“Volví al escenario por mi hija, la vida y los afectos” – GENTE Online
 

“Volví al escenario por mi hija, la vida y los afectos”

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Es alguien fuera de lo común. Se la podría comparar con la Mujer Maravilla, la Mujer Biónica o la Batichica. Es capaz de echar a su pareja en mitad de la noche, decirle: “No va más” y convertir ese drama privado en un hit como Olvídame y pega la vuelta. Por eso no sorprende que el sábado pasado, apenas dos semanas después de su desmayo en el escenario (Piamonte, Santa Fe, enero 14), Lucía (45) –pura garra, fuego y corazón– haya vuelto a las tablas, encogiéndose de hombros ante el riesgo…

Todo empezó a fines de mayo último, mientras miraba televisión en su casa de Belgrano. “Mi respiración empezó a acelerarse y una fuerte presión en el pecho me dejaba sin aire”, recuerda.

Paso inmediato: consulta en el centro cardiovascular de alta complejidad de la Fundación Favaloro. Dos días de internación. Batería de análisis. Diagnóstico: “No se registran anomalías”. Lucía siguió su vida normal: reportajes, trabajo en el Hogar Pimpinela, su obra solidaria, etcétera. Y cinco meses más tarde, en octubre, catorce shows en otras tantas ciudades mexicanas. Al terminar, Lucía volvió a su hotel, donde la esperaban su hija Rocío (10) y su ex marido Alberto Hazán (58). De pronto, el fantasma retornó: palpitaciones, fuerte dolor de cabeza, agitación nerviosa. Llamaron a la Cruz Roja Mexicana y el chequeo detectó un pico de presión que le produjo una isquemia cerebral (disminución del riego sanguíneo al cerebro) y le paralizó el brazo y la pierna derechos. A los pocos días pudo caminar, pero el brazo aún no respondía.

Sin embargo, no se resignó a dejar el escenario. “Cuando volví a Buenos Aires, con Joaquín decidimos postergar todos los compromisos hasta enero, seguir con mis chequeos, y una vez controlada la hipertensión, retomar nuestro plan de trabajo”, recuerda.

Así fue… Pero el 14 de enero, en Piamonte, Santa Fe, y en el show del retorno, Lucía se desplomó al promediar la primera canción. Estuvo media hora sin conocimiento. Al recobrarlo quiso volver al escenario, pero Joaquín se negó de plano. Diagnóstico médico del FLENI: ataque de pánico. Luego, reorganización de la agenda laboral. Pero de suspenderla, palabras de Lucía, “¡ni hablar!”.

Enero, sábado 27, diez de la noche. Los Pimpinela llegan a Lincoln en una camioneta Mercedes Benz. Media hora después, Lucía y Joaquín cenan en el restaurante Criollo con dos de sus mejores amigos: el vicepresidente, Daniel Scioli, y su mujer, Karina Rabolini. Luego se les suma Jorge Fernández, el intendente local. Lucía está, más que entusiasmada, eufórica. No es para menos: la esperan 50 mil personas para escucharla y aplaudirla, y en pleno Carnaval de Lincoln, el híper suceso del lugar. Antes del show va al hotel Impala, calles Sarmiento y Güemes, con sus asistentes, para cambiarse de ropa y maquillarse. Después, ella y Joaquín van hasta una carpa montada detrás del escenario, donde los esperan Daniel y Karina. El vicepresidente le dice a GENTE: “Para nosotros es una gran emoción acompañar hoy a Joaquín y Lucía. Son dos amigos del alma. Los queremos muchísimo, porque le cantan a los sentimientos, al amor, a la familia, a los mejores valores de nuestro país. Esta noche se juntan muchas cosas: la fuerza, las ganas y el aguante que le ofrecemos a Lucía. La mejor terapia para una recuperación –y lo digo por experiencia–, es el trabajo. Estoy seguro de que con el amor de su público ella va a salir adelante”.

Media hora antes de la medianoche, breve conferencia de prensa. Apenas diez minutos. Y dice Lucía: “Estoy en pleno proceso de recuperación. Gracias a la rehabilitación me siento cada día mejor. No sólo cuento con el apoyo de mi hermano, sino con el de varios amigos y con un excelente equipo médico”.
Pero de pronto, a los dos minutos, otra vez la sombra de un desmayo. Uno de los asistentes llega con un ventilador. Joaquín se angustia. Fin de la conferencia. Otra vez a la carpa. Se sienta, respira profundamente, vuelve a la normalidad. Dice Lucía: “No voy a suspender el show. ¿Qué me da fuerza para seguir?: mi hija, la vida, los afectos. Por ellos vuelvo al escenario…
”.

¡Y arriba el telón! Los Pimpinela arrancan con el tema Telenovela. Ovación. Sentada en una silla, ella aprieta con fuerza el micrófono –usa su mano izquierda…– y lanza su voz. Sigue una hora y media a pura emoción: Corazón gitano, Cuánto te quiero, Se va, se va y el clásico Olvídame y pega la vuelta.

El show termina a las tres de la madrugada. Camioneta, hotel, y al otro día, proa a Mendoza para un nuevo recital. Porque, ya se sabe: para los que tienen carne, sangre y huesos de artista, la función debe seguir.

Así reza el mandamiento número uno del mundo del espectáculo, y Lucía le sigue siendo fiel a pesar de todo. El show de Lincoln duró una hora  y media: sufrió mareos leves, algunos temas los cantó sentada y de a ratos tomó agua. Pero no flaqueó.

Así reza el mandamiento número uno del mundo del espectáculo, y Lucía le sigue siendo fiel a pesar de todo. El show de Lincoln duró una hora y media: sufrió mareos leves, algunos temas los cantó sentada y de a ratos tomó agua. Pero no flaqueó.

Antes del show, Lucía y Joaquín cenaron con Daniel Scioli y Karina Rabolini, la pareja vicepresidencial, en el restaurante Criollo, de Susana de Palma (en la foto). Fue la segunda vez que Los Pimpinela actuaron en Lincoln, una ciudad que los recibió con enorme afecto y aplausos incesantes.

Antes del show, Lucía y Joaquín cenaron con Daniel Scioli y Karina Rabolini, la pareja vicepresidencial, en el restaurante Criollo, de Susana de Palma (en la foto). Fue la segunda vez que Los Pimpinela actuaron en Lincoln, una ciudad que los recibió con enorme afecto y aplausos incesantes.

La constante sonrisa de Lucía se vio opacada, en la breve conferencia de prensa y en el show, por leves mareos que revivieron el fantasma de lo ocurrido en la santafesina Piamonte hace poco más de dos semanas, cuando se desmayó en la mitad de la primera canción. Como a lo largo de toda su carrera,  Joaquín fue su mayor apoyo y contención.

La constante sonrisa de Lucía se vio opacada, en la breve conferencia de prensa y en el show, por leves mareos que revivieron el fantasma de lo ocurrido en la santafesina Piamonte hace poco más de dos semanas, cuando se desmayó en la mitad de la primera canción. Como a lo largo de toda su carrera, Joaquín fue su mayor apoyo y contención.

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