventos a los que asisten cotidianamente las locales. Mientras lo afirma, observa el bordado que le alcanza una asistente y sonríe al ver el resultado final. Está en el interior del atelier que inauguró en 2013 en un petit hotel de Belgrano que cuenta con un espacio para los vestidos de novia, otro para los de alta costura y un tercero para las prendas pret-a-porter. Cerca, también se encuentra el sector de las bordadoras y el taller. “Todo está acá”, comenta con orgullo quien en la cuarentena no dejó de producir.

“Volviendo a mi infancia y adolescencia, algo tenía claro: quería ser diseñadora de moda. Mi mamá, que era más tradicional, soñaba con que yo fuera médica. ¡Pero al día de hoy veo un poco de sangre y me sigue dando asquito (ríe)… Cuestión que tuve que pensar en una carrera tradicional alternativa para conformarla. Evalué Veterinaria, Derecho, Relaciones Internacionales y otras, hasta que me anoté en Administración Hotelera imaginando poner una posada. Pronto durante la cursada me di cuenta de que emplearme en un hotel no me iba a gustar. A la vez, había hecho una materia de Marketing que sí me encantó, así que me pasé a esa carrera. Y en cada tesis o trabajo, yo siempre me centraba en lo mismo: en mi marca de ropa”.

El sueño se cumplió de improviso y casi sin pensarlo cuando un novio que conocía sus anhelos le comentó: “Se desocupó un local en Santa Fe y Anchorena… ¿Y si te animás y lo alquilás...?”. “¡Y lo hice! Lo alquilé y empecé a nutrirlo de cosas, y me fue tan bien que decidí poner una línea de ropa (Naíma) con una amiga. Pero al año y medio nos separamos y me desprendí de esa marca. Desde entonces, estoy con la mía”.

–¿Desde el comienzo te imaginaste haciendo alta costura?

–No, para nada. Se fue dando. Para que te des una idea, mi primer vestido de novia se lo diseñé en 2015 a Marianita, una de mis mejores amigas. En aquel momento todavía no hacía alta costura. Pero ella me dijo “me caso”, y yo le respondí: “Te voy a regalar el vestido de novia”. ¡Y no sabía hacerlo! Como quería darle lo mejor, me entregué y por suerte quedó lindo. Después tuve otra clienta que me pidió un vestido de seda a medida para una alfombra roja en Cannes: me animé y quedó divino. O sea que, de alguna manera, la alta costura se dio. ¡Y me encanta!, porque yo lo veo como un juego, no como trabajo: de la misma manera que de chiquita jugaba con mi tía a hacerme la ropa, hoy siento que hago lo mismo con una clienta. Me encanta porque es tomarse un café con ella y después hacerle un vestido para una fiesta o para su casamiento, que es lo más lindo del mundo. ¿Cómo no me divertiría?

–En el ADN como frase escribiste “Hacelo con pasión, si no no lo hagas”. ¿Te da miedo perderla?

–Creo que nunca va a pasar, pero si llego a perder la pasión dejo de trabajar de esto. No podría.

–¿Qué sentís que transmite la ropa de mujer?

–Si está bien hecha, su personalidad y lo que ella quiere mostrarle al mundo. O sea, si yo te hago un vestido a vos y te leí de verdad, estoy transmitiendo lo que sos. Ahora, si no te leí, estoy transmitiendo lo que yo quiero transmitir.

–¿Y cómo dirías que es el proceso creativo de los vestidos no confeccionados pensando en una clienta en particular?

(Observa sus prendas)… Empiezo a pensar qué me gustaría ponerme a mí, y voy probando en mi cuerpo. Después, analizo con las bordadoras los dibujos, y con las modistas las cosas a cambiar. También podría decir que hago una colección con figurines distintos pensando en diferentes telas, porque la hago, pero el resultado final termina siendo totalmente distinto cuando empiezo a probar los diseños en mi cuerpo.

–¿Todos los vestidos pasan por tu cuerpo?

–¡¡Todos!! (ríe) Porque me es más fácil verlos en mí que en otra persona o un maniquí: los siento, veo cómo quedan cómodos, cómo calzan… si algo se cae o no, si sostienen. Es distinto.

–¿Cómo definirías lo que creás?

