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Voto castigo

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Artemio López (Equis, Equipos de Investigación
Social
, director) tiene una moderada euforia: sus pronósticos electorales fueron los que más se arrimaron a la verdad.


-La pegó, López.
-En algunas cosas, sí. En otras nos equivocamos.

-¿De qué dependen el acierto o el error?
-Uno puede usar correctamente la herramienta metodológica, y fallar. Necesita además de la suerte…

-Si hace las cosas bien, ¿por qué falla?
-Porque la encuesta exige un tiempo que no es el mismo tiempo que exigen los medios ni el que tarda el recuento de votos. El error, aun con la mejor buena fe, siempre es posible. Por eso nunca hay que cantar victoria: el acierto y el error deben estar sujetos a la cautela y al relativismo.

-¿Por eso es peligroso el boca de urna, que generó más de un papelón?
-El boca de urna es una herramienta para otros fines. Es como si usted escribe una nota periodística y alguien, con eso, quiere hacer una poesía. No está pensada para esa función, tiene otra lógica…

-¿Cuál fue su mayor acierto?
-Detectamos dos cosas: la muy importante diferencia de Duhalde y los 17 o 18 puntos de Alfonsín. Ah, y la paridad técnica que hubo para dirimir quién sería la segunda fuerza de la Capital.

-¿Por qué no funcionó el ARI?
-Por su sobreexpectativa como fuerza nacional. Esa sobreexpectativa hundió la experiencia. Fue víctima de su propia lógica de funcionamiento.

-¿En qué sentido?
-Si yo formo una fuerza nueva y, a nivel nacional, saco un 8 por ciento (la cifra que logró el ARI), no puedo quejarme. Pero si me sobrevaloro y tengo una expectativa ganadora…, bueno: me hundo. Eso le pasó al ARI. 

-¿Aun a pesar de su cuota de farándula? Silveyra, Rinaldi…
-Eso fue un atajo, y los atajos, en la Argentina, no funcionan más. En algún momento del pasado fueron casi un sistema. Un sistema de atajo de representación política, digamos. Pero, ya ve…

-¿La pantalla de televisión no da rédito político?
-No. Un político puede ser, además, otra cosa (periodista, actor, etcétera) y tener buena chance. Pero el camino al revés no funciona.

-¿Cuál fue el mayor fracaso del domingo?
-El del Gobierno nacional. Sufrió, desde octubre del 99, cuando logró 9.000.039 votos, una erosión terrible. 

-¿En números?
-Desde el día de su triunfo hasta el domingo 14 De la Rúa perdió cuatro votos por minuto.

-¿Cuál fue el gran triunfo?
-Hum. Ahí tengo más problemas. Sin duda, el Justicialismo, que se consagró como garante de la transición. Pero, qué quiere que le diga…

-Dígame lo que quiera.
-Creo que no ganó nadie.

-Dramática conclusión.
-A lo mejor, como ejemplo de vida y de conducta ideológica (una ideología con la que no tengo nada que ver, le aclaro), le fue bien a Luis Zamora, porque logró sostener un electorado fiel. Es honesto. No comparto nada de su discurso, pero lo que tiene se lo ganó.

-Qué triste es votar a alguien por su honestidad. Es decir, llevar a categoría de gran virtud lo que debería ser una obligación…

-Mire: si tuviéramos que medir este momento en términos de vínculo comunitario, le diría que estamos en un momento de mínima.

-¿Ese momento es el motor del voto bronca?
-Sin duda. El voto protesta o voto bronca maduró en esta elección, pero viene de atrás. En el 83, el ausentismo fue del 14 por ciento. En el 99, del 22. Y el domingo, del 26. Crece y crece…

-¿Y el voto en blanco?
-También evoluciona en positivo desde el 91. En el 83 hubo 280 mil votos en blanco. En la elección anterior, 900 mil. Es la gran novedad del siglo XXI: lo que hasta no hace mucho era el 0,5 o el 0,8 del padrón nacional, hoy es la vedette. Y con ciertos detalles muy alarmantes.

