Gonzalo Nannis: “Caniggia y mi hermana me dejaron en la ruina” – GENTE Online
 

Gonzalo Nannis: “Caniggia y mi hermana me dejaron en la ruina”

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El hermano de Mariana Nannis contó en el año 2000 que Claudio Caniggia, su cuñado, le debía más de 500 mil dólares, y le estaba haciendo juicio. Tenía embargados sus bienes y, según él, sobrevivía gracias a sus amigos.

Abril de 2000: Gonzalo Nannis en la casona de Olivos, que tenía todos los servicios cortados y estaba en venta.

En el chateau de Mariana Nannis –como ella misma se refería a la casona de Olivos en la que creció – no había luz eléctrica ni agua corriente. Tampoco gas. El césped estaba largo y descuidado, y el agua de la pileta de natación, podrida. Allí, Gonzalo Nannis, en ese entonces de 32 años, posó para una cámara de GENTE con una campera de cuero de Moschino y un llamativo Rolex en la muñeca. “El reloj es una imitación italiana", aclaró enseguida. Acto seguido, aseguró al periodista: "Mi cuñado, Claudio Caniggia, me traicionó: me debe 500 mil dólares, me-dio-mi-llón-de-dó-la-res y por su culpa me embargaron un taller mecánico y un departamento. Estoy en la calle".

Gonzalo posa en el interior del “castillito”. Dice que se las arregla haciendo changas para comer.

En la nota publicada el 25 de abril de 2000 en la edición 1814 de GENTE, Gonzalo contó que los servicios estaban cortados porque su mamá había puesto en venta la propiedad. "Y bueno, yo vivo como puedo, me bancan mis amigos… De tanto en tanto, trato de arreglar aunque sea el frente de la casa. Si fuera por Caniggia y Mariana, me dejarían colgado de una rama y sin un mango. Y te aclaro que a los 32 años no soy ni un vago ni un vividor”, señalaba.

“Mariana le tira con los platos a Caniggia y él los esquiva, pero con la plata son iguales. Por eso se arreglan bien”, decía Gonzalo.

En la nota, el periodista le preguntaba:

–¿Por qué dice que Caniggia lo traicionó?

No creo que Claudio tenga memoria de cuántas vecesme jugué por él. Si tenés un gran amigo al que ayudás una y otra vez, duele mucho la traición. Hasta me he peleado a trompadas por él en muchas esquinas donde los limpiavidrios eran de River y le querían pegar. Yo me bajaba, y cuando estaban a punto de matarme, me subía al auto y Caniggia aceleraba con todo. Yo siempre le decía: “Vos no te podés pelear porque sos conocido y siempre te van a querer perjudicar. Dejame a mí”. Hice muchas cosas por él, además de trabajar.

–¿Cuál era exactamente su trabajo?

Yo era su apoderado. Cuando saltaba algún problema con la tarjeta de crédito, Caniggia me mandaba al banco y yo ponía la cara. Y cuando me mostraban los resúmenes de las tarjetas, retrucaba: “No, esto no se gastó”. Yo lo defendía porque creía en él. Y siempre era lo mismo: esperar a que me pagara lo que me correspondía. Nunca vi un peso. “Vas a ver que ahora, cuando me salga el pase, te voy a poder dar lo tuyo. Tené paciencia”, me decía. Caniggia y mi hermana me dejaron en la ruina. Me usaron, me descartaron. Yo conviví diez años con ellos, me levantaba y desayunaba con ellos. Todo el tiempo con ellos, las 24 horas. Y en los últimos años laburé para ellos.

–Caniggia dijo que a usted le enseñó a moverse con los intermediarios y los sponsors del fútbol.

Cuando hizo su contrato con Boca, Claudio me firmó un poder para que yo pudiera cobrar sus sueldos y los depositara en el banco. Además, yo podía negociar en su nombre. Me senté varias veces con Mauricio Macri, con Pedro Pompilio, vicepresidente de Boca, y con la gente de Lo Jack. Yo no veía el negocio para mí sino que trataba de conseguir lo mejor para Caniggia. Y él me respondió haciéndome cosas que yo no se las haría ni a mi peor enemigo.

–¿Por ejemplo?

–Gastaba con su tarjeta de crédito y después no la quería pagar. Y yo era el que ponía la cara ante el banco porque la cuenta corriente estaba a nombre de los dos, mío y de Claudio. Por eso me embargaron mi taller de autos en el Abasto.

"Con mi hermano no me hablo", decía Mariana Nannis en ese momento.

–Hoy, ¿cómo es su situación financiera?

–Si me sacan un Veraz (el informe de viabilidad financiera que piden los bancos antes de otorgar un crédito), estoy tan escrachado como mi cuñado. Un banco le reclamaba 140.000 dólares entre gastos e intereses. En Italia también dejó colgada una cuenta de una tarjeta por 40 mil. Mi abogado, Horacio Spatuto, se reunió con el doctor Turri (el abogado de Caniggia) la semana pasada. De 500 mil dólares que le exigimos, él ofrece 70 mil. Yo hice muchos gastos de mi bolsillo para Claudio: abogados, escribanos, teléfonos celulares y de línea… Hasta compré una camioneta para él... La pagué con mi plata y todavía no me la devolvió. Ahora se decía que estaba por pagarles a todos sus acreedores. El tema es que hace mucho que en Italia está en el banco de suplentes, entonces debe de estar buscando la plata.

