“Voy a proteger a mis hijos y a mi marido” – GENTE Online
 

“Voy a proteger a mis hijos y a mi marido”

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En el auto de Juana Viale (29), en el asiento del acompañante y a los besos con ella, no se encuentra su marido, Gonzalo Valenzuela (33), sino Martín Lousteau (40), ex ministro de Economía. Hay caricias, desenfreno y endorfinas bajo la cálida luz de las cuatro de la tarde. No es otro martes otoñal en sus vidas. Las manos de él toman la cara de ella con determinación. La chica brava, embarazada de siete meses, no se queda atrás: lo besa como si fuera la primera o... la última vez. Sus labios vuelven a unirse, y un flash. Otro más, y la imagen traspasa la Cordillera. ¿El resultado? Cuarenta minutos de una cita compartida con miles y miles de personas que no tardaron en tildar el episodio de “perversa traición”. La rebelde del clan Tinayre-Viale, para muchos, parece haber superado así cualquier capítulo de ficción de la novela Malparida, con el padre de su futuro hijo “destrozado” –según relató su familia chilena– y su abuela, Mirtha Legrand, muy triste, sin poder decir una palabra para defenderla.

¿Qué llevó a Juana a tener ese encuentro furtivo? Frente a las versiones que dejaron traslucir que los padres de Silvestre (3) ya estaban separados pero convivían bajo el mismo techo en nombre de la familia, un amigo de los Tinayre explicó: “Ambos tienen una personalidad re fuerte, y son impulsivos. El, si se enoja, va y se compra una casa enfrente. No son políticamente correctos”. Otros se animan a señalar que fue una venganza. Que ella quiso cobrarse las supuestas andanzas del chileno (que, señalan versiones en estricto off, “incluso se lo llegó a vincular con Celeste Cid y con quien fue la última mujer de Gustavo Cerati, Chloé Bello”). Esas voces aseguran que por eso Juana habría tenido “el encuentro a la luz del día y públicamente”. Otro rumor –bastante descabellado– especula que fue Lousteau quien buscó popularidad con un romance de altísimo perfil asegurado a días de la presentación de su nuevo libro, Economía 3D, en la Feria del Libro. Pero estos son, como ya dijimos, los rumores que inundaron Buenos Aires por estos días. Rumores escandalosos, difíciles de comprobar, y que le agregaron sal a las heridas.

UN AMOR EMBARAZOSO. La de Juana y Gonzalo “Manguera” Valenzuela fue una historia de amor difícil desde el comienzo. Se conocieron en el verano de 2005 en Doble vida, la tira de América, y para ella el flechazo fue instantáneo. Tanto que no dudó en encararlo. “Me gustás, y espero que te pase lo mismo conmigo, porque estoy hasta acá con vos”, dicen que le confesó la más hermosa del clan Tinayre a Manguera al terminar un largo día de grabación en Endemol. Al chileno le encantó el descaro de ella, y ese mismo fin de semana se fueron unos días a la Isla de Pascua. Esa atracción inicial terminó mutando en algo mucho más profundo y duradero. Para Gonzalo, la contención que necesitaba para sentirse cómodo y acogido en un país que todavía le resultaba extraño y, por momentos, hostil. Para Juana, la estabilidad que no encontraba en ninguna pareja, ni siquiera en la que había intentado con el papá de su hija Ambar (7), el músico Juan De Benedictis, hijo de Piero.

Llevaban dos años de relación cuando anunciaron que serían padres. El embarazo fue complicado, y Juana tuvo que estar 75 días hospitalizada hasta el momento del nacimiento de Silvestre (3), quien al nacer debió permanecer internado por una insuficiencia respiratoria aguda. Al volver a Buenos Aires, la pareja comenzó a atravesar su primera gran crisis: ella no habría tolerado –aseguran desde su entorno– las supuestas infidelidades de él. En el 2009 decidieron separarse. Pero tras un tiempo de estar distanciados (en el que los dos habrían salido con otras personas) se reconciliaron.

“El año pasado habían dicho que se iban a casar en mayo del 2011, pero lo suspendieron por la llegada de su segundo hijo. Cuando Juana quedó embarazada, Gonzalo dejó de prestarle atención a la relación, y eso a ella la afectó”, contó una allegada. “Creo en la pareja y en el amor para toda la vida. Creo en el respeto, y creo que, si uno se equivoca, puede recomponer. Creo que es un trabajo diario. Nunca está terminado”, dijo Juana recientemente sobre su relación con Gonzalo. “En el tiempo que estuvimos separados aprendí a valorar a la persona que tenía al lado, a dialogar y a mirar al otro a los ojos”.

