“Vivo al rojo vivo; soy de ponerle pasión a todo” – GENTE Online
 

“Vivo al rojo vivo; soy de ponerle pasión a todo”

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Andrea Bonelli (39) es rara. Tiene ese allure no tan terrestre, encanto con lejanía. Cuando se viste de gala, se viste de gala en serio, y cuando habla del cuadro de Edward Hopper que vio en París, divino por cierto, habla con criterio. También es capaz de cocinarle a su hijo de 19 cuando llega tarde a su casa o de salir a la ruta –con marido incluido– y hacerse un viajecito no muy planeado con mínimo presupuesto. Gasolera y glamorosa, así de rara es ella. Una morocha capaz de pasar del rubio platinado al rojo fuego y no descartar el verde o el azul entre sus futuras tinturas.

Su marido, Nacho Gadano, actor también, y Lucio, el hijo que tuvo con Gerardo Romano, ya aprendieron a adaptarse a sus metamorfosis y a sus éxitos. Porque ahora, después de Chichita Banegas de Uriarte y sus problemas con Los Roldán, que fue un hit inmenso, va en Amo de casa con Carlos Calvo –que está de regreso– y gran elenco, de lunes a viernes a las 20. Un programa salido del cráneo de Sebastián Ortega y Pablo Cullel, entre otras apuestas fortísimas de Canal 9.

Ahí ella es Mariana, madre de tres, con Alberto –Carlín–, un corredor de bolsa exitoso hasta que la salud le dice stop. Entonces se invierten los roles: Mariana a trabajar, Alberto a lavar vajilla y cuidar a los chicos. Para esto pasó lo mismo que con Chichita: a Andrea se le ocurrió pasar por la peluquería y sorprender a todos.

–Me imagino que el próximo color va a ser verde o naranja, para hacer de punk.
–O azul… ¡Tengo muchas ganas de azul! ¡Ja, ja, ja! Teñirme de rojo fue mi idea. Cuando hice a Chichita, se me ocurrió teñirme de rubio, y lo hice. A Sebastián Ortega y Pablo Cullel les encantó el cambio. Y esta vez, lo mismo. Además, necesitaba un giro brusco que me sacara de Chichita, y tampoco tenía ganas de volver a mi color natural, el negro.

–Mariana, tu personaje, es una mujer a la cual se le da vuelta el tablero, y se tiene que arremangar en pos de su nueva vida. ¿Te pasó algo así?
–Mirá: yo estoy acostumbrada a trabajar desde chica. Eso que decís de tener que arremangarme y cambiar todo jamás me pasó por fuerza mayor. Pero el tema de Mariana –esta situación de hombres desempleados que hizo que las mujeres saltáramos aún más al ruedo– es muy actual.

–Le da un mayor poder a la mujer, quizá.
–No te creas. Hace que la mujer trabaje el doble, porque creemos que las cosas de la casa las hacemos mejor nosotras. Tenemos que dejar que los hombres hagan más.

–A propósito: ¿le cocinás mucho a Lucio, tu hijo? ¿O cuando llega no le queda otra que un sandwich?
–Mi hijo ya está grande. ¡Mejor que se cocine solo! Pero lo hago cuando puedo. Me encanta eso de compartir con él cuando tengo tiempo. Brindar una comida a alguien que querés es algo muy lindo.

–Amo de casa puede ser todo un hit, como Los Roldán.
–¿Un hit? La verdad, no espero nada. Y menos repetir un fenómeno como fue Los Roldán. Cuando uno hace algo le importa hacerlo bien, y que le guste a la gente. Los Roldán fue muy, muy sorpresivo. Todos queríamos que pegue, y pegó muchísimo.

–A simple vista, los dos programas se asemejan. Tal vez la onda costumbrista, terrenal y porteña…
–En eso, quizá. Pero no tienen nada que ver. Amo de casa es una sitcom. Los episodios empiezan y terminan en sí mismos… Cuando me llamó Sebastián la propuesta me encantó, pero dudé. No sabía si iba a tener la fuerza física y anímica para hacerlo después de algo tan intenso. Me daban muchas ganas, por el amor que tengo por mi trabajo. Además confío mucho en Ortega y en Cullel. Entonces, ¿por qué no? Cuando necesité parar lo hice. No trabajé en la tele por mucho tiempo.

