«Ya no quiero ser una diva rebelde de pelo platinado« – GENTE Online
 

"Ya no quiero ser una diva rebelde de pelo platinado"

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Si no fuera quien es, si trabajara en un banco o en una empresa, por ejemplo, nadie apostaría ni diez centavos a que tiene un hijo adolescente y a que hace diez meses su cuerpo dio a luz por segunda vez. Si no fuera quien es, nadie, tampoco, apostaría ni diez centavos a que mientras trabaja en Mar del Plata (actuando en Taxi 1, el original en el teatro Mar del Plata) y en Buenos Aires (grabando la segunda parte de Historias de sexo de gente común), se da tiempo para dedicarle a su familia. Si no fuera quien es, nadie diría que la que habla hoy es Mónica Ayos.

–Sé que verano tras verano los medios me hacían protagonista de algún escándalo, pero ahora saco el cuerpo– confía quien además dejó grabados varios capítulos del más que visto Panadería Los Felipe, programa que se emite los domingos al mediodía y donde Ayos volvió a trabajar con su marido–. Estar casada, tener hijos, ser fiel y ser feliz me coloca en un lugar de tranquilidad que no coincide con las reglas del juego necesarias para permanecer en la cresta de la ola. Y a pesar de no ser tapa de las revistas, siento que estoy viviendo mi mejor momento, que puedo conjugar mi carrera con mi vida privada. Para esta nueva etapa elegí una carrera más lenta, menos escandalosa, menos mediática, pero mucho más sólida. En verdad, me siento una señora exitosa”, sentencia.

–Arranquemos por el principio: ¿cómo ser mamá de un adolescente (Federico, 12 años) y de una beba (Victoria, 10 meses), trabajar tanto y no morir en el intento?
–Victoria me hizo las cosas muy sencillas: a los tres meses dejó de tomar la teta. Pero igual yo siempre fui una mujer organizada. Incluso cuando me llegó la hora de tener hijos, no dejé nada librado al azar, y reorganicé mi trabajo para no descuidar lo que me hace sentir realizada como artista y a la vez me permite estar con mis afectos.

–¿No produjo un cortocircuito en su pareja el hecho de que usted enseguida haya cambiado los pañales por los estudios de televisión?
–No, con Diego (Olivera, 36) jugamos para el mismo equipo y disfrutamos a pleno nuestro matrimonio, respetando el trabajo de cada uno. Los dos estamos en eje.

–Habla de los hijos, de la pareja, del trabajo… ¿Cuándo se hace tiempo para preocuparse por sus curvas?
–La verdad es que el año 2004 pasó demasiado rápido (el año pasado, a esta altura, estaba haciendo fotos con Victoria en la panza), y no pude ir al gimnasio, pero sí a la clínica de la doctora Mónica Milito. Hice contractores, mesoterapia, endermologie… digamos que lo necesario para llegar al verano sin exceso de peso. Ahora voy a empezar una rutina de ejercicio y dieta para que el espejo me devuelva una imagen agradable.

–¿No está conforme con la imagen que le devuelve?
–Sí, sí, la verdad que sí. Tengo 32 años, dos hijos y hace diez meses fui madre. Sin embargo, actualmente mi carrera no se basa en el cuerpo. Hay muchas cosas de él que no me gustan, pero no me las cambiaría ni loca. Son parte de mí y sé bancarme que mi cuerpo no sea perfecto. Ya no necesito tener un cuerpo escultural para poder laburar. Pasé esa barrera. Igual, claro que me gusta verme sexy. Por mí y para mi marido.

–¿Piensa que antes sólo la convocaban por sus curvas?
–Antes yo ponía el énfasis en mi cuerpo. Era lo más relevante. Pero ahora quiero crecer como actriz, intentar toda clase de papeles. Por eso dejé la revista y, aunque me ofrecieron volver, elegí seguir haciendo comedia. Yo me bajé de la revista en mi mejor momento, después de encabezar y ganar el respeto de los expertos del género. Y me bajé porque quería crecer. Todos saben que yo podría seguir bailando y cantando. Pero la revista por ahora está stand-by en mi vida. Además, si tuve otro hijo también es porque la estética ahora no me importa tanto. Me importa más ser feliz y mostrar mi personalidad, que mis curvas.

–¿Qué dice Diego sobre sus curvas y aledaños?
–Mejor evitemos los términos exactos. Con Diego nos buscamos todos los días. A él le encanta que tenga glamour pero, al mismo tiempo, también que conserve esa cosa de mina de barrio. Yo con él y mis hijos aprendí a despojarme del ego desmedido. Ya no quiero ser más egocéntrica. Mi esencia y humor salvaron las diferencias que tengo con Diego. También aprendí que no soy ni quiero ser el ombligo del mundo.

–¿La mujer del momento tampoco?
–No, ya no lleno el formulario de la chica top del momento. Prefiero perdurar en el tiempo a través de la actuación. Es más, muchos dicen que, salvando la distancia, la carrera de Susana Giménez y la mía se parecen. Su dejó la revista cuando hizo Las mariposas son libres y yo cuando hice Casi un ángel. Susana fue sex-symbol durante mucho tiempo y pasó a ser nuestra diva nacional. Y aunque estoy lejos de convertirme en diva, creo que las dos somos carismáticas. La diferencia entre nosotras es que yo quiero ser actriz y abordar personajes oscuros, y Susana siempre fue una gran comediante. También creo que las mujeres se ven reflejadas en mi historia. Ellas vivieron mi metamorfosis y ahora me ven más terrenal y humana.

–¿Entonces no le gustaría algún día llegar a ser una diva?
–Hace diez o cinco años, mi meta era ser una diva rebelde y de pelo rubio platinado, pero ya no. Estoy orgullosa de haber atravesado todos los géneros. Hasta bailé tangos para ganarme la vida… Por haber empezado trabajando con mi cuerpo, a mí todo me costó el doble. Pasa que en este país te encasillan y te cuesta salir. Pero por suerte me dejaron romper el molde y seguir jugando y creciendo en este ambiente.

–Aun casada, rodeada de hijos y atareada en trabajo, ¿le han hecho alguna propuesta indecente?
–Sí, mi marido todos los días vive haciéndome propuestas indecentes, pero no te las cuento. Como te comenté recién, tengo miedo de que nos censuren. Te aseguro que aunque me gusta llevar los pantalones de mi casa, también me gusta ceder y dejar que mi hombre me arranque los pantalones con los dientes.

Cuerpo de novela, 
sonrisa compradora, 
aunque se resista, 
Mónica sigue en 
carrera. “<i>Por haber<br />
empezado<br />
trabajando con mi<br />
cuerpo, a mí todo<br />
me costó el doble</i>”,<br />
asegura.<br />

Cuerpo de novela,
sonrisa compradora,
aunque se resista,
Mónica sigue en
carrera. “Por haber
empezado
trabajando con mi
cuerpo, a mí todo
me costó el doble
”,
asegura.

Antes mi cuerpo era lo más relevante. Pero si tuve otro hijo es porque ahora la estética no me importa tanto. Me importa más ser felíz y mostrar mi personalidad, que mis curvas".">

"Antes mi cuerpo era lo más relevante. Pero si tuve otro hijo es porque ahora la estética no me importa tanto. Me importa más ser felíz y mostrar mi personalidad, que mis curvas".

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