Es más: los que los conocen aseguran que en el momento del embarazo la historia entre Gonzalo y Juana atravesaba su mejor momento después de seis años de idas y vueltas. Pero no son pocos los que aseguran: “La noche, la afición de él por el juego y los engaños fueron los detonantes para que este amor se lastimara”.

CRONICA DE UNA TRAICION PUBLICA. Juana y Martín se conocieron a principios de 2009 en una comida en el Museo Renault a la que ella fue con Manguera, y Lousteau con Valeria Gastaldi, hija del marido de Marcela Tinayre, Marcos Gastaldi, que fue acompañado por Sol Santamarina. Desde que el joven economista terminó su relación con la hermanastra de Juana, habría estado chateando en secreto con la actriz durante varios meses.
Eran cerca de las 13.30 del martes 19, cuando Juana salió de almorzar en el restó palermitano Grappa, ubicado en El Salvador al 5800. Fueron 300 los metros que recorrió en su auto para pasar a buscar a Lousteau por Los Silos de Dorrego, el complejo de edificios de Concepción Arenal y El Salvador donde vive el ex ministro de la administración kirchnerista. El bajó de su loft y se sentó en el asiento del acompañante del auto de Juana, un Fiat Línea color azul. Hicieron cinco cuadras por la calle Matienzo y estacionaron sobre Conde. Conversaron, se rieron y se hicieron chistes durante una hora. Como si se tratara de una diligencia, o tal vez apurada por sus compromisos –y con Gonzalo grabando Un año para recordar a poquísimas cuadras–, la nieta de la Legrand puso en marcha el auto y depositó a su amigo en la puerta de su edificio. Fue ahí, antes de que él bajara del auto, cuando mandaron todos los pruritos al infierno y se besaron tan apasionadamente.

La historia prohibida se convirtió en escándalo. En los días que siguieron, Viale, Valenzuela y Lousteau evitaron mostrarse. Marcela Tinayre fue la encargada de llevar a sus nietos al colegio el miércoles 20, al día siguiente de que estallara la noticia. Los allegados dicen que esa madrugada Valenzuela se marchó de su casa de Barrio Parque dando un portazo, luego de una fortísima discusión. Esa misma mañana, Lousteau viajó al Uruguay. Durante el fin de semana de Pascuas se lo vio con amigos en la playa Bikini, en Punta del Este.

De Juana se supo que se refugió en la casa que su amiga Jimena Leiguarda tiene en Tortugas, y que después fue a la residencia de Mirtha Legrand en El Argentino, a pocos kilómetros de ahí, en compañía de Silvestre y de su íntima amiga Agustina Alzaga. Dicen que Juana está quebrada y que no paró de llorar y rezar. Dicen también que ella asegura que era la primera vez que se veía con el ex ministro. Y que ahora quiere hacer un cambio radical en su vida, que sólo piensa en defender a su familia.

Algunas versiones indican que Gonzalo se fue a dormir a lo de su amigo Benjamín Vicuña, en el departamento que el actor chileno comparte con Carolina Pampita Ardohain en las torres Le Parc, de Libertador y Salguero. El miércoles, tras grabar dos escenas de Un año para recordar, Valenzuela habría viajado a Chile. Sin embargo, los más allegados a la pareja dicen que Gonzalo no salió del departamento de Vicuña, a quien considera “un hermano”. Gonzalo le pidió a Diego Muñoz –el tercer mosquetero chileno, que viajó especialmente desde Santiago– que pasara por la casa de Barrio Parque a retirar efectos personales y a sus tres perros, a los que trasladó en una camioneta hasta el country Tortugas.

Gonzalo y Juana se habrían encontrado en la casa de Mirtha Legrand para pensar “puertas adentro” de qué manera seguirán sus vidas y la familia que formaron juntos. Estuvieron con su hijo Silvestre y hablaron cuando el chiquito se durmió. El silencio de los tres protagonistas de esta historia se mantuvo hasta el lunes 25.

TODOS JUNTO A JUANA. “En cualquier decisión que tome estamos con ella”, dijo Marcela Tinayre en el programa radial de su amigo Oscar González Oro, un día después de la difusión del video. “A mí me asusta envejecer en una sociedad y en un periodismo que está absolutamente desquiciado. En una gran parte de la sociedad se ha perdido la ética profesional. Esto es una guerra de productores o noteros... A mí lo que me preocupa es hacer una concientización de todo esto y darse cuenta de que nos estamos enfermando”, dijo indignada. “Yo estoy acostumbrada. Realmente me preocupa esta cosa de vigilancia, me hace pensar en épocas muy feas”. Consultada acerca de las fotos, Tinayre respaldó a su hija: “Yo estoy siempre cerca de Juana. Voy a bancarla en cualquier decisión que tome. Ahí no puedo hacer nada. Historias del corazón, los padres poco podemos hacer”.
Mirtha estuvo hasta el sábado en su casa de El Argentino y prefirió guardar silencio. Lo mismo hizo el hermano de Juana, Ignacio Viale (h), desde Miami.