–Es alta costura de lujo porque, por lo menos en Brasil, se distinguen justamente los niveles de alta costura. Yo fui pasando por etapas: al arranque hacía Prêt-à-porter, después pasé a la alta costura y ahora al lujo. Es que mis prendas están muy elaboradas, pensadas en una única persona. O sea, si yo te hiciera un vestido a vos te pondría frente a un espejo con una tela de tul o lo que sea que usemos de base, y dibujaría el vestido en base a tu cuerpo. Vería dónde hay que tallar la cintura, resaltar la cola… Te iría dibujando y estilizando de la forma que necesitás. En ese sentido, un vestido mío lleva entre uno y tres meses de trabajo. El bordado, como los materiales que utilizamos, son los mejores. Y ni hablar de la mano de obra: es de primera calidad.

–La moda argentina tiene un micromundo que varios de sus integrantes definen como “complicado”. ¿Cómo te trata a vos?

–Yo estoy bastante afuera y muchos me comentan que soy bastante simple para lo que es ese micromundo. Es que me mantengo un poquito al margen. Sí, tengo onda con algunos diseñadores conocidos como Gabriel Lage, con quien viajé a Milán para la edición de Latin Trends y nos llevamos súper. Pero no tengo mucho contacto en general porque no soy muy eventera.

–Pero sí tenés contacto con muchas famosas que te eligen. ¿Hay alguna en particular a la que te gustaría vestir?

–A Charlize Theron, porque la amo y me fascina estéticamente, y de Argentina a Lali, porque me encanta su personalidad. De hecho, hace unos meses hablé con su mamá y con su hermana para que vengan al desfile que hice en el jardín del Museo de Arte Decorativo, pero ella justo estaba en España grabando Sky Rojo… Pensándolo bien, creo que este año voy a poner la fecha del desfile en base a cuando Lali esté en Buenos Aires (lanza una carcajada).

–Luego de que inaugures tu atelier en San Pablo, ¿por dónde imaginás tus siguientes sueños?

–En cuatro o cinco años me encantaría abrir otro en Europa (todavía no estoy segura si en Italia o España), y después quisiera dejar a alguien de mucha confianza a cargo de todo, irme a vivir a una playa europea y manejar todo bien tranquilo desde ahí. Aunque mis empleadas dicen que, por mi personalidad, no va a poder ser porque me imaginan en una clínica pariendo y preguntando en simultáneo por WhatsApp si está listo un vestido… Igual, sigue siendo mi sueño, ¡así que lo voy a intentar!

–¿Tu mamá llegó a disfrutarte triunfando en la carrera que “no veía” para vos?

–¡Sí! Ella falleció hace dos años. Al final fue gracioso porque yo le dije “¿viste…?”, y ella atinó a admitir “es que no me imaginé…”. Por suerte estaba súper orgullosa de mí.

–Para el final, una consigna introspectiva: ¿cómo te describirías a vos misma?

–Es raro describirse a uno mismo, puede que quede soberbio… Voy a empezar por lo malo: soy un poco caprichosa y cabeza dura, porque cuando se me mete algo en la cabeza, lo quiero. Soy impulsiva: algo que me llevó a chocarme muchas veces contra la pared y otras a lograr lo que quería. Disfruto de cada momento y de cada cosa que hago. Casi siempre estoy de buen humor, e intento que los que me rodean estén bien. Soy idealista, lo que me hace también muy exigente (conmigo y con los demás). También, muy trabajadora. Todo lo que logré fue por mi misma, sin ayuda económica de parejas ni padres: mi orgullo jamás lo hubiera permitido. Soy frontal, sincera, fiel y honesta. Tengo un lado superficial y uno muy simple. Soy aniñada y a veces un mujerón sexy: un lado que se come el mundo y otro de inseguridad. Cáncer con ascendente en Escorpio, o sea, muy sensible. Y ya que me preguntaste por mis “siguientes sueños”, el mayor sería tener un amor para toda la vida y formar una familia. Mi lado idealista me lleva a esperar al momento y la pareja justa para lograrlo. Ojalá algún día suceda.

Por Kari Araujo
Fotos Christian Beliera
Producción: Mariano Caprarola
Retoque digital: Gustavo RamírezModelos: Victoria Ramos y Florencia Grillo de Campini (@agencyunited)
Make up: Celeste González
Pelo: Pablo Ema Luna (@MUDmakeupdesing)
Agradecemos a Victoria Fedorco Aldao

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