«Yo seduzco con el chamuyo y la ternura» – GENTE Online
 

"Yo seduzco con el chamuyo y la ternura"

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"Que digan que soy sexy, vaya y pase: después de todo, uno tiene sus encantos. Que se rumoree por ahí que tengo arrastre, también puede ser: hoy hago un programa con más de treinta puntos de rating y eso logra milagros. Ahora, que di
gan que tengo una amante y que esa amante es Millie Stegmann, ¡ni mi mujer se lo cree…!
". 

Miguel Angel Rodríguez -actor y todavía cómico, 41 años, papá de Imanol (6) y Felipe (3), esposo de Maribel Altavista (39, hija de Juan Carlos, el legendario Minguito)- levanta las cejas, frunce el ceño, larga ensordecedora carcajada.


-¿De qué te reís?

-¿Y qué querés que haga?

-Enojarte tal vez. Digo, en caso de que no fuera cierto.

-También lo pensé. Pero no me queda otra que tomármelo con humor. En realidad, hoy entiendo que la prensa logre enfurecer a Osvaldo Laport. Lo conozco bien y es un tipo tranquilísimo, pero comprendo que se haya sacado con los periodistas cuando lo trataron de gay, cuando hablaron de su separación… Son cosas fuertes.


-¿Para vos no?

-Sí, claro. Pero ya pasé por todos los estados: de la bronca a la impotencia, y de la impotencia a la risa. Cuando me enteré de que engañaba a mi mujer y que hacía tres días que había dejado a mi familia, yo estaba acá, mirando la televisión en el living de casa, al lado de ella… Lo primero que dije fue: "Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos", porque que se molesten en inventarte una historia para hablar de vos es lo más, quiere decir que llegaste, tocaste el cielo con las manos. Después, quise llamar al programa para salir al aire. Quería hacerlos entrar: iba a decirles que llamaba desde un hotel, que estaba dispuesto a hablar de mi separación, y le iba a pasar el teléfono a mi mujer para que se hiciera pasar por
Millie. Por último, sentí mucha rabia y pensé que lo mejor era quedarme calladito. Eso hice. De todas formas, me mandé una superencuesta.

-¿Encuesta? ¿Sobre?

-Sobre el tema. Cuando no sé de algo, pregunto. De entrada, hablé con Adrián Suar, porque es mi jefe y porque está acostumbrado a estas cosas. Me dijo que no les diera bola. Después, cuando jugamos ese partido amistoso de los actores, lo agarré a Pablito Echarri en los vestuarios y estuvimos como media hora dándole a la lengua. El también la pasó fea, primero con Oreiro y después con Nancy. Me dijo lo mismo: "Hacé la tuya. A los únicos que les tenés que dar explicaciones son tu mujer, tus hijos y tus viejos". 

-Y copiaste la fórmula.

-Ya lo había hecho… si un día llamó llorando mi vieja a casa para ver qué había pasado. Eso es lo que te joroba: no que hablen de vos, sino que lastimen a la gente que querés. Pero, en el fondo, es como que me sigue causando gracia. ¿A quién se le hubiera ocurrido inventarme un romance hace cuatro años? ¡A nadie! Si por entonces estaba más cerca del payasito que del galán.

-¿Cuándo descubriste que vos, con algunos kilitos de más, también podías ser un tipo seductor?

-El día que las mujeres me empezaron a mirar con otros ojos, y la culpa de eso la tiene Suar: el único genio loco al que se le puede ocurrir que un tipo como Juan Leyrado, Dady Brieva o yo podemos enamorar.


-¿Y ya sos consciente de que generás esos amores…?

-Sí, no tengo la facha de Marianito Martínez ni de Nico Cabré (sus sobrinos en la ficción), pero también descubrí que provoco cierta histeria. El otro día, del teatro me quisieron arrancar un mechón de pelo. Imaginate, ¡me sentía Sandro!