ME HAGO CARGO. Pero cuando leyó la columna de Pablo Sirvén en el diario La Nación, Nacho quiso agradecerle el cuidado con que había tratado a su familia. Primero le mandó un correo electrónico, y luego le avisó que su hermana iba a llamarlo. En esa conversación Juana le dijo a Sirvén que necesitaba decir con sus palabras lo que estaba viviendo, pero que no se iba a referir al hecho en particular, para resguardar su privacidad y la de su familia, en especial la de su hijos. Y le envió el comunicado que el matutino publicó en su versión online:

“Es muy difícil expresarme en este momento, ya que la pena y el dolor predominan estos días. Del hecho tan comentado no diré nada en sí, porque pertenece a mi vida privada, pero sí deseo hacer referencia a ciertos temas, pues me veo en la obligación de hacerlo, ya que fui yo la que cometió el error y es mi familia la que quedó expuesta.
Soy absolutamente consciente de la magnitud de los hechos, como mujer, madre e hija. No acostumbro a hablar de mi vida privada pero las circunstancias me obligan a hacerlo, por mi familia y porque se están diciendo cosas inexactas y que llevan a conclusiones o afirmaciones que no son ciertas. Este tema lo resolveremos puertas adentro. Es un momento sumamente doloroso y sólo voy a ocuparme de proteger a mis hijos y a mi marido. Comprendo el interés y el afán de los medios por obtener una noticia sobre mi familia en estos días, pero quisiera pedirles por favor que nos dejen vivir este momento tranquilos. Y que entiendan que hay dos chiquitos que no tienen por qué verse involucrados en temas de esta índole. El mismo Gonzalo está inmerso en este episodio, sin haber provocado ninguna situación.
Es por eso que necesitamos estar en paz nosotros, reflexionar a solas y no sumar una preocupación más, derivada de juicios de valor y noticias e informaciones que no son ciertas. Repito, me hago cargo absolutamente de lo que pasó y nadie más que yo tiene la responsabilidad”
.

Casi simultáneamente, Martín Lousteau usaba las mismas palabras en el programa radial de Andy Kusnetzoff en radio Metro. “Yo me hago cargo de mis cosas”, dijo el economista, columnista habitual de Perros de la calle, y contó: “Voy a esperar a que se acabe la superposición de un montón de voces opinando sobre un tema que la mayoría desconoce y, cuando eso se modere un poco, voy a decir lo que yo pienso, y lo haré en vivo”, sostuvo. Lousteau también dijo que intentó descansar durante el fin de semana largo, pero los llamados no lo dejaron. “Tuve algún tipo de persecución periodística, pero bueno, así es la situación”.

La historia está abierta, como las heridas, pero hoy Juana Viale tiene al menos una seguridad: que quiere proteger a sus hijos y a su marido de todo este episodio, y que mientras la tormenta pasa, la vida que soñó junto a Gonzalo Valenzuela sigue creciendo adentro suyo. El miércoles muy temprano, Juana abandona su hogar de Barrio Parque para refugiarse en casa de una amiga en la Zona Norte. Ya le había contado la verdad a su marido. Empezaba su calvario.

El miércoles muy temprano, Juana abandona su hogar de Barrio Parque para refugiarse en casa de una amiga en la Zona Norte. Ya le había contado la verdad a su marido. Empezaba su calvario.

El martes a las cuatro de la tarde, Juana pasó a buscar con su auto a Martín Lousteau por Los Silos de Palermo, y a cinco cuadras de allí fueron sorprendidos besándose por el fotógrafo Cristian Córdoba de la revista Paparazzi.

El martes a las cuatro de la tarde, Juana pasó a buscar con su auto a Martín Lousteau por Los Silos de Palermo, y a cinco cuadras de allí fueron sorprendidos besándose por el fotógrafo Cristian Córdoba de la revista Paparazzi.

Lousteau viajó ese mismo miércoles a la mañana hacia Montevideo, y de allí a Punta del Este, para escapar del escándalo. Estuvo con amigos en la playa Bikini y cenó en el restó Cactus y Pescados.  El lunes hizo su columna radial en la Metro por teléfono y dijo:  “Yo me hago cargo de mis cosas”.

Lousteau viajó ese mismo miércoles a la mañana hacia Montevideo, y de allí a Punta del Este, para escapar del escándalo. Estuvo con amigos en la playa Bikini y cenó en el restó Cactus y Pescados. El lunes hizo su columna radial en la Metro por teléfono y dijo: “Yo me hago cargo de mis cosas”.

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