Se define como un hedonista, y a juzgar por los incesantes cambios de rumbo en su carrera profesional, el adjetivo no parece nada errado. Se desempeñó durante diez años como creativo publicitario hasta que dejó de disfrutar el oficio e incursionó en la radio. Allí supo alcanzar el éxito de la mano de Matías Martin en el programa Basta de Todo –lunes de 14 a 18 por Metro 95.1–, pero no satisfecho con el logro avanzó hacia la televisión. Participó en los programas Arde Troya, Cámara en mano, No hay 2 sin 3 y Hermanos Korol, hasta sumarse en el presente como columnista de 6 en el 7 a las 8. Sin embargo, eso no es todo, el multifacético Eduardo Javier Massa Alcántara, mejor conocido como Cabito, aporta también su gran sentido del humor a Cachivache, el reciente espectáculo de stand up que realiza junto a la compañía teatral De a 1. Un personaje que hace lo que le gusta y se toma muy en serio una de las tareas más difíciles: hacer reír.
–¿De qué se trata Cachivache?
–Como su nombre lo indica, es un cachivache, yo lo soy. Es una obra de stand up pero con más producción. Incluye algunos otros géneros como el teatro negro, incluso en un momento nos sacamos la vergüenza y hacemos un musical muy trucho. Me parece que el nombre resume el espíritu un tanto punk que tiene el espectáculo. El teatro está pasando por un momento en el cual hay mil obras parecidas, así que quisimos darle otro enfoque para diferenciarnos del resto.
–¿O sea que se te presentaron nuevos desafíos?
–Sí, soy un desastre bailando pero tuvimos coreógrafo que nos enseñó, porque una cosa es hacerte el gracioso en un casamiento improvisando un pasito y otra es tener un tipo que te siga y te marque el tiempo. En un momento nos encontramos diciendo cosas súper técnicas como: “no, acá son dos ocho”, y parecía que estábamos haciendo el musical de Tinelli.
–¿Cómo vivís la experiencia de hacer teatro?
–Es una cosa muy distinta, mirá que hago radio todos los días, televisión en vivo, pero el vértigo que da el teatro es muy fuerte. Lo que pensé la primera vez que me subí a un escenario fue: “por qué carajo estoy haciendo esto”, tenía pánico. Ahora, por suerte lo disfruto mucho, es genial el contacto con el público.
–¿En qué cosas te inspirás para escribir los guiones?
–En observaciones cotidianas, no cuento chistes. Por ejemplo, viste que algunos dicen que la pizza fría es más rica. ¡No, mentira!, si fuera más rica la venderían fría, no hay que ser bo... ¿O pensás que el pizzero se muere de calor todo el verano para joder? Son cosas que causan gracia porque te podés identificar, mil veces dijiste o te dijeron, “la pizza fría es más rica”, pero no.
–¿Cuáles son tus referentes en el humor?
–Me matan Casero y Capusotto. En el stand up hay muchos que son buenos, mis compañeros Diego Scott, Pablo Fábregas, Natalia Carulias, Fernando Sanjiao son lo más. Peto Menahem, Martín Rocco, Sebastián Wainraich también son muy divertidos. Del exterior hay miles, Robin Williams, por ejemplo.
–Si tuvieras que elegir entre la radio, la tevé y el teatro, ¿con cuál te quedás?
–Con la radio, me encanta hacer Basta de Todo, porque es un programa sin demasiadas pretensiones más que informarte un poco, que te diviertas. Jugamos, nos reímos entre nosotros y me parece que cuando en un programa la pasan bien los conductores, la audiencia lo nota y se arma algo copado.
–Del teatro rescatás la relación con el público, de la tele ¿qué es lo que más te atrae?
–La plata. La tele te da una posibilidad económica que no te da ningún otro medio y un nivel de popularidad que no lo tenés en otro lado. Igual con Basta de Todo pasa algo raro, porque es un programa de radio con un nivel de audiencia casi televisivo. Si hasta instala maneras de hablar. Cosas que decimos, por ejemplo, “ir por colectora”, trascendió, lo dice Tinelli así que es popular. Y es una frase que salió de nosotros. Maneras de decir, tonos de decir las cosas. Ponele: “vergüenza, vergüenza es otra cosa”, eso salió de acá, y te da la pauta de la popularidad de un programa.
–Trabajaste diez años como creativo publicitario, ¿pensaste alguna vez que ibas a terminar haciendo esto?
–No, pero soy muy hedonista, o sea una manera elegante de decir que soy un pendejo en la búsqueda de placer constante. Ya estoy grande, en realidad, pero intento hacer sólo cosas que me diviertan. Tengo 39 años y para mi hasta acá la vida se fue en un pestaneo, lo que queda lo voy a intentar vivir haciendo sólo cosas que me gusten.
–¿Cómo te imaginás dentro de algunos años?
–En la puerta de una iglesia pidiendo guita. (Risas)
–¿Cómo te gustaría estar, entonces?
–Una vez leí una nota sobre un millonario amigo de Steven Seagal, con quien solía hacer fiestas descontroladas, llenas de chicas y alcohol. Lo entrevistaron cerca de fin de año, entonces, le preguntaron qué le iba a pedir a los reyes magos y el tipo respondió: “que esta vida dure para siempre”. Yo sueño con lo mismo.
Las funciones de Cachivache son los viernes y sábados a las 23 en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131, ciudad de Buenos Aires. Las entradas pueden conseguirse a $40 en las boleterías del lugar.
Más información: Ciudad Cultural Konex
“Lo que pensé la primera vez que me subí a un escenario fue: ´por qué carajo estoy haciendo esto`, tenía pánico”.
“El teatro está pasando por un momento en el cual hay mil obras parecidas, así que quisimos darle otro enfoque para diferenciarnos del resto”.
“Tengo 39 años y para mi hasta acá la vida se fue en un pestaneo, lo que queda lo voy a intentar vivir haciendo sólo cosas que me gusten”.
