Vive en La Cava, tiene un comedor comunitario y trabaja en una clínica: «Es el momento en que más nos necesitan y estoy poniendo lo mejor de mí» – GENTE Online
 

Vive en La Cava, tiene un comedor comunitario y trabaja en una clínica: "Es el momento en que más nos necesitan y estoy poniendo lo mejor de mí"

Natalia Ojeda, trabaja en una cínica y tiene un comedor para 140 niños en La Cava.

"En el lugar donde trabajo ya tuvimos como 9 casos de COVID-19", dice Natalia Ojeda. Confiesa que lo que más le preocupa es que los 140 chicos que comen habitualmente en Pancita Feliz -el comedor que tiene en La Cava- sigan recibiendo alimentos.

“Vivo en San Isidro, en el Barrio de La Cava, donde tengo el comedor Pancita Feliz”, dice Natalia Ojeda y deja que ese espacio es parte esencial de su vida. Aparte trabaja como camarera en una clínica de Zona Norte. “Voy los fines de semana. Antes hacía turnos de lunes a viernes pero hace unos años mi papá se enfermó y decidí cambiar para poder acompañarlo a sus terapias. Cuando él murió decidí seguir con ese horario para dedicar más tiempo al comedor”, cuenta entre lágrimas que delatan cuán ligada está su historia a este lugar.

“Es el momento en que más nos necesitan y estoy poniendo lo mejor de mí. Espero que pase rápido este momento tan difícil para todos”

Natalia Ojeda

Recuerda que cuando era chica sus padres no tenían como darles de comer y más adelante fue su papá quien le propuso preparar comida para las personas del barrio que tenían más necesidades. 

Natalia junto a su marido Marcelo Dos Santos y a sus hijos Alexandro y Brandon, con quiénes comparte la pasión de hacer algo por los demás.
Natalia junto a su marido Marcelo Dos Santos y a sus hijos Alexandro y Brandon, con quiénes comparte la pasión de hacer algo por los demás.

Hoy dedica una buena porción de su tiempo a conseguir alimentos para 145 chicos. “Estamos en obra para agrandar el espacio y con esto de la cuarentena está todo frenado, pero seguimos repartiendo bolsones de comida”, cuenta. Tiene momentos compartidos con su familia: no sólo con su marido y sus dos hijos (de 6 y 11 años) sino también sus hermanas, todos ellos viven en La Cava.

 Desde que comenzó a armar el comedor con su papá, Natalia intentó comprometer a sus hermanos (¡son ocho!) con la causa. Hoy lo sostienen entre todos.
Desde que comenzó a armar el comedor con su papá, Natalia intentó comprometer a sus hermanos (¡son ocho!) con la causa. Hoy lo sostienen entre todos.

“Yo les contagié el deseo de ayudar”, exclama con satisfacción. Los fines de semana está en el Sanatorio. “Me toca trabajar con gente que está con coronavirus y aun no lo sabe. Hay algunos que sí saben que dieron positivo y otros que sólo saben que son sospechosos.Trabajar en una clínica en esta época es muy complicado” relata.

Y sigue: “Me gusta lo que hago y a la vez sé que en momentos como este es riesgoso. En el lugar donde trabajo ya tuvimos como 9 casos, algunos se curaron y se fueron. Es feo ver a la gente que tiene coronavirus porque me da cosa meterme toda disfrazada. Pero no tengo miedo porque si tomo todos los recaudos para protegerme no creo que me vaya contagiar en ahí. Más riesgo corro afuera, porque al salir estoy expuesta a un montón de cosas. Es el momento en que más nos necesitan y estoy poniendo lo mejor de mí. Espero que pase rápido este momento tan difícil para todos”, concluye.

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