“Viví una fiesta y una noche de bodas soñadas, pero no pienso contar detalles” – GENTE Online
 

“Viví una fiesta y una noche de bodas soñadas, pero no pienso contar detalles”

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Y Alessandra: estamos sobre el final de la fiesta, a minutos de que usted inicie su anhelada noche de bodas. ¿Va a mantener eso que nos dijo la semana pasada, de que “más que emplear mis conocimientos sobre sexo vamos a necesitar dormir”, o piensa cautivar a su marido con conocimientos, encantos y curvas?

–Ja, ja, ja. Es cierto lo que dices. Habíamos pensado en descansar… Pero la fiesta fue tan romántica, tan soñada, tan… que cambié de planes: ¡que se prepare esta noche mi marido!
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Divertida, feliz y sensual como nunca, Alessandra Rampolla (33) bromeaba con GENTE cuando su espectacular fiesta de casamiento en el Alvear Palace Hotel estaba llegando al final. Digamos que la sexóloga fue por lejos la más divertida de una celebración que reunió a 120 invitados, muchos de los cuales –unos ochenta entre padres de novios, hermanos, sobrinos y otros familiares– llegaron desde Puerto Rico, país de nacimiento de ambos miembros de la feliz pareja. ¿No es este último un detalle más que glamoroso de lo hiperexclusivo de la boda?

Antes, a eso de las 20 horas, fue el momento de la ceremonia religiosa, realizada nada menos que en la tradicional iglesia Nuestra Señora del Pilar, que estaba repleta, y donde Alessandra impactó con exclusivísimo vestido del diseñador Gabriel Lage. La sexóloga lució además zapatos de la última colección de Dolce & Gabbana, pendientes de oro, brillantes y perlas de la colección de su familia, un ramo de rosas colombianas color champagne dorado –el mismo que el del tocado de flores naturales– y un clásico y elegante peinado de Cristian Frías. Todo muy chic. El novio, John Hernández (35), muy sobrio por cierto, se vistió con un smoking del diseñador italiano Canali, y llevó en su solapa un boutonnier de nardos.

Pero volvamos a la fiesta del Alvear, muy formal, íntima y romántica. Ellos, de estricta etiqueta. Las damas, de largo. La recepción se realizó en L’Orangerie y el Jardin d’hiver, pasando luego los invitados al deslumbrante salón Versailles, que estaba decorado por Martín Roig. Cada detalle fue controlado por el staff de Bárbara Diez Wedding Planners. Había siete mesas imperiales para 18 personas cada una. Primero se sirvieron exquisiteces frías y una amplia variedad de finger-foods, y luego un menú más que especial. Como entrada: Magret y foie de pato con chutney de papaya, mermelada de vino tinto y tostadas de pan francés. Y de plato principal: Lomo asado con salsa de mostaza a la antigua, batatas y cebollas con agua de tomates, roll de pistachos y mermelada de vino y vegetales torneados. El postre: Bavaroise de fruta de la pasión sobre marquise de chocolate con bouquet de frutas tropicales y frutos rojos con helado de casis. Los invitados bebieron vino y champagne de Luigi Bosca. Y la torta de bodas de cuatro pisos era de vainilla humedecida con cognac.

Todo era muy formal y distinguido hasta que llegó el momento de la música. Y ahí los invitados se soltaron. Durante la recepción escucharon muy buen jazz instrumental, y más avanzada la noche se presentó la big band de Delfina Oliver. El momento más romántico se vivió cuando los novios bailaron el bolerito Cómo fue, del cubano Benny Moré. Allí, en plena pista, la pareja no paró de hacerse arrumacos y hablarse al oído, anunciando quizás lo que vendría durante la esperada noche de bodas. Pero más adelante hablaremos de eso, e intentaremos saber qué sucedió, algún detalle, tan siquiera un chisme del íntimo encuentro de los novios después de la fiesta.

Luego del momento del jazz, John se convirtió en protagonista. Como buen músico percusionista, se puso a tocar las tumbadoras y despertó gran cantidad de aplausos con las famosas congas que interpretó. Después se vio un video, donde él mostraba de pequeño su vocación por la magia. “Me encantaba; soñaba con que de grande fuera mi profesión”. Y de inmediato, como sorpresa, el reconocido mago Jansenson brindó un show extraordinario en su honor.

Para el final no hubo lanzamiento de ramo ni pelea femenina por las ligas de la recién casada. Sí mucha música para menearse, y la abanderada del contoneo fue nada menos que Alessandra Rampolla, que demostró sus aptitudes en ritmos caribeños. Nadie pudo resistirse a los temas que dispuso Alejandro Massey como dj, con los clásicos de Village People, y de artistas latinoamericanos como Juan Luis Guerra, Vicentico y Ricky Martin. También hubo tiempo para escuchar y hasta bailar tango.

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Ya cerca del amanecer, la pareja se dirigió a la suite nupcial.

–¿Para descansar? –le consultamos respetuosamente al otro día a la novia a través del teléfono.
–Toma nota, porque es lo único que te voy a decir: viví una fiesta y una noche de bodas soñadas, pero no pienso contarte detalles –respondió pícara.

Alessandra y John, en los salones del Alvear Palace Hotel tras la ceremonia en la iglesia Nuestra Señora del Pilar. “<i>Nuestra relación tiene amor, pasión y mucha lujuria, por supuesto</i>”, confiesan.

Alessandra y John, en los salones del Alvear Palace Hotel tras la ceremonia en la iglesia Nuestra Señora del Pilar. “Nuestra relación tiene amor, pasión y mucha lujuria, por supuesto”, confiesan.

Alessandra baja del auto que la trasladó, de la mano de su padre, José Antonio Rampolla. Ya en la iglesia, recibe el sacramento de la comunión y le coloca el anillo de compromiso a su esposo, John Hernández. En el final, los novios se besaron al ser declarados marido y mujer por el padre Carlos. La pareja volverá en estos días a Puerto Rico a descansar, y recién se irá de luna de miel en enero de 2008.

Alessandra baja del auto que la trasladó, de la mano de su padre, José Antonio Rampolla. Ya en la iglesia, recibe el sacramento de la comunión y le coloca el anillo de compromiso a su esposo, John Hernández. En el final, los novios se besaron al ser declarados marido y mujer por el padre Carlos. La pareja volverá en estos días a Puerto Rico a descansar, y recién se irá de luna de miel en enero de 2008.

…al compás de las tumbadoras que hace sonar el novio. Luego John fue ovacionado y arrojado por los aires por sus íntimos. La novia, la más divertida de la fiesta, no se quedó atrás y fue la gran animadora del dancing.

…al compás de las tumbadoras que hace sonar el novio. Luego John fue ovacionado y arrojado por los aires por sus íntimos. La novia, la más divertida de la fiesta, no se quedó atrás y fue la gran animadora del dancing.

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