Aston Martin es una marca que debe su fama y prestigio a los vehículos deportivos. Sin embargo, la necesidad de equilibrar su balanza financiera motivó a la casa británica a incursionar en el segmento de los SUV, aunque manteniendo intacto su ADN. El primer modelo de esta nueva era es el Aston Martin DBX, que ha llegado a las calles después de un lustro de trabajo.
El DBX se basa en el Aston Martin DBX Concept que se presentó en el Salón de Ginebra de 2015. Su programa de desarrollo incluyó pruebas de durabilidad en tramos del Rally de Gales y en el legendario circuito Nordschleife de Nürburgring (Alemania).
El SUV, que tiene cinco metros de largo, cuenta con un motor V8 naftero de 4 litros y 550 CV (el mismo de los deportivos DB11 y Vantage) que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos.
Toda esta energía se transmite a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios automática de nueve velocidades, con diferenciales activos que permiten controlar el deslizamiento del eje trasero y repartir automáticamente el par entre el eje trasero y el delantero y también entre las dos ruedas traseras para brindar la respuesta más apta para cada momento.
En su interior, hecho a mano, refinado y de lujo, se ofrece un gran espacio y confort tanto en las plazas delanteras como en las traseras iluminadas a través de un techo panorámico de cristal completo.
En Aston Martin confían tanto en el potencial del DBX que ya preparan nuevas versiones con nuevos motores: en 2022 estará disponible con un V8 de 650 caballos y en 2024 contará con una variante híbrida enchufable con 800 caballos.
El fabricante de Gaydon espera vender entre 4.000 y 5.000 unidades del modelo al año en todo el mundo. Además, según sus estudios el 70% de sus clientes ya poseen algún SUV de otra marca, por lo que el desarrollo del DBX está más que justificado.