–Todo esto requiere pasión. Estar un poco al rojo vivo.
–Yo vivo al rojo vivo. Y una mujer al rojo vivo es apasionada, expectante. También vulnerable, ojo.

–¿Y cuándo te sentís así?
–¡En muchísimos momentos! Ante un encuentro, un proyecto, ante todo lo que me genere una buena expectativa.

–Hablando de calor, ¿te acordás de Los gatos, en 1985?
–¡Uy! ¡No tanto! ¡Ja, ja, ja! En esa película tenía un papel medio jugado. Hacía de una colegiala que de noche era… bueno… prostituta. Soy apasionada en todo lo que hago, y en todo lugar. Está en todo, en el laburo, o en una situación de pareja. Significa las ganas, la lucha, el vencer obstáculos.

–Una vez dijiste que eras muy celosa y posesiva.
–Eso lo sublimé bastante con el tiempo. En otro punto, yo nunca puedo acomodarme a una situación. Siento que me tengo que mover siempre.

–¿Hace cuánto que estás con Nacho?
–Ocho años.

–¿Cómo hacés para no aburrirte?
–Uno siempre encuentra cosas nuevas para hacer con el otro. No todo es aburrido. Tenemos una vida bastante movidita. Hay épocas en que nos vemos mucho, otras un poco menos. Somos muy ruteros.

–Sos de viajar.
–Me fui a Barcelona y a París el año pasado, sola. Divino, increíble. En París la dejé a Chichita. Ja, ja, ja. Para que cumpla su sueño. Ahí vi una muestra de cuadros hermosa. Se llamaba La Melancholie y todas las pinturas eran así, melancólicas. Había una de Edgard Hopper que era fascinante.

–Ni hablar de bajo presupuesto, entonces.
–Con Nacho podemos agarrar el auto y salir a la ruta sin pensarlo mucho. Bolsos armados así nomás, parando en cualquier hotel. Nos podemos ir, por ejemplo, a San Luis, a cualquier parte. Somos muy aventureros y eso nos mantiene juntos.

–En plan hogareño, ¿alquilar un DVD y pedir helado sigue funcionando?
–¡Claro que si!

–No hace falta un portaligas, entonces.
–No, no. ¡Ja, ja, ja!

–Volviendo a Amo de casa, Mariana puede conectar muy bien con la audiencia. Hay muchísimas mujeres como ella.
–Tal vez. Son todos personajes muy queribles, y con un elenco genial. No hay guerra de egos. Hay muchísima buena onda, con muchísimos actores. Trabajar con Carlín, por ejemplo, es un placer. Es un tipo encantador.

–Es extraño. Tenés como un cierto charme con lejanía, una elegancia distante.
–Es extraño para mí también, porque a veces me lo dicen, pero nunca me doy cuenta, no soy consciente de ello. Como actriz me alimento de la vida, del día a día, del contacto con lo cotidiano. Trato de conservarlo.

–¿Y el último bondi? ¿Cuándo te lo tomaste?
–¡Uy! ¡Ja, ja, ja! Eso fue hace un buen tiempo.

No lo consultó con nadie. Se le ocurrió y pasó por la peluquería. Así nomás. A los 39, la actriz se reconoce osada para las decisiones, sean grandes o pequeñas.

No lo consultó con nadie. Se le ocurrió y pasó por la peluquería. Así nomás. A los 39, la actriz se reconoce osada para las decisiones, sean grandes o pequeñas.

“<i>Soy apasionada en todo lo que hago y en todo lugar. Nunca puedo acomodarme a una situación. Siento que me tengo que mover siempre</i>”

Soy apasionada en todo lo que hago y en todo lugar. Nunca puedo acomodarme a una situación. Siento que me tengo que mover siempre

“<i>Una mujer al rojo vivo es expectante. También vulnerable, ojo</i>”

Una mujer al rojo vivo es expectante. También vulnerable, ojo

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