–Usted se mueve en un Mercedes-Benz, tiene ropa de marca… No parece tan fundido.

–El auto es de mi viejo, que me lo presta…

–¿Cómo ve el matrimonio de su hermana?

–Está muy bien constituido y entre ellos se llevanbien. Además los dos nacieron el mismo día.

–Mariana parece extravertida, y Caniggia, reservado.

–Y, sí. No pueden ser los dos de tirarse platos. Ella los tira y él los esquiva, pero con la plata son iguales. Por eso se llevan bien. Mariana se inventó un personaje siniestro de compradora compulsiva. Cuando la veo en televisión, no me entra en la cabeza que esa sea mi hermana... Ella no sólo se portó mal conmigo.... Está peleado con toda mi familia.

Claudio Caniggia entrenando con su representante de ese momento, Pablo Cosentino.

–¿Su hermana es tan gastadora como dice?

Mariana cobra por las notas, y en realidad no compra nada. Lleva las bolsas de marcas caras rellenas con papel para las fotos. Yo le decía: “Mariana, vos podés hacer lo que quieras, pero pensá en cómo quedan tus hijos, que también son mis sobrinos”. Pero a ella no le importaba nada y me echaba de su casa. Un día le pedí que me vendiera en Miami una camioneta mía porque yo estaba en Buenos Aires y necesitaba la plata. Eran 15 mil dólares. La llamaba y me decía: “Hoy no puedo girar la plata porque tengo pedicura”. Hasta que un día me llamó: “Mirá, Gonzalo, la plata de la camioneta me la quedo yo porque así me cobro lo que nos gastaste cuando te invité a Europa”.

–¿Cree que Caniggia tiene la plata que usted le reclama?

–Por supuesto que la tiene. Su capital es de entre ocho y diez millones de dólares. A mí me decía: “No me quiero descapitalizar. Te voy a ir pagando en cuotas”. Y, por supuesto, las cuotas nunca llegaron.

–¿En qué instancia está el juicio?

–Está empezando el juicio civil sobre lo que me adeuda por los pases en los que actué como su representante. El juicio penal es por una tarjeta de crédito que estaba a nombre de él pero la cuenta corriente está a nombre mío. Eran 140 mil dólares… La única manera que tenía el banco de cobrar fue pasando la deuda a la cuenta corriente. Por eso me embargaron todo a mí.

–¿Nunca sacó nada de provecho cuando estuvo al lado de Caniggia?

–Siempre perdía. Un día fuimos a comer al restaurante Dorá, y a la hora de pagar, la máquina no tomó la tarjeta de crédito. Eramos un montón, pero como íbamos todos los días, el dueño le dijo: “No te preocupes, Cani, me lo pagás otro día”. Y que yo sepa, nunca más volvió a comer ahí.

–Y usted, ¿de qué vive hoy?

–Me ayudan tres amigos. Y si tengo que darle una mano a José (el uruguayo de Chivito José, en La Lucila) por la comida, lo hago. A mí no se me caen las medias por nada. Yo no me siento de sangre azul y los castillitos que conozco sólo están en los cuentos de hadas.

“Mi hermana no es una gastadora compulsiva como aparenta. Lleva las bolsas de marcas caras rellenas con papel para las fotos”, dice Gonzalo.

“Conmigo Caniggia cumplió siempre”

Pablo Cosentino, el representante de Claudio Caniggia en ese entonces, contaba en la nota: “Conozco la controversia judicial porque la contestación a la demanda de Gonzalo Nannis la está haciendo mi hermano Fernando. Gonzalo reclama alrededor de 500 mil dólares y también una cuenta conjunta de 200 mil dólares. Claudio no pudo concurrir a la primera audiencia de conciliación porque estaba jugando en Italia. Pero nosotros creemos que esta situación se va a arreglar. El tema por el que se pelearon me excede. Sí me consta que Gonzalo Nannis lo quería mucho a Claudio y era un cariño recíproco. No sé qué pasó. Cuando Claudio debutó ahora en el Atalanta en su vuelta al fútbol europeo, Gonzalo viajó a Bérgamo y lo vi muy emocionado en la tribuna”. Cosentino, dueño de la empresa Dodici, que representa a jugadores de fútbol, agregó: “Conmigo Caniggia cumplió siempre. Hace un año me vinculé a él y firmé un contrato de representación que hasta el momento Claudio respetó. Cerramos el contrato con Atalanta, comercializamos su página oficial de Internet y tenemos un trato con Acsis, una marca de ropa deportiva. Siempre me pagó lo que me correspondía”. Claudio Caniggia, al ser consultado por GENTE, declaró: “Gonzalo no existe y no quiero perder tiempo hablando de esa persona. Él no era mi representante y siempre que alguien me representó le he pagado”. Mariana Nannis también aportó lo suyo: “Con mi hermano no me hablo”.

Revista GENTE Nº 1814 - 25 de abri de 2000.

Fotos: Archivo Atlántida y captura de pantalla DDM.

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