Yamil Ponce: «A los turistas les pedí perdón por el daño que les hicimos» – GENTE Online
 

Yamil Ponce: "A los turistas les pedí perdón por el daño que les hicimos"

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Profeta en su tierra. Yamil posa en Barracas, a una cuadra del Hospital Argerich.

Yamil Ponce (39), es cirujano cardiovascular, docente universitario, investigador de nanotecnología, papá de tres hijos –Elián y Sofía (4) y Yael (8)–, y esposo de Andrea. Pero para mucha gente que cae en sus manos, es un súper héroe. Los argentinos lo conocieron el 8 de diciembre de 2017 cuando le salvó la vida a Joe Wolek, el turista norteamericano de 54 años que el 8 de diciembre de 2017 ingresó al hospital Argerich con diez puñaladas.

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Amigos. El 8 de diciembre de 2017 cuando le salvó la vida a Joe Wolek.

Y un año después, cuando muchos ya se habían olvidado su nombre, apareció Christoffer Persson, el otro turista sueco de 36 años, que el 30 de diciembre de 2018 recibió un disparo en la pierna de parte de un delincuente, cuando paseaba con su novia por San Telmo. Ahí, mucha gente se preguntó quien era Yamil Ponce. Los que lo visitan en el hospital o en las clínicas donde trabaja, conocen bien su historia.  Porque además de atenderlos, Yamil les canta canciones con su guitarra o los lleva a la pileta de su casa.

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Festejo. A pesar de haber perdido una pierna Christoffer Persson lo invitó a tomar unos tragos.

Para el mundo de la medicina, este médico que nació en San Nicolás y que se ganaba la vida como trapito cuidando los autos de la gente que iba a visitar a la Virgen, también es una eminencia. Porque gracias a una técnica innovadora que él inventó y que sirve, dicho en palabras sencillas, para enmendar un corazón con más precisión y menos riesgo, son muchos los cirujanos que están estudiando de que se trata para implementarlo en sus operaciones. Además, realizó un estudio de nano tecnología y en marzo publicará un libro con un descubrimiento que puede revolucionar el mundo de la medicina.

El libro se llama La Disfunción Endotelial y el comportamiento emergente, y habla de un órgano que tenemos en el cuerpo y no lo veíamos como tal. El tubo por donde pasa la sangre tiene una túnica que se llama endotelio, mide cuatro mil metros cuadrados y tiene funciones muy particulares y hace cambios estructurales según como sienta el roce de la sangre. Si se manipula bien esa túnica, puede ser la solución a tumores, diabetes, tiroides, problemas cardiovasculares, y muchas otras enfermedades, cuenta Ponce.

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Su lugar en el mundo. En el quirófano donde implementó tecnicas imnovadoras para remendar corazones.

Confesó en una nota que Christoffer Persson, cambió su vida. ¿Por qué lo dijo?

–Porque cuando subí para informarle que la operación no había funcionado, se anticipó a decirme: Sé que tienen que amputarme la pierna”.

–¿Qué pasó en ese momento?

–Su novia (María Izzo) no pudo contener el llanto. Pero él la miró y le dijo: “No llores amor; sobreviví”. Yo también me quebré. No podía creer que en ese momento tuviera esa entereza.

–Fue una lección...

–Tal cual. Uno a veces se queja por pavadas y este señor, frente a una noticia terrible, sonrió. Como si no se permitiese el pesimismo.

–Antes de regresar a Suecia, Persson agradeció el trato que recibió en Argentina y especialmente el de usted. ¿Esto también lo sorprendió?

–Sí. Yo creía que al tomar noción de la magnitud de lo sucedido, el golpe sería tan duro que podría deprimirlo. Es más: había pedido que lo contuviese un equipo de psicólogos del hospital. Pero su humor nunca cambió.

–Tuvieron un encuentro. ¿Cómo fue?

–Me invitó a un bar de Palermo a tomar unos tragos. Yo no sabía cómo pedirle disculpas por lo que le habían hecho en mi país y el tipo estaba agradeciéndonos la atención que le dimos.

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Amor por Boca. Antes de volver a su país, Christoffer Persson visitó la Bombonera y se llevó su camiseta.

–¿Es algo cultural?

–Creo que, más que eso, es su forma de ser. Se trata de un tipo optimista, un ejemplo para todos. Cuando lo vi, se paró de la silla para saludarme. “No voy a dejar de hacer nada que haría si tuviese las dos piernas”, me dijo.

–¿Siguen en contacto?

–Sí, hablamos casi todos los días. Me contó que se puso a investigar de qué manera crear una prótesis que se adapte a todas sus necesidades.

–Con Joe Wolek también entabló una gran relación. ¿Es así con todos sus pacientes?

–Sí. Vivo en Pilar y muchos fines de semana los invito a la pileta de casa. Mi esposa me dice: “¡Esto parece un centro de rehabilitación!”. Me quiere matar... (risas)

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Se le agrandó la familia. En su casa de Pilar junto a Wolek su esposa Andrea, sus tres hijos y sus papás: Nicolás y María Elena.

–¿Por qué tuvo tanta trascendencia la operación que le hizo al americano?

–Por el método que utilicé para cerrar las dos heridas que tenía en el corazón. Es una técnica que inventé y que tiene 100 por ciento de efectividad. Es un cambio de estrategia a nivel quirúrgico, que contradice a todos los libros escritos hasta hoy. Los manuales indican que la operación debe iniciarse del lado izquierdo: ahí se realiza el corte. Yo, en cambio, abro el pecho por el medio, con una sierra manual, así puedo observar bien las heridas del corazón. Lo primero que se ve es una membrana llamada pericardio. Los libros sugieren perforarla y dejarla libre de sangre antes de suturar. Yo le aplico a esa misma membrana una técnica quirúrgica para descomprimir el corazón, eliminando la sangre de modo paulatino. Eso me permite mantener la zona mejor lubricada. La técnica se completa con un método más óptimo para cerrar orificios. Antes, en el momento de la sutura, los médicos nos guiábamos sólo por el tacto, y cualquier error era mortal. Con mi técnica patentada, podemos ver el corazón y enmendarlo sin tanto margen de riesgo.

–¿Con cuántos pacientes la utilizó?

–Con siete. La efectividad es del ciento por ciento.

–¿Cree que es casual que usted haya intervenido a los dos turistas?

–No. Dios puso a los dos turistas heridos en mis manos, para dejarles un mensaje a todos los argentinos.

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Hombre de fe. En la iglesia Adventista del Séptimo Día, se encarga de tocar el piano durante la ceremonia.

–¿Qué mensaje?

–La sociedad está agresiva. Debemos buscar la forma urgente de terminar con tanta violencia. Porque el problema somos todos, no solamente quienes atacaron a estos dos hombres. Todos podemos sobreponernos a la adversidad más extrema. Así como lo hicieron Joe y Christoffer, debemos ser positivos y enfocarnos en ver de qué manera nos recuperamos. Hay que aprender que no podemos modificar el pasado, pero sí transformar el futuro.

Por Sergio Oviedo
Fotos: Fabián Mattiazzi

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