-¿Por ejemplo?
-Dividamos. El que no va a votar no se compromete ni tiene propuesta. Es cero total. Ausente. El que vota en blanco, en cambio, no tiene una propuesta, pero usa una opción legal.

-¿Y el del voto nulo? 
-Ese instala una visión diferente: caricaturesca, paródica. Pero el tipo que puso a Clemente, a Bin Laden o un pedazo de salame, definió su visión de la política en general. De su desprecio total por la política y los políticos.

-¿Qué segmento poblacional representa cada uno?
-El ausentismo aumenta con la edad y es mayor en el noroeste y el nordeste del país: en las provincias más pobres. Los blancos y los anulados, en cambio, se producen en los grandes centros urbanos: Capital y Gran Buenos Aires, Rosario y Gran Rosario, Córdoba capital y su periferia. Es decir, en lugares culturalmente más fuertes, y pertenecen a la población de edad intermedia.

-¿Y el voto anulado, el bronca?
-En grandes centros urbanos, y entre gente de edad intermedia y jóvenes.

-Dato grave.
-Sin duda.

-Póngase en político, López. ¿Qué haría frente a estas cifras?
-No es una anécdota: es una señal muy alarmante. Se acabó eso de "Dicen que van a votar en blanco o anular su voto, pero una vez en el cuarto oscuro, ceden…". Los que dijeron "nulo" o "en blanco" no cedieron ni un metro. Yo, si fuera político, tomaría nota… ¡Y pondría las barbas en remojo! Porque hoy, el Gobierno es el que está, pero si hubiera otro con la misma política, el resultado sería el mismo.

-¿Eso indica otro cambio?
-Sí. Y muy profundo. Significa que en la Argentina se acabó el voto-camiseta. Ya no se vota por afiliación, tradición, fidelidad o disciplina partidaria. Eso lo hace apenas el 20 por ciento de los votantes. El 80 por ciento restante cambia según soplen los vientos. 

-¿Se afirma el voto independiente?
-Absoluta y definitivamente. Esa gente, emocionalmente, puede seguir siendo radical, peronista, etcétera, pero a la hora de votar no responde a ese mandato.

-Como ciudadano, López, ¿qué espera que suceda de ahora en adelante?
-Primero, lo mismo que deberían hacer los políticos: tomo nota. Y deduzco algo muy importante: la gente no rechaza a los políticos por sus internas, sus peleas, sus divisiones. ¡No! Los rechaza porque no han podido mejorar las condiciones socioeconómicas del 40 por ciento de los habitantes del país.

-¿En síntesis y en definitiva?
-Aquí se juegan cosas concretas y muy serias. Porque la vida cotidiana de un país y de su gente es mucho, muchísimo más que una curva de riesgo-país.

Cómicos, próceres, personajes de historieta, un director técnico, etcétera.

Cómicos, próceres, personajes de historieta, un director técnico, etcétera.

Lo más insólito sirvió como vehículo para canalizar el desencanto y el hartazgo de la gente hacia la clase política y -en especial- contra el Gobierno.

Lo más insólito sirvió como vehículo para canalizar el desencanto y el hartazgo de la gente hacia la clase política y -en especial- contra el Gobierno.

El consultor Artemio López -uno de los que más acertó con sus pronósticos-, dice: Si el voto bronca se convirtió en la segunda fuerza nacional, los políticos tienen que poner sus barbas en remojo. Está en juego la vida de la gente, que es mucho más que una curva riesgo-país".">

El consultor Artemio López -uno de los que más acertó con sus pronósticos-, dice: "Si el voto bronca se convirtió en la segunda fuerza nacional, los políticos tienen que poner sus barbas en remojo. Está en juego la vida de la gente, que es mucho más que una curva riesgo-país".

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