Fue un año particular debido a la pandemia. El confinamiento, el impedimento de hacer una vida cotidiana como la que cada uno tenía antes de la aparición del COVID-19, llevó a que apenas se abrieron las puertas la sociedad salga en busca de distracción. Despejar la mente parece ser el punto al que todos quieren llegar en este momento.
Marcela Kloosterboer fue una de las tantas figuras que, apenas se habilitaron los vuelos comerciales, armó las valijas y se subió a un avión. Sin pensarlo dos veces, la actriz, junto a su marido, Fernando Sieling y sus hijos, Juana y Otto, aterrizaron en Miami con dos objetivos: el primero visitar a Peter, su padre, que desde hace varios años está radicado allá. El segundo, y no podía ser menor, disfrutar de sus vacaciones y descansar.
Fiel a su estilo, la artista fue compartiendo con sus seguidores las postales en sus redes sociales. La primera fue el reencuentro de su papá con sus nietos. Fue un instante especial y no lo podía pasar por alto. En otras de las imágenes, y si de reencuentros hablamos, se la ve a ella y a su marido, con Tomás, su hermano. “Con ellos al fin del mundo”, fue la frase con la que describió el momento.
Luego de unos días en tierras miamenses, la familia siguió con su ruta turística antes de regresar a Argentina. El nuevo destino, en el que se encuentran actualmente, es Hawaii. Playas paradisíacas, aguas turquesas y una arena blanca que hacen del paisaje uno de los más encantadores y requeridos por el turismo mundial.
En un momento, Marcela reveló que su hija le contó que a partir de este viaje le gusta el mar mucho más que antes y que se declara una enamorada de la playa. Meterse con sus padres y pasar largas horas en el agua es su mejor plan. El menor, en cambio, hace de la arena su lugar en el mundo. Poder jugar ahí, hacer montañas, utilizar sus juguetes, son sus entretenimientos preferidos.
Las jornadas en la playa se hacen interminables. En más de una oportunidad, porque la situación lo ameritaba, se quedaron hasta que la noche los sorprendió. Entre charlas, anécdotas y algún que otro trago, la familia intenta despejarse y renovar las energías.