"Vos siempre tuviste arrastre", sentencia Maribel, "la mujer engañada" en cuestión, que aparece sonriente con una bandeja en la que carga café, mate, gaseosa, sándwiches de miga y empanadas. Son las dos de la tarde en la casa que los Rodríguez se construyeron, estilo country, en Olivos y estrenaron hace apenas un año, en el barrio de Olivos. El elige uno de jamón y tomate, se llena la boca y asiente con la cabeza. "Es cierto -reconoce al tragar el primer bocado-.
No soy un tipo de esos facheros que enamoran a primera vista, para nada. Pero sí, siempre tuve mi arrastre. Yo seduzco con el chamuyo y la ternura". "La simpatía, esa fue siempre su arma de seducción", afirma Maribel.


-Ya no hacés reír en tevé. Es más, personificás a un tío cabrón. ¿Cómo se explica?

-Es medio loco, ¿no? ¡Y no sabés lo que me cuesta no reírme, no improvisar algún que otro comentario o broma! Es un verdadero sacrificio para mí esto. Soy un cómico nato, no puedo estar mucho tiempo hablando en serio. Entre grabación y grabación me la paso diciendo pavadas, paro sólo cuando empiezan a filmar. ¿Y el teatro? ¡Terrible estar más de una hora sin salir con alguna bufonada! Además, veo a los chicos (se refiere a sus sobrinos de la tele y el teatro) haciendo chistes y muero por meterme, pero mi papel es otro y no me puedo salir del personaje. De todas formas, justamente, lo mejor de este trabajo es que pude cambiar de rubro.

-¿Significa una despedida del cómico para siempre?

-Eso es imposible. Pero esto está bueno. A pesar de que insulto al Cielo por no tener más tiempo para mis hijos o para prepararles un buen asadito a mis amigos, yo sé que estoy pasando por un momento espectacular. Creo que por algo se dan las cosas en la vida. Mirá, cuando fui a ver
El hijo de la novia con mi mujer al cine, a la salida le dije: "¿Viste a Darín? Eso quiero para mí". Ricardo es un tipo que supo abrir la puerta. El pasó de ser un galán, o un actor de comedia, a un actor con todas las letras, de esos que se cuentan con los dedos de una mano, de esos de verdad. Me gustan los cambios, no les tengo miedo.


-¿Ningún miedo? ¿Ni cuando Suar te dijo que harías una novela con Stegmann?

-Bueno, sí. Pero no fue miedo, fueron como dudas en un primer momento. Porque, la verdad, ¿quién daba un mango por esa pareja? Nadie, menos yo. ¡Y ahora hasta nos inventan romances! 

(Después de otro sándwich de miga, y sin que nadie le pregunte, Rodríguez retoma solo el tema de la seducción).

-…Entre todo lo que dijeron por ahí, también se rumoreó que estoy muy bien dotado. Yo le dije a mi mujer que no revelara el secreto, pero ¿viste cómo son las chicas, no? Antes, mi target eran las de cuarenta para arriba, pero después de la fama que me hicieron hasta las teenagers me persiguen. El otro día salía de
Pol-ka con Cabré, y tres chiquitas se nos vinieron encima. Yo seguí caminado y de repente una me gritó: "Eh, Miguel, con vos es la cosa: yo me quiero casar con vos". La miré bien, le pregunté la edad. "Diecisiete", me dijo. "Primero, sos muy chiquita. Y segundo, estoy casado", le dije. Cuando le conté a mi mujer, casi ligo una cuarentena: "¿El orden de las excusas no será al revés?", me retó. 

-Cambiaste de tema, pero yo no pienso quedarme con la duda. ¿Es cierta esa fama que te hicieron?

-(Ríe)… Sí. De todo lo que dijeron, es lo único cierto.


-¿Se puede ser fiel durante 22 años portando semejante atributo físico?

-(Ríe otra vez). Te voy a responder con ejemplos y hablando en serio: mis viejos llevan 50 años de casados, los viejos de Maribel estuvieron juntos hasta el día que mi suegro murió. Nosotros nos conocimos en Miramar cuando ella tenía 17 y yo 19 años, y acá nos ves. Tuvimos nuestras crisis de pareja, por supuesto, pero las superamos con amor, comprensión y perdón mutuo. Es más, yo creo que recién cuando superás una fuerte crisis tenés la prueba de que hay verdadero amor. 

-¿Qué te sigue atrayendo de tu mujer después de tanto tiempo?

-La cama. Es fundamental en la pareja. Nosotros la tenemos, y muy buena desde hace 22 años. No sé si notaste que nuestro cuarto está en el ala norte de la casa y el de los chicos en el ala sur. Fue un diseño arquitectónico totalmente premeditado el nuestro. Además, en la pareja hay muchas etapas: una fue cuando ella se convirtió en madre y yo en padre, algo que deseábamos mucho porque Imanol llegó recién a los diez años de casados. Ahí conocí otra mujer: la maternal, algo que me enamora profundamente.


-Y si con Millie nunca pasó nada, ¿cómo se explica el rumor?

-No lo sé. Serán las reglas del juego… Las parejas éxito generan muchas fantasías. No sé muy bien qué pasa, pero es como que quieren trasladar los besos de pantalla a la vida real o algo así. Yo voy por la calle con Maribel, mi mujer y mujeres grandes me apuran: "¿Y? Dale, che, ¿cuándo concretás con Lola? Disculpe, señora -le dicen a mi señora-,
pero queremos ver a su marido en acción". Esta novela genera unos ratones bárbaros. Además, existen antecedentes, porque muchos actores que se enamoraron en la ficción terminaron enamorándose también en la vida. Yo no niego eso, porque a veces sucede así. Digo que a mí, simplemente, nunca me pasó. Además, hay otra cosa que es cierta: la porquería vende. ¿Qué van a poner en la tapa de una revista? ¿Que estoy con la misma mujer desde hace 22 años? Las cosas buenas, lamentablemente, parecieran no importarle a nadie.

-A todo esto, ¿llamaste a Stegmann para saber cómo está?

-Por supuesto, estábamos todos extrañándola y esperando que volviera. En el teatro, cuando me beso con Reina (Reech, que hace de
Michi), que ahora la está reemplazando, todos se quedan mirando. Cuando me beso con Millie (que interpreta a Lola, la enamorada de Sánchez) el público empieza a chiflar, a aplaudir, es fantástico lo que se produce en la sala. Se notó mucho su ausencia, la gente nos quiere ver juntos. 

-Regresando al tema infidelidad: ¿cómo reaccionó la jefa de casa cuando se enteró?

-¿No te digo que decían que me había ido de casa, y ella estaba al lado mío? Igual, Maribel no sólo laburó en el ambiente sino que mamó el tema prensa por el viejo. Conoce tanto como yo las reglas de este juego. Es más, un periodista muy amigo mío, con el que muchos fines de semana almorzamos juntos, largó en una revista que Millie estaba estresada y deprimida porque un amor imposible (ese era yo) la había dejado. Lo llamé y le dije: "¿Qué hacés, loco? ¿Cómo vas a inventar una cosa así?". "¿Y qué querés que diga, Miguelito? ¿Que Millie falta una semana porque tiene un coágulo en la axila nada más…? No pasa nada, la gente se olvida"


-Y vos, ¿olvidás?

-No. Pero soy buena persona.

por Mariana Montini
fotos: Christian Beliera
asistente: Gastón Beliera
producción: Sofía Delger

Miguel Angel (41), Maribel (39), Imanol (6) y Felipe (3) en su casa de Olivos. A su mujer la conoció cuando él tenía 19 y ella 17. Juran que siguen amándose como el primer día.

Miguel Angel (41), Maribel (39), Imanol (6) y Felipe (3) en su casa de Olivos. A su mujer la conoció cuando él tenía 19 y ella 17. Juran que siguen amándose como el primer día.

Empezó ayudando a su suegro, Juan Carlos Altavista, el legendario Minguito. Hoy, después de haber pasado por la comicidad, encontró el éxito como galán de Son amores. Rodríguez confiesa que gracias a su simpatía siempre tuvo arrastre con las mujeres.

Empezó ayudando a su suegro, Juan Carlos Altavista, el legendario Minguito. Hoy, después de haber pasado por la comicidad, encontró el éxito como galán de Son amores. Rodríguez confiesa que gracias a su simpatía siempre tuvo arrastre con las mujeres